El 17 de diciembre de 2022, José Gregorio Roa perdió la pista de su esposa e hija mientras viajaban en una embarcación que salió desde la isla de San Andrés (Colombia) hacia las costas de Nicaragua. Ambas desaparecieron.
Jacqueline Velazco Zambrano, de 51 años, salió de Venezuela junto con su hija Grecia Yarleni Roa Velazco, de 21, con la esperanza de encontrarse con José Gregorio en Estados Unidos. Pero, al igual que abundantes grupos de migrantes en los últimos dos años, se extraviaron en aguas del mar Caribe.
La familia de José Gregorio hace parte de los casi 8 millones de migrantes venezolanos que salieron del país debido a la profunda crisis económica y humanitaria que allí se vive. Para salir de Venezuela, las mujeres acudieron a un “asesor turístico” que les ofreció llevarlas a Estados Unidos a través de la isla caribeña colombiana.
Ubicada a 381 kilómetros de la costa de Nicaragua, la isla se ha vuelto una ruta migratoria popular en los últimos dos años, pues permite a los migrantes evitar el peligroso tapón del Darién, que se convirtió desde años atrás en corredor habitual para los migrantes que buscan llegar a Estados Unidos. De acuerdo con las autoridades de Panamá, 770.085 migrantes atravesaron las selvas del Darién entre 2022 y 2023. De esta cifra, 478.994 fueron venezolanos.
José Gregorio llegó a Estados Unidos por esa peligrosa ruta tres meses antes que su esposa e hija. Pero Jacqueline y Grecia quisieron ser más precavidas y eligieron un camino diferente. Sin embargo, no esperaban que la ruta alternativa que escogieron estaría revestida de peligros.
“Lo que me tiene más consternado es que no sabemos qué pasó con ellas”, dijo José Gregorio.
El viaje
El paquete del viaje y la logística para Jacqueline y Grecia parecían perfectos a primera vista. Cada una pagó un poco más de US$ 2.000 por trayecto, los cuales incluían vuelos desde Cúcuta (Norte de Santander) hasta Bogotá, y de allí a San Andrés, donde serían trasladadas vía marítima hasta las costas de Nicaragua.
Cómo muchos, cayeron ante atractivas propuestas que rondan en redes sociales y prometen llevarlos a su destino. Para viajar a Estados Unidos, Jacqueline y su hija Grecia contactaron a Franklin Hurtado, un “gestor turístico”, por Facebook.
En la mayoría de los casos, las redes de tráfico de migrantes están conformadas por los llamados “coyotes”, que se encargan de asegurar el tránsito de las personas entre dos o más países.
Según dijo José Gregorio, Hurtado les transmitía confianza, intercambiaron números de teléfono y las comunicaciones se hicieron más fluidas a través de las videollamadas que hacían en medio de los preparativos para el viaje.
Jacqueline y Grecia llegaron al aeropuerto de Cúcuta el 9 de diciembre, imprimieron los pasajes y desde allí, fueron acompañadas por supuestos gestores turísticos hasta Bogotá, en donde durmieron una noche para luego volar a San Andrés. En ningún momento les permitieron interactuar con personas, recordó José Gregorio.
En la noche del domingo 11 de diciembre, las mujeres salieron de San Andrés en una embarcación. Sin embargo, fueron interceptadas por una fragata de la Armada de Colombia y enviadas de regreso a Bogotá. Temían que su viaje había terminado, pero en el aeropuerto una funcionaria de Migración las ayudó a retornar a la isla.
“En el aeropuerto (una funcionaria) les dijo que podían escaparse de ahí y que les garantizaban que había otra lancha que los podía trasladar otra vez al destino donde querían llegar”, afirmó José Gregorio.
Casos similares se presentaron en el 2023. El 5 de diciembre, las autoridades desarticularon una red que transportaba a migrantes hasta San Andrés para gestionar su salida a Estados Unidos, Canadá y Australia. La organización estaba integrada por 19 civiles que captaban migrantes y los hospedaban en diferentes posadas. Además, cinco funcionarios de la Armada y un funcionario de Migración Colombia fueron acusados de omitir los controles de señalización marítima, alertar a la red sobre la ubicación de buques militares y estampar sellos falsos en los pasaportes de los migrantes.
Una vez regresaron a San Andrés, Jaqueline y Grecia fueron trasladadas de posada en posada por supuestos gestores de viajes durante ocho días, sin saber cuándo ni cómo iban a viajar hasta Nicaragua. Finalmente, el 17 de diciembre en la madrugada llegó el momento de tomar la segunda lancha.
“Ya nos dijeron que teníamos que subir a la lancha y que ya vamos a salir”, le escribió Jacqueline a José Gregorio. Dos minutos después, su hija le envió un mensaje que parecía ser el inicio de una despedida: “papi”. Sin embargo, el mensaje siguiente no llegó y desde ese instante no se tiene información de ellas ni de los otros 24 migrantes que iban en la lancha.
Ruta alterna
“Ellas tenían el proyecto de salir de San Andrés, llegar a Nicaragua y continuar por Honduras, Guatemala y México y presentarse en la frontera a buscar la cita (de asilo)”, relató José Gregorio.
El viaje hacia Estados Unidos está lleno de peligros. Se han registrado múltiples accidentes en la selva del Darién y naufragios de migrantes que han partido a las islas del Caribe desde los estados venezolanos de Falcón y Delta Amacuro en embarcaciones ilegales, en malas condiciones y con exceso de pasajeros.
La Organización Internacional para la Migración estima que, de todas las rutas, la mayor cifra de migrantes desaparecidos y muertos corresponde a quienes han cruzado por el Darién, donde al menos 360 personas han desaparecido desde 2015, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Por su parte, el número de desaparecidos entre quienes han salido de las costas de Venezuela en lanchas ilegales es de al menos 187. Sin embargo, la cifra puede ser más alta, pues existe un sub registro en los números de migrantes irregulares.
Ante estos peligros, muchos han optado por la ruta de San Andrés, que perciben como más segura a la del Darién. Las cifras dan cuenta de ello. De acuerdo con Migración Colombia, desde el 2021 el número de migrantes irregulares detectados en la isla viene en aumento, y la mayoría son de nacionalidad venezolana.
Pero los eventos registrados en el último año reflejan lo contrario a una ruta segura. Actualmente, hay al menos cuatro embarcaciones desaparecidas y no menos de 140 venezolanos cuyo paradero se desconoce.
En busca de respuestas
Luego de perder contacto con su esposa e hija, José Gregorio buscó respuestas sobre ellas con el ‘gestor turístico’ que contrataron, pero no las recibió. Después de días de insistir, sus mensajes dejaron de llegar, y se dio cuenta de que el hombre lo había bloqueado. Dos meses después, José Gregorio comprobó que el “gestor” seguía operando: “Alguien lo pudo contactar con otro perfil y pude escuchar al mismo señor que habló con mi esposa e hija y todas las personas que viajaron con ellas”, dijo.
Además, otros criminales han encontrado formas de lucrarse de la desesperación de los migrantes y sus familias. Durante los cuatro días posteriores a la desaparición de la embarcación, José Gregorio y otros familiares de las personas que viajaban en la lancha fueron extorsionados por un hombre que se hacía llamar “el negro jefe del cartel de Juárez”, quien les aseguró que sus familiares habían sido secuestrados en México.
A un año de la desaparición de la esposa e hija de José Gregorio, las desapariciones en la ruta entre San Andrés y Nicaragua siguen aumentando. El 20 de diciembre de 2023, las autoridades colombianas rescataron a 11 migrantes venezolanos en la isla y tres días después, dos migrantes venezolanas fueron halladas sin vida en aguas de Nicaragua, mientras que otros 30 migrantes fueron rescatados.
La atención sobre esta ruta ha crecido en los últimos meses. En noviembre de 2023, el Defensor del Pueblo de Colombia, Carlos Camargo, lanzó una alerta sobre los peligros a los que están expuestos los migrantes que viajan por esta ruta. “Los migrantes se exponen a naufragios, abandono, desapariciones de embarcaciones, entre otras situaciones que ponen en riesgo su seguridad, integridad y vida”, advirtió en un comunicado de prensa.
A pesar de esto, José Gregorio no se ha dado por vencido. Ha declarado a medios internacionales y ha buscado a las autoridades colombianas. Pero no ha encontrado respuesta.
“Mi expectativa es que están con vida”, dijo, “no creo que ellas desaparecieron por un naufragio porque no es posible que unas 100 personas hayan desaparecido y que no aparezca un salvavidas”.