NO es un lugar para grandes y, por consiguiente, mucho menos para los niños. Sin embargo, en busca de un futuro mejor, son cientos de personas las que a diario migran a través del peligroso Tapón del Darién mentalizadas en alcanzar el ‘sueño americano’.
Pese a las acciones de los gobiernos de Colombia y Panamá, los tan numerosos como desgarradores relatos de quienes vivieron esa odisea -aunque decenas han muerto en el intento-, los vejámenes y ultrajes de que fueron objeto -desde robo hasta violaciones sexuales- así como las insanas condiciones, la migración ilegal por esta frontera selvática no se detiene.
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Médicos Sin Fronteras (MSF) denunció un incremento de las violaciones de mujeres en el Darién en 2023. Human Rights Watch (HRW) acusó a Panamá y Colombia de no proteger a los migrantes, lo que fue rechazado por ambos gobiernos.
De 266 km de longitud y 575 mil hectáreas de superficie, el Tapón del Darién, es considerada una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo, junto al Mediterráneo Central y la frontera entre México y Estados Unidos.
Pese a ello, son cada vez más las personas que se embarcan en esta peligrosa travesía, sin distingo de nacionalidad, sexo y edad. Y, específicamente en este último ítem, preocupa el aumento migración infantil que se ha registrado en este primer cuatrimestre, avizorando que se quintuplicará para final de año.
Un informe del Fondo de Naciones Unidas último para la Infancia (Unicef) señala que, del 1 de enero al último día de abril, más de 30.000 niños atravesaron el Tapón del Darién, un aumento del 40 por ciento en comparación con el mismo período del año anterior.
La migración infantil a través de la selva del Tapón del Darién se ha convertido en una crisis prolongada. Con base en las tendencias observadas en los primeros cuatro meses y el contexto regional, se estima que 800.000 personas, incluidos 160.000 niños y adolescentes, podrían cruzar la selva este 2024, y muchas probablemente requieran asistencia humanitaria crítica.
Vale recordar que en 2018, el número de infantes y adolescentes que realizaron esa peligrosa travesía fue de 522. Un año después ascendió 3.956 niños, tras la pandemia del covid-19, específicamente en 2021, ese flujo llegó a 29.645 niños y tuvo un aumento exponencial en 2022, hasta los 40.438.
Los testimonios de quienes enfrentaron la inhóspita selva ni el endurecimiento de la ley migratoria norteamericanas sirvieron de factor disuasorio y, por el contrario, la situación empeoró en 2023, que registró 113.180 niños que cruzaron ese peligroso camino binacional, un 27% del total de migrantes registrados y que, según el Servicio Nacional de Migración de Panamá, fueron de un centenar de nacionalidades.
“El Tapón del Darién no es un lugar para niños. Muchos niños han muerto en este arduo y peligroso viaje. Las mujeres han dado a luz en el camino, trayendo nueva vida al mundo en las circunstancias más desafiantes. Muchos de los que sobreviven el viaje llegan enfermos, hambrientos y deshidratados, a menudo con heridas o infecciones y con una necesidad desesperada de apoyo”, afirmó el Director Ejecutivo Adjunto de Unicef, Ted Chaiban, en la presentación del informe este miércoles en Ciudad de Panamá.
El funcionario reveló un dato preocupante: de los 30.000 niños que sean desplazado por esa peligrosa ruta migratoria en lo que va del año, casi 2.000 estaban solos o separados de sus familias. Así, el número de niños no acompañados y separados se triplicó en comparación con el mismo período del año pasado.
“El número de niños en tránsito también está creciendo cinco veces más rápido que el número de adultos… Dado que ellos representan una quinta parte de quienes hacen este viaje, la presencia y respuesta de Unicef son hoy más importantes que nunca. Una financiación adecuada es fundamental para que podamos estar ahí para los niños, sin importar su país de origen o destino”, enfatizó Chaiban.
Visiblemente preocupado por esta grave situación, el funcionario recordó que durante una visita el pasado mes a la comunidad panameña de Bajo Chiquito conoció a Esmería, una niña venezolana de 11 años que se separó de su madre durante el cruce por la selva. “Entre lágrimas me compartió lo difícil que era para ella estar sola en la jungla. Tuvo que cruzar ríos crecidos, pasar junto a personas heridas y hambrientas en el camino, y por la noche, me dijo, estaba muy oscuro y escuchaba ruidos aterradores. Esmería tenía hambre. No había comido en dos días. Llevaba meses sin estudiar y esperaba que su madre llegara pronto para seguir su camino”, recordó Chaiban, al tiempo que subrayó que “ningún niño debería tener que vivir o presenciar estas cosas”.
En lo que va de año, con corte al mes pasado, más de 150.000 migrantes cruzaron esta ruta. La mayoría son venezolanos, además de haitianos, ecuatorianos y colombianos. También hay asiáticos, principalmente chinos y africanos. Al ritmo actual, Unicef prevé que el año cierre con el paso de unos 800.000 migrantes, de ellos no menos de 160.000, lo que implicaría que muchos o la gran mayoría requerirían asistencia humanitaria crítica.
"Una financiación adecuada es fundamental para que podamos estar ahí para los niños, sin importar su país de origen o destino", añadió el funcionario de Unicef, organización que solicitó este año USD 7,64 millones para abordar las necesidades urgentes del creciente número de niños y familias en tránsito en Panamá. A la fecha sólo se ha recibido el 10 por ciento de estos recursos.
El personal de Unicef ha estado apoyando a los niños en movilidad en el Darién y en Panamá desde 2018, cuando 522 niños y adolescentes cruzaron esa selva. Con el apoyo financiero del gobierno de los Estados Unidos y la Unión Europea, así como con su propia financiación, este Fondo de Naciones Unidas presta servicios en los puntos críticos a lo largo de la ruta migratoria en materia de agua, saneamiento e higiene (Wash), protección infantil, gestión de casos, atención infantil y materna. salud y violencia de género. Las acciones también incluyen el apoyo a diez comunidades de acogida por las que pasan los migrantes.
“Felicito a las comunidades de acogida, a los donantes y al gobierno de Panamá por ayudar a brindar servicios esenciales a los niños en tránsito y a sus familias, garantizando que no serán abandonados”, dijo Chaiban.
Finalmente insistió en que “los peligros para los niños y sus necesidades insatisfechas están aumentando mientras hablamos. Necesitamos seguir garantizando que ningún niño se quede atrás. Si la respuesta no cuenta con fondos suficientes, el alcance será limitado”.
La migración ilegal por el Darién es irrefrenable y se teme que aumente considerablemente en las próximas semanas ante el anuncio del presidente electo de Panamá, José Raúl Mulino, de deportar a los que ingresen a su país por esa vía.
"Para terminar la odisea del Darién, que no tiene razón de ser (...), iniciaremos con ayuda internacional un proceso de repatriación con todo apego a los derechos humanos de todas las personas que están allí", afirmó Mulino el 9 de mayo. al ser proclamado formalmente presidente por la Junta Nacional de Escrutinio. Asumirá este 1 de julio y esa sería unas de sus primeras decisiones. /Redacción internacional con AFP