LAS ALERTAS tempranas que las empresas siderúrgicas latinoamericanas emitieron el año pasado subieron su nivel en lo corrido de éste al confirmarse que ante la ‘invasión’ del acero chino en la región, son muchas las empresas que están a punto de colapsar.
Si bien el comercio de este producto - esencial en casi toda la industria manufacturera con predominio en la automotriz y la construcción- opera bajo el libre juego de las fuerzas del mercado (oferta vs. demanda), gobiernos y empresarios del continente americano aseguran que hay una “competencia desleal o injusta” de China porque con sus subsidios marca una notoria diferencia en el precio, en detrimento de las respectivas empresas nacionales.
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La avalancha record de acero chino que llegó a América Latina el año pasado, diez millones de toneladas, ha desatado una crisis de incalculables proporciones, con diferente grado de impacto en los países, siendo mayor en Chile y Brasil.
En la nación austral, el acero chino que se obtiene 40% más barato que el local, forzó a la considerable reducción de operaciones en una de sus mayores plantas (Huachipato), mientras que el gigante regional llevó al despido de cientos de trabajadores del sector siderúrgico.
Al extremo del continente americano, Estados Unidos, la alarma es tal que precisamente este miércoles el presidente Joe Biden anticipó que, si es reelecto, triplicará los derechos de aduana tanto para el acero como para el aluminio proveniente de China que están golpeando duramente la industria estadounidense.
Y aunque la ‘invasión’ de productos chinos -de toda clase- no es nueva y ha generado una ‘guerra comercial’ entre el coloso del Norte y el gigante asiático que tuvo su máxima tensión durante la presidencia del republicano Donald Trump que subió hasta el 30% los impuestos para exportaciones de bienes chinos que superaran los US$300.000 millones, si lo es el cambio de posición del mandatario demócrata (Biden) en este vital tema.
Vale recordar que, en su momento, no sólo en desarrollo de su programa ‘Hecho en América’, la reactivación de toda la industria estadounidense para acabar –o al menos minimizar- la dependencia de China, Trump abrió el debate por el robo de propiedad intelectual estadounidense, ya que la mayoría (si no todo) de lo que produce y exporta Pekín son copias de lo que el resto del mundo, con grandes inversiones, profundos estudios e ingentes esfuerzos, ha desarrollado. En otras palabras, un plagio.
En América Latina, por múltiples razones, el sueño de posicionar la industria siderúrgica se frustró en tan solo dos décadas. En el 2000, Brasil, México, Argentina, Chile, Colombia y Ecuador fijaron como ambicioso objetivo desarrollar su sector manufacturero ante el bajonazo que registró la exportación de sus materias primas.
En ese entonces, según World Steel Association (WSA), la región producía 56 millones de toneladas de acero (el 6.6% mundial) y exportaba a China más de 160 mil toneladas del material (el doble de lo que importaban de ese país). Pero, por tan variadas como diferentes razones, el sector siderúrgico en lugar de consolidarse comenzó a frenarse, aunque en 2011 tuvo un ligero repunte ya que su fabricación subió en 11 millones de toneladas. Después se vino la caída en picada, disminuyendo tanto su producción como peso a nivel global, al punto que el año pasado solo produjo 58,3 millones de toneladas y a un precio mucho mayor al que se importa de China.
La crisis desatada desde entonces y agravada con el paso del tiempo ‘quita el sueño’ a gobiernos y más de millón y medio de trabajadores del sector siderúrgico en la región, especialmente en Chile y Brasil.
Huachipato, la principal acería chilena, tambalea ante la ruda competencia de China. Ubicada en Talcahuano, 500 km al sur de Santiago, anunció la paulatina suspensión de operaciones, agobiada por el ‘tsunami’ de acero chino que invade su mercado y que se comercializa con un 50% menos del precio local, amenazando el futuro de 2.700 trabajadores de la compañía y el de otras 20.000 personas que dependen de ella.
En un último esfuerzo por mantenerse a flote -después de pérdidas por más de USD 1.000 millones desde 2009-, la empresa solicitó a la Comisión Antidistorsiones chilena un arancel de 25% al acero importado.
La Comisión encontró "evidencia suficiente para sostener la existencia de dumping" -venta de un producto por debajo del costo- desde China, y recomendó un gravamen de 15%, considerado "insuficiente" por Huachipato.
La decisión de imponer medidas de protección no es fácil. Chile firmó en 2006 un Tratado de Libre Comercio con China, que lo expone a posibles represalias comerciales.
En Brasil, el mayor productor de acero regional, también hay preocupación. El año pasado, las importaciones desde China crecieron 50% y la producción cayó 6,5%, según el Instituto Aço.
Gerdau, una de las mayores siderúrgicas del país, ya despidió a 700 trabajadores. Los últimos, en febrero, salieron de la planta de Pindamonhangaba, en Sao Paulo, debido al "escenario desafiante enfrentado por el mercado brasileño frente a las condiciones predatorias de importación del acero chino", comunicó la empresa.
Las acerías brasileñas reclaman también un gravamen de 25%, como el que impuso México a 205 tipos de productos de acero, alineando sus aranceles a los de Estados Unidos, su principal socio comercial.
El acero representa 1,4% del PIB mexicano y genera 700.000 empleos. El 77,5% de la exportación va a Estados Unidos, según datos oficiales.
Entre tanto en Colombia, donde el frenazo en seco del sector de la construcción el año pasado impacto la industria siderúrgica, el Comité Colombiano de Productores de Acero, de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (Andi) advirtió que el acero proveniente tanto de China como de Rusia son otro de los grandes desafíos (Ver recuadro).
Las últimas dos décadas, China escaló su participación en el mercado mundial del acero de 15% a 54%, según la Asociación Latinoamericana del Acero (Alacero).
"China está demasiado presente en América Latina", lamenta Alejandro Wagner, director ejecutivo de Alacero, enfatizando que “nadie está en contra del comercio entre países, pero siempre se habla de un comercio justo”.
La preocupación por el exceso de capacidad de la siderurgia china se acrecentó en los últimos años, ante el menor dinamismo en su sector construcción, que libera producto para exportar.
Triplicar aranceles: Biden
En medio de esta invasión del acero chino barato, el candidato-presidente estadounidense anunció este miércoles que si logra otro mandato, triplicará los derechos de aduana del acero y el aluminio chinos importados, argumentando que hay una "competencia injusta" que penaliza a los trabajadores de su país.
"Las políticas y subsidios de China en favor de sus industriales locales de acero y aluminio implican que los productos estadounidenses de gran calidad se ven perjudicados", enfatizó a través de un comunicado oficial.
Biden, que a sus 81 años espera ser reelecto en noviembre frente al republicano Donald Trump, pide así a su Representante Comercial (USTR) que plantee "triplicar los aranceles" actuales, de un 7,5% de media, impuestos a una parte del acero y el aluminio chino importados por Estados Unidos.
Biden visitó Pittsburgh, Pensilvania, una ciudad con un gran pasado industrial, en el segundo día de una gira por este estado fundamental para la elección presidencial. Busca convencer de que es el mejor aliado de los obreros y los sindicatos, y por ello visitó la sede del sindicato metalúrgico USW.
Washington anunció en paralelo el lanzamiento de una investigación sobre las "prácticas desleales de China en los sectores de los astilleros, el transporte marítimo y la logística".
"El acero fabricado en Estados Unidos sigue siendo esencial para nuestra seguridad económica e interior", si bien "los productos estadounidenses de alta calidad se ven en competencia con alternativas artificialmente baratas y producidas con emisiones de carbono más elevadas", enfatizó la Casa Blanca.
La administración Biden mencionó "la creciente preocupación por el hecho de que las prácticas comerciales desleales de China, como inundar el mercado con acero vendido por debajo del costo de mercado, estén distorsionando el mercado mundial de la construcción naval y erosionando la competencia". La Unión Europea se pronunció en esa misma línea.
Como se ve, y tal como lo dijo un trabajador de Huachipato, “el acero chino es una ‘bomba atómica’ que amenaza a la industria siderúrgica en el continente americano”. /Redacción internacional con AFP