El presidente de Argentina, Alberto Fernández, intenta sortear la grave crisis que desataron las renuncias ofrecidas por cinco ministros cercanos a la vicepresidenta Cristina Kirchner, las que aún no ha aceptado, tras la debacle electoral de la coalición oficialista en las primarias legislativas de hace cuatro días.
"Vengo a informar oficialmente que el presidente de la Nación, Alberto Fernández, no ha aceptado ninguna de las renuncias presentadas y que todas ellas, como la composición de su gabinete, están a su consideración y lo va a informar en el momento que lo tenga que informar", dijo Vilma Ibarra, secretaria de asuntos legales de la presidencia, ante rumores de la salida del ministro del Interior, Wado de Pedro.
Cinco ministros y otros altos funcionarios pusieron sus cargos a disposición el miércoles, en lo que los analistas interpretan como una presión de la vicepresidenta sobre Fernández para obligarlo a reformar el gabinete y desprenderse de algunos de sus colaboradores de mayor confianza, como el jefe de gabinete, Santiago Cafiero.
En sus primeras declaraciones ayer, Fernández pidió cesar las disputas y resaltó que es él quien está al frente del gobierno.
"Nosotros tenemos que dar respuestas honrando el compromiso asumido en diciembre de 2019 (cuando asumió la presidencia), de cara a la sociedad. No es este el tiempo de plantear disputas que nos desvíen de ese camino", escribió el mandatario en Twitter.
"He oído a mi pueblo. La altisonancia y la prepotencia no anidan en mí. La gestión de gobierno seguirá desarrollándose del modo que yo estime conveniente. Para eso fui elegido. Lo haré llamando siempre al encuentro entre los argentinos", añadió.
En recesión desde 2018, Argentina atraviesa una crisis económica que se vio agravada por la pandemia de covid-19. Para amortiguar los efectos de la parálisis de la economía por las restricciones sanitarias, el gobierno realizó fuertes emisiones de dinero, especialmente en 2020.
En el centro de Buenos Aires grupos de izquierda movilizaron a manifestantes de los barrios populares que exigen mayores subsidios para comedores y alimentación, y que rechazan un eventual acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Otras organizaciones de tendencia peronista habían convocado a manifestar frente a la Casa Rosada, sede del gobierno, en respaldo a Fernández. Pero en un intento por disminuir las tensiones, el mandatario les pidió abstenerse.
A sus elevados índices de pobreza (42%) y desempleo (10%), Argentina suma una de las tasas de inflación más altas del mundo (32% de enero a agosto) y tiene pendiente una deuda de 44.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional.
"No estoy ni a favor ni en contra del gobierno. Quiero que se hagan las cosas, que caminen el barrio. Queremos trabajar, queremos fábricas", declaró a la AFP Gisela, madre de tres niñas de 11, 10 y 9 años residente de la periferia sur de Buenos Aires, en la manifestación.
El próximo 22 de septiembre, Argentina debe pagar al FMI un vencimiento de capital por 1.900 millones de dólares y en diciembre otro también por 1.900 millones.
El gobierno de Fernández intenta lograr un acuerdo de facilidades ampliadas que reemplace al stand-by suscrito en 2018. Gerry Rice, vocero del FMI, ratificó este jueves en Washington que se continúa "el trabajo con las autoridades argentinas para profundizar las discusiones técnicas hacia un programa respaldado por el FMI".
El gobierno de Fernández y Kirchner, que se encuentra a mitad de su mandato, quedó duramente golpeado por el resultado de las primarias el domingo, en las que la coalición gobernante Frente de Todos consiguió apenas 31% de los votos a nivel nacional, un resultado inesperado que mostró un rechazo mucho más amplio de lo previsto.