EN un cara a cara de 90 minutos, donde por razones conocidas primará más la forma que el fondo, el candidato presidente demócrata, Joe Biden, intentará demostrar que no es el “anciano con mala memoria” como lo describió el fiscal especial que lo investigó por mal manejo de documentos confidenciales y el exmandatario republicano Donald Trump que no es la “amenaza para la democracia” que arguye la oposición.
En este debate, el primero que se realiza meses antes de la elección presidencial y sin que ninguno de los dos protagonistas haya sido oficialmente investido como candidato por sus respectivos partidos, las reglas son diferentes a todos los realizados en Estados Unidos y con una agenda que sólo se develará al iniciarse, la noche de este jueves.
Lo que si se definió previamente es cómo se desarrollará: sin público, sin consulta a sus asesores de campaña, teleprónteres ni fichas preparadas, con micrófonos que se silenciarán una vez termine el tiempo establecido para cada intervención y con solo una libreta, así como un bolígrafo para hacer anotaciones. Tampoco habrá declaraciones de apertura más si la presentación de propuestas de los candidatos, al igual que mensajes de cierre.
Con antelación y a la suerte se definió la ubicación en el set televisivo. Así, literalmente opuestos a su tendencia política, el demócrata Joe Biden estará a la derecha y su competidor a la izquierda. Se da por descontado el vestir elegante que los caracteriza al igual que el color de corbata que usarán y que son el símbolo de sus respetivos partidos: rojo del Gran Old Party (conservadores) y azul de los liberales (socialdemócratas e izquierda).
CNN, organizadora de este primer cara a cara entre los aspirantes a presidir Estados Unidos durante cuatro años, explicó semanas atrás que optaron porque los micrófonos estén silenciados fuera del turno de palabra para evitar lo que ocurrió en el 2020, con estos mismos protagonistas, donde el entonces presidente Trump intervino constantemente, llevando a que un desesperado Biden le espetara: "¿Te puedes callar, hombre?".
En otro sorteo con moneda también se determinó que la intervención inicial será del candidato-presidente, mientras que el líder republicano tendrá la última palabra, (la del cierre). Serán dos minutos en los que cada cual expondrán porque se consideran la mejor opción para dirigir el país e invitarán a los electores a participar en la cita del 5 de noviembre.
Con el país polarizado, el desgaste tanto gubernamental como físico y emocional de Biden (su hijo Hunter fue hallado responsable de un delito federal, a saber, comprar y poseer ilegalmente un arma mientras era adicto a las drogas) y con Trump a la espera de condena tras ser encontrado culpable de falsedad fiscal por un jurado en Nueva York, la de este jueves es una cita insoslayable, dentro y fuera de Estados Unidos.
Analistas políticos y la propia cadena televisiva CNN esperan que sea ampliamente seguido y alcance récords de audiencia, como el duelo entre Hillary Clinton y Donald Trump, con 84 millones de espectadores, o los 73 millones del primer debate entre Biden y Trump en 2020. Sin embargo, hay que considerar que se está en plenas vacaciones de verano, lo que puede impactar su vaticinado alcance.
La profesora estadounidense de comunicación y directora del Annenberg Public Policy Center de la Universidad de Pensilvania, destaca que, aunque “generalmente los debates presidenciales no afectan a un número suficiente de votos para decidir el resultado de unas elecciones, pero cuando una elección es reñida, como puede ser ésta, desempeñan un papel importante”.
¿Dónde verlo?
En la sede de CNN en Atlanta tendrá lugar este primer cara a cara presidencial, que será moderado por Jake Tapper y Dana Bash, conductores del programa State of the Union, y quienes según anticipó la cadena, "utilizarán todas las herramientas a su disposición para hacer respetar los tiempos de palabra y garantizar un debate civilizado".
A las 9 de la noche hora del este de EE.UU. (8 p.m. Colombia) iniciará el enfrentamiento entre los dos candidatos de más edad de la historia estadounidense (Biden tiene 81 años y Trump 78) y en este ‘remake’, de pie tras sus atriles, un presidente en ejercicio y su antecesor.
La transmisión en vivo podrá apreciarse (en inglés y español) a través de los canales de la cadena (CNN, CNN International, CNN en Español y CNN Max), al igual que en su plataforma de streaming (CNN.com), Max (antes HBO Max) y las redes sociales de la televisora.
Pero también podrá apreciarse por la cadena Fox News, ya que la cadena del grupo Warner Bros Discovery autorizó a difundirlo, con el respectivo logo de CNN y sin comentarios externos. Tendrá un programa especial dos horas antes del debate, con sus editorialistas Jesse Watters o Sean Hannity para analizar la coyuntura política y el posible impacto que tenga en los electores este primero de los dos cara a cara acordados antes de la elección. Como se sabe, el 10 de septiembre se realizará el de la cadena ABC, que seguramente adoptará un formato similar para garantizar un debate ordenado, productivo y maximizar el tiempo de intervenciones de los dos candidatos que, como señalamos, no están investidos formalmente ya que serán en Milwaukee, el mes próximo para Trump y en agosto para Biden en Chicago.
¿Qué tratarán?
Aunque como reseñamos no se han informado los temas a debatir, es seguro que los candidatos pondrán sobre el atril los que se consideran claves para la elección y que, según sus respectivos equipos de campaña pueden ser los flancos débiles de su contendor: para el candidato presidente la crisis migratoria y para el exmandatario conservador, el derecho al aborto.
A estos se suman las mayores preocupaciones del electorado: la aún alta inflación, el apoyo político y financiero a la guerra en Ucrania, al igual que el irrestricto respaldo a Israel en ejercicio de su derecho a la legítima defensa contra Hamás, así como la seguridad en la frontera con México.
El aborto se ha convertido en un tema ineludible en este reeditado duelo electoral, dos años después de que la Corte Suprema de Estados Unidos anulara el fallo Roe vs. Wade, con el que por medio siglo se consideró que la interrupción del embarazo era un derecho constitucional y dejó que cada estado legislara sobre la materia.
Desde entonces han sido muchos estados los que emitieron leyes al respecto. A hoy, una veintena de ellos ha decretado prohibiciones o restricciones, principalmente en el sur y el centro, y los costeros, que lo han consolidado o fortalecido.
Los demócratas esperan que este tema les aporte los votos para inclinar la balanza a favor de Biden, sobre todo entre las mujeres y los jóvenes. El presidente, un católico practicante que durante mucho tiempo se mostró prudente sobre el tema, se convirtió en esta reñida campaña en un defensor del derecho al aborto.
Trump, por su parte, ha reiterado la defensa a la vida y el fallo de la Corte en el sentido que cada estado debe legislar sobre el tema. Por ello los demócratas han dicho que su posición es ambigua y no se ha referido a prohibir el aborto en todo el país mediante una ley federal.
Frente a la irrefrenable llegada de migrantes, miles que tras pasarla se entregan a las autoridades fronterizas y miles más que permanecen hacinados y en difíciles condiciones en el territorio mexicano a la espera de que les respondan sus solicitudes de asilo, el candidato republicano arremeterá con fuerza contra las decisiones del presidente demócrata.
Bajo la presidencia de Trump la llegada de extranjeros sin papeles bajó considerablemente e, inclusive, construyó un muro en gran parte de la línea fronteriza. Con Biden, se generó una crisis que se ha tornado inmanejable, pese a sus promesas tanto a México como a otros países centroamericanos, de ayudar a combatir las causas sociales que motivan a sus ciudadanos a migrar.
A comienzos de este mes y en un intento por mejorar en las encuestas, en las que sigue detrás de Trump, Biden anunció un plan para regularizar la situación de las parejas de ciudadanos estadounidenses que no tienen la nacionalidad, bajo el argumento de “mantener juntas a las familias estadounidenses" y “reforzar la economía" norteamericana. La medida aspira a llegar a unas 500.000 personas a alrededor de 50.000 de sus hijos, con un máximo de edad de 21 años.
El candidato-presidente regresó este martes de su retiro de preparación en Camp David para el debate, mientras que Trump continuó su agenda de campaña. Ha dicho que cada uno de sus mítines, de sus reuniones con parlamentarios, líderes políticos y recorridos le reforzaron tanto sus conocimientos sobre los problemas nacionales como las políticas para enfrentarlos.
Como reseñamos en el artículo de la edición dominical “Debate Biden -Tump: la madre de todas las batallas”, el de este jueves será un primer examen sobre las fortalezas y debilidades de los candidatos, en todo sentido.