La Operación Liberación Cacique Guicaipuro tuvo lugar el pasado miércoles 20 de septiembre en el estado de Aragua, donde 11.000 hombres de las fuerzas de seguridad de Venezuela entraron en la cárcel de Tocorón, el feudo criminal desde donde opera el Tren de Aragua, para romper la paz criminal en el lugar y capturar a Héctor “el Niño” Guerrero, quien al momento de la operación ya había huido.
“El objetivo es desmantelar y acabar con las bandas de delincuencia organizada y otras redes criminales que operan desde el Centro Penitenciario de Tocorón, en detrimento de la tranquilidad del pueblo venezolano", señaló un comunicado oficial publicado en los medios del gobierno.
Ejecutada la operación, que puede haber sido la más grande de la historia de Venezuela contra un grupo criminal, surgieron varios interrogantes. Uno de ellos, por supuesto, es el paradero de Héctor Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias “el Niño” Guerrero y sus lugartenientes, quienes según medios peruanos, estaría entre Perú y Chile. Pero la principal cuestión termina siendo el futuro del Tren de Aragua, organización criminal transnacional con presencia en Perú, Chile, Centroamérica y Colombia.
Los pranes
Más que cualquier otra organización criminal -tal vez sólo equiparable con el Comando Vermelho de Rio de Janeiro que tuvo origen en las cárceles- el poder del Tren de Aragua proviene de su manejo de la cárcel de Tocorón, sede de su aparato criminal, desde donde conduce todas las operaciones ilegales continentales como minería ilegal, secuestro, extorsión y tráfico de personas, entre otros delitos.
Este poder concentrado en la cárcel de Tocorón viene desde 2010, luego de una escalada violenta en las cárceles venezolanas, que llevó en su momento al gobierno de Hugo Chávez, y su ministra del Poder Popular, Iris Varela, a ceder el control carcelario a “los pranes” o bandas carcelarias, para poner orden, reducir las muertes violentas y poner fin a los levantamientos de presos.
Como era de esperarse, los “pranes” se convirtieron en grandes estructuras criminales como el Tren de Aragua. A medida que se extendió por el continente, este grupo -poco a poco- fue acumulando tanto poder que convirtió la cárcel de Torocón en un lugar con las comodidades de un hotel. Según Sebastiana Barraez, investigadora venezolana, el lugar cuenta con una piscina, un zoológico, un estadio de beisbol, discotecas y hasta su propio banco.
Fin de las comodidades
Con la operación “Liberación” esas comodidades parecen haber terminado. Las razones aún no son claras. Sin embargo, hay una serie de hipótesis que puede conducir a responder preliminarmente los motivos por los que Nicolás Maduro y sus fuerzas de seguridad han decidido romper con el feudo que aceptó por más de una década de los pranes y, en especial, del Tren de Aragua.
Una primera hipótesis es que, como escribe el exdirector de la Actuación Procesal de la Fiscalía General de Venezuela, Zair Mundarín, el régimen de Maduro enfrentaba una enorme presión internacional que pedía que atacara al Tren de Aragua. Esta presión venía no sólo de organismos internacionales, sino de países aliados como Colombia Chile o Brasil, que se han visto afectados por las actividades ilícitas de esta organización criminal.
Frente a esta primera explicación, organizaciones como el Observatorio Venezolano de Prisiones apuntan, sin embargo, a que la intervención de las fuerzas de seguridad de Maduro pudo haber sido pactada con los líderes del Tren de Aragua, lo que explicaría, además, la salida con antelación del centro penitenciario del Niño” Guerrero.
También, analistas como el criminólogo José Ignacio Mayorga escriben en el portal web El Estímulo que eventualmente lo que pudo haber sucedido es que se rompió el pacto entre el Estado venezolano y el Tren de Aragua sobre el manejo y explotación de las rentas ilegales.
Ante el crecimiento de esta organización criminal, Maduro y sus ministros pueden haber visto en el Tren ya no un aliado sino un competidor incómodo que, además, logra rentas millonarias que deberían ser explotadas por los operadores del régimen, en especial, las fuerzas de seguridad.
Si no es por el rompimiento del pacto criminal entre Estado y pranes, otra hipótesis que igualmente ha tenido cabida es la de que Maduro buscaría legitimar su régimen llevando a cabo intervenciones militares contra el crimen organizado de cara a las elecciones presidenciales del próximo año.
El futuro del Tren
Acorralado en su feudo y con su máximo líder escondido aparentemente en otro país, el Tren de Aragua podría enfrentar un proceso de desarticulación que lleve a una atomización criminal en varias bandas y derive en un aumento de la violencia en medio de la disputa por el control territorial y de operaciones. Aún es temprano para decirlo.
Lo que es cierto es que esta organización transnacional ha experimentado en los últimos años una sucesión de asesinatos que indican una escalada violenta de la que podría haber salido debilitada, según Mayorga.
Todo comenzó en Bogotá, con las impactantes imágenes de cadáveres puestos en bolsas negras. Estos asesinatos, según la Policía Nacional de Colombia y la Alcaldía de Bogotá, harían parte de una cruenta guerra por controlar territorios estratégicos entre el Tren de Aragua y organizaciones criminales colombianas como el Clan del Golfo y sus aliados, que le declararon la guerra la semana del 25 de agosto de este año. Como consecuencia de ello, el Tren de Aragua podría en un mismo año, 2023, estar perdiendo fuerza tanto en Colombia como en Venezuela.
¿Se trasladará con fuerza a Perú? Por lo general, las estructuras criminales buscan maximizar sus ganancias operando en ambientes no violentos en donde pueden llegar a “pactos criminales” con otras organizaciones delictivas o a acuerdos temporales con el Estado. Como fue la pax criminal en México, que durante mucho tiempo operó entre los líderes del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y los carteles de la droga o, hasta el pasado martes, el pacto entre el chavismo y los pranes.
Tanto en Colombia como en Venezuela el Tren de Aragua enfrenta una escalada violenta que puede llevar a que el grupo tome dos posibles caminos. El primero es que entre en un estado de apaciguamiento en Venezuela, para recalcular su estrategia criminal y buscar nuevos acuerdos con el Estado y otros grupos. Menos posible se ve esto en Colombia, donde los grupos criminales locales no parecen estar dispuestos a llegar a acuerdos criminales. Si no decide este camino, podría escalar la violencia y disputar cada territorio, tanto en Colombia como en Venezuela.
Comienza un escenario nuevo para el Tren de Aragua, uno de los grupos de crimen organizado más poderosos de América Latina, conocido por su enorme sevicia.