La famosa expresión “tener paciencia china” significa tener mucha tolerancia, comprensión para con otras personas en determinadas circunstancias. Y en la estrategia del líder Xi Jinping ello se traduce en saber esperar, interpretar la conveniencia de los hechos, limitar sus declaraciones y mantener un juego político a tres bandas, clave para erigirse como el hombre fuerte de la geopolítica mundial.
Como en ese famoso juego de bolas, Xi maneja con la característica precisión de este deporte el taco para alcanzar los objetivos políticos y económicos del gigante asiático. Con golpes calculados se ha convertido en una estrella de las ‘tres bandas’, a saber: su posición frente a Occidente (especialmente Estados Unidos), su estratégica alianza con Rusia y su proyecto personal de convertirse en el líder más influyente desde Mao, lo que se materializará en el próximo congreso del Partido Comunista Chino, el 16 de octubre.
Y aunque en esa gigantesca mesa global, donde el pulso por ser un actor de peso es diario, Xi Jinping juega desde hace años, ha sido en éste donde ha realizado sus mejores carambolas, destacando entre ellas el afianzamiento de la política de “una sola China” frente a las movidas internacionales estadounidenses en Taiwán, el conveniente acercamiento y moderado apoyo a Rusia, así como la creciente influencia en América Latina.
En ese marco, su acercamiento ‘pasito a pasito’ -tras el fin de la Guerra Fría- hacia Rusia es la implementación de un ambicioso proyecto político de largo plazo. Construir un fuerte eje Pekín-Moscú para implementar un nuevo orden mundial, tal cual lo confirmaron meses atrás y al que pretenden sumar otro gigante: India.
El mundo desconoce si el pasado 4 de febrero, cuando el presidente ruso Vladimir Putin se hizo presente en la apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín que presidió su homólogo Xi Jinping, este último conocía los planes del Kremlin de invadir a la vecina Ucrania. Sin la guerra como telón de fondo, los líderes firmaron una declaración conjunta en la que además de anunciar una “coordinación estratégica sin límites” notificaron que “el mundo se encaminaba otro orden y la trasformación de la arquitecura de gobernanza global”.
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En esa ocasión, cuando ya se movían las tropas rusas en la frontera con Ucrania, se dio el primer apoyo abierto de Xi a Putin al sumarse a las críticas del proyecto expansionista de la Otan en Europa del Este por la intención ucraniana de entrar a esa organización militar trasatlántica. Ta solo un día después, el impredecible Putin reconoció la independencia de las autoproclamadas repúblicas separatistas de Donestsk y Lugansk, la antesala del inicio de la guerra, que inició veinte días después.
Desde entonces, Xi ha tenido jugadas maestras en la línea política como abstenerse de condenar la guerra, referirse directamente a Ucrania, limitar sus declaraciones sobre la guerra al respeto a la soberanía de los pueblos y no dar apoyo militar o económico directo a Moscú. Y, simultáneamente, fortaleció la relación comercial con el Kremlin, logrando aumentar sus compras de petróleo y gas con descuento, así como de otros productos rusos. En lo corrido del año, el comercio del gigante asiático con dicho país aumentó un 31% interanual.
Además, para no desafiar directamente a Occidente que impuso severas sanciones a Rusia por la guerra, en otra magistral jugada a tres bandas China paga tales adquisiciones en rublos y/o en yuanes.
Es así como China se colocó al lado de Rusia y posicionan, por lo pronto con más declaraciones que hechos, la consolidación de una nueva era de las relaciones internacionales con un “orden mundial más justo”, tal cual lo han expresado reiteradamente a través de altos funcionarios de sus respectivos gobiernos como sus líderes en varias ocasiones.
La más reciente de ellas tuvo lugar ayer en la uzbeka Samarcanda, una de las ciudades más antiguas y con más historia de Asia Central, donde en la antesala de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), Xi y Putin volvieron a encontrarse cara a cara para analizar “temas de común interés”.
Vale recordar que tuvieron contactos telefónicos tras el inicio de la guerra, en un explicado intento de ‘mediación diplomática’ en Pekín, a finales de febrero y junio. De allí que el encuentro personal de ayer concitara el interés global y el mensaje final fuera un renovado compromiso para liderar “un mundo cambiante”.
Inclusive, previo al encuentro, el Kremlin divulgó un comunicado en el que resaltó que “el tándem de política exterior de Moscú y Pekín desempeña un papel clave para garantizar la estabilidad mundial y regional. Defendemos conjuntamente la formación de un orden mundial justo, democrático y multipolar basado en las normas internacionales y en el papel central de la ONU".
Frente a frente, Xi y Putin evaluaron los más relevantes temas de interés común y tras felicitarse por su relación como “grandes potencias”, que de suyo es un contrapeso a Occidente, confirmaron el proyecto político conjunto y de largo plazo.
"China está dispuesta a hacer esfuerzos con Rusia para asumir su responsabilidad de grandes potencias, y tomar el papel de guía para inyectar estabilidad y energía positiva en un mundo caótico", dijo Xi a Putin, quién por su parte denunció los esfuerzos (de EE. UU) para crear un "mundo unipolar".
"Recientemente, hemos superado el impacto de la pandemia de covid-19, hablado muchas veces por teléfono y mantenido una comunicación de estrategia efectiva", dijo el mandatario chino a su par ruso, al tiempo que expresó su deseo que esta cumbre permita “intercambiar puntos de vista sobre temas internacionales y regionales que nos conciernen”.
Xi también dijo que está “dispuesto a apoyar con Rusia los intereses fundamentales" de ambos países, volvió a describir a su par ruso como “un viejo amigo” y resaltó la firmeza de los lazos bilaterales pese al aumento de las presiones internacionales contra sus naciones.
Putin, por su parte, reiteró sus críticas a Estados Unidos, que lidera la ayuda militar a Ucrania, así como las sanciones internacionales contra Moscú.
"Los intentos de crear un mundo unipolar han cobrado recientemente una forma absolutamente fea y son completamente inaceptables", sostuvo el hombre fuerte del Kremlin, quien a renglón seguido agregó: "apreciamos mucho la posición equilibrada de nuestros amigos chinos en lo que concierne a la crisis ucraniana".
También dio su apoyo a Pekín respecto a Taiwán, donde las visitas de funcionarios estadounidenses en las últimas semanas provocaron la ira china.
"Condenamos la provocación de Estados Unidos", dijo, subrayando que Moscú se adhiere al principio de "una sola China", según el cual Taiwán es parte integrante del territorio chino.
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Como señal de su acercamiento frente a las tensiones occidentales, navíos rusos y chinos efectuaron ayer una patrulla conjunta en el océano Pacífico para "reforzar su cooperación marítima"
El presidente chino también se reunió en Uzbekistán con su homólogo bielorruso, Alexander Lukashenko, que le agradeció el "apoyo" de Pekín "en estos tiempos difíciles". Bielorrusia es un aliado cercano de Rusia y miembro de la OCS como observador.
La Organización está conformada por China, Rusia, India, Pakistán, Kazajistán, Uzbekistán, Kirguistán y Tayikistán, se fundó en 2001 como una organización política, económica y de seguridad para rivalizar con las instituciones occidentales.
No es una alianza militar formal como la OTAN ni un bloque integrado como la Unión Europea, pero sus miembros trabajan juntos en cuestiones de seguridad, cooperación militar y promoción del comercio.
Más allá de las anteriores declaraciones, sin anuncios nuevos, los mandatarios de China y Rusia alcanzaron sus objetivos personales: Putin mostrar que Rusia no puede quedar aislada internacionalmente y Jinping exhibir sus credenciales como influyente dirigente global de cara a su ‘entronización’ como el emperador rojo del siglo XXI para un tercer mandato que puede convertirse en vitalicio, tras la reforma constitucional que promovió. /Redacción internacional