Destruir el ‘narcoestado’, desafío para la nueva Siria | El Nuevo Siglo
EL DERROCADO Al Asad financió la guerra en Siria y movió su economía por años. Las nuevas autoridades enfrentan el complejo red de desbaratar ese entramado narcotraficante./Archivo AFP
Lunes, 23 de Diciembre de 2024
Redacción internacional con AFP

LAS nuevas autoridades sirias que lidera el grupo yihadista Hayat Tahrir al Sham (HTS) tienen por delante el enorme desafío de restaurar una economía devastada por más de una década de guerra y marcada (de unos años a esta parte) por la transformación del país en un narcoestado que ha hecho de la anfetamina captagon, en opinión del Banco Mundial, su "sector más valioso".

Esta importancia del narcotráfico es, a juicio de expertos internacionales, el ejemplo más claro de la catastrófica crisis económica y humanitaria que atraviesa el país. A la mínima que las soluciones ofrecidas por las autoridades y por la comunidad internacional no resuelvan las necesidades básicas de los sirios, la producción y la exportación de captagon seguirá representando una opción para salvar la vida.

Como parte de sus esfuerzos para ganarse la confianza de la comunidad internacional, HTS anunció a los pocos días de asumir el poder su intención de destruir la amplia y profunda red de producción y distribución de esta droga en todo el país; un mercado que, entre 2020 y 2023, representó para la economía siria un total aproximado de 5.000 millones de euros, según los datos de la institución internacional.

Para hacerse una idea del impacto regional, actores internacionales que participan del tráfico del captagon -en países como Arabia Saudí, Líbano, Irak o Jordania- han ganado cada año unos 1.500 millones de euros gracias a esta droga.

La explosión del captagon en Siria está directamente vinculada a la guerra civil, al tratarse del recurso más valioso del depuesto expresidente Bashar al Assad para financiar el coste interno del esfuerzo bélico.

De hecho, los yihadistas, así como testimonios de narcotraficantes detenidos en años previos, apuntan al hermano de Al Assad, Maher, antiguo comandante de la 4ª División Acorazada y ahora a la fuga, como máximo responsable de una red de narcotráfico que al principio se repartía con el partido-milicia chií libanés Hezbolá hasta que una disputa interna acabó expulsando al grupo armado libanés del sistema, según activistas del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos.

Además, hay que recordar que hace unos meses, cuando parecía que Al Assad iba a conseguir la reintegración del país en la comunidad regional, varios países árabes se declararon radicalmente en contra de la misma tras denunciar, siempre a través de fuentes diplomáticas bajo anonimato, al Gobierno de Damasco como máximo responsable de la producción de esta droga.

"Siria se ha convertido en un narcoestado que genera entre 4.000 y 5.000 millones de dólares al año", aseguraron en mayo de 2023 fuentes próximas a las negociaciones de reincorporación siria a la Liga Árabe. "No podemos pagar un precio por ello", añadieron.

El problema ahora, entienden expertos como el analista Nicholas Krohle, es que el mercado de captagon es demasiado tentador como para desaparecer por completo: cuesta apenas unos céntimos de euro producir una pastilla que luego se vende por entre 7 y 20 euros en Jordania. Las incautaciones internacionales se cuentan por toneladas, como demostró el alijo interceptado en septiembre del año pasado por la Policía de Emiratos Árabes Unidos, estimado en casi 1.000 millones de euros repartidos en 86 millones de estas píldoras.

"Dependerá de la situación política", explica Krohle al diario emiratí 'The National News', "pero ahora mismo cualquier milicia que necesite dinero puede aprovecharse de este 'boom'" en un país cuyo PIB se ha desplomado un 54 por ciento entre 2010 y 2021.

El captagon es ahora mismo una droga en busca de un mercado. El jefe de la división contra el narcotráfico para la región del Kurdistán iraquí, el capitán Arkan Bibani, confirmó hace unos días a la cadena kurda Rudaw que "en los últimos años ha existido un intento de convertir esta región en un epicentro del mercado de captagon": más de 1.400 personas han sido detenidas en el Kurdistán desde principios de año y han sido incautados más de 465 kilos de narcóticos.

Arabia Saudí, uno de los principales destinos de la droga -que allí es consumida por motivos recreativos, mientras que en otros países es empleada por extremistas antes de entrar en combate- ha autorizado ya el establecimiento de centros de rehabilitación privados y terminado con una moratoria sobre las ejecuciones por delitos relacionados con drogas. Casi cien personas han sido ejecutadas este año por delitos relacionados con el narcotráfico, según Amnistía Internacional. Además, queda por ver qué decide hacer Rusia con sus posiciones militares en la ciudad de Tartús, cuyo puerto es considerado uno de los principales puntos de exportación.

Tarea descomunal

Si en la arena política existe el temor a que Siria siga los pasos de Libia y termine en un país fragmentado entre autoridades paralelas, en el ámbito del narcotráfico emerge el miedo a que Siria acabe transformada en la peor versión de México, Ecuador o Colombia, donde las narcomilicias aterrorizan sin descanso a las poblaciones locales.

El captagon, recuerda el experto del Instituto de Guerra Moderna de West Point, Jonn Spencer, no es más que el síntoma de una crisis endémica y representa una amenaza regional que necesita de una acción colectiva y sofisticada que debe combinar, "una intervención conjunta a nivel militar, social y económico".

Ahora mismo la balanza podría acabar inclinada hacia cualquier lado. Un estudio en profundidad del grupo de estudios norteamericano New Lines Institute sugiere que las incautaciones alcanzaron su punto máximo en 2021, lo que da a entender una estabilización de la oferta de captagon por la colaboración conjunta de las fuerzas de seguridad de los países afectados, pero "los métodos de contrabando, incluidas las técnicas especializadas de embalaje y ocultamiento, han evolucionado, lo que indica una creciente sofisticación de los traficantes".

Ninguna iniciativa servirá, explica Spencer en un artículo para el magacín estadounidense 'Newsweek', si las nuevas autoridades sirias y la comunidad internacional no actúan en conjunto y con decisión para rescatar al país de la catástrofe: más de 16 millones de personas necesitan ayuda humanitaria, la producción de petróleo apenas llega a la cuarta parte de los niveles pre-bélicos y, en 2023, el precio medio de mercado de la libra siria llegó a registrar una depreciación del 141% frente al dólar estadounidense.

"El éxito que tengan en desmantelar el imperio del captagon no sólo definirá su legitimidad (de las nuevas autoridades) sino que también determinará el curso de la recuperación de Siria", asegura Spencer, en un camino "plagado de desafíos" que exige, sin embargo, "una determinación inquebrantable", porque están en juego la seguridad regional y las vidas de innumerables personas.