El espíritu militar de Macron y Scholz | El Nuevo Siglo
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Jueves, 27 de Julio de 2023
Pablo Uribe Ruan

En febrero, cuando Olaf Scholz habló del Zeitwende o “punto de inflexión”, por el rearme de Alemania, después de 80 años -el mayor de la historia moderna en ese país-, la noticia en Francia, el otro gran poder de la Europa central, resultó simplemente como la confirmación de un plan que ya se venía ejecutando.

Meses antes, Emmanuel Macron había anunciado tal inflexión en su país. Y, además, venía trabajando con varios países europeos para construir una política de seguridad y defensa nueva en Europa, que incluía la adhesión de Ucrania en la Otan y la Unión Europea (UE). 

Liderada por Berlín y París, la UE, tras largas décadas de constructivismo y liberalismo, en las que la se propiciaron escenarios multilaterales, así como el fomento de las redes comerciales por todo el continente, ha cambiado de paradigma. La realpolitik ha vuelto con su doctrina de autodefensa e intereses. Y es Francia, no Alemania, la que lidera este cambio.

La Otan, resucitada

Mucho antes de que las botas negras de los mercenarios de Vladimir Putin pisaran la frontera de Ucrania, en febrero de 2022, Macron tenía claro que la Organización del Tratado Atlántico (Otan) era arcaica, y necesitaba reestructurarse. “La Otan sufre de muerte cerebral”, le dijo, en 2019, a The Economist. 

Francia, para reestructurar dicha organización militar trasatlántica, a la que ha visto anclada en la realidad geopolítica de la guerra de los Balcanes (1995), hoy pide que Ucrania y Moldavia se adhieran a ella y tengan todo el respaldo de este bloque occidental contra Rusia. “Necesitamos un camino hacia la adhesión”, dijo Macron, desde Eslovaquia, el 31 de mayo.

Fue en la cumbre de Vilna, Lituania, donde el presidente francés, además, se alineó con la posición de Polonia, Gran Bretaña, Suecia y Noruega, de agilizar la entrada de Ucrania a la Otan, idea que se desconocía por parte de Francia que, hasta el momento, con Alemania, solía partir de la base de que para mantener relaciones amistosas con Moscú había que demorar la entrada de los ucranianos a la Otan. 

Este giro representa un cambio total en la política exterior y de seguridad francesa, que, desde los tiempos de Charles De Gaulle, interpretaba que lo más conveniente para Francia era mejorar económica, política y militarmente las relaciones con los países del centro y occidente de Europa, antes que dar un salto en los países del oriente del continente. 

Encaminada la adhesión de Kiev en la Otan, aunque esta eventualmente pueda ser bloqueada en caso de que se dé alguna mesa de negociación entre Moscú y Kiev -hoy totalmente lejana-, el otro frente en el que queda demostrado el cambio de Francia a nivel de seguridad y defensa es la también posible adhesión de Ucrania a la Unión Europea, el corazón del conflicto con Putin. 

Volodimir Zelensky, presidente de Ucrania, en junio se reunió con los líderes de la UE para discutir la adhesión inmediata de su país. En esa cumbre pasó un mal rato por la reticencia de la mayoría del bloque de no permitir tal paso en la medida en que se vulneran normas internas de la UE. La decisión de si entra Kiev o no al bloque se tomará en diciembre. 



Francia, sin embargo, ha liderado las conversaciones entre el bloque europeo y Kiev. “Un grupo de trabajo franco-alemán está estudiando las implicaciones. La Comisión Europea informará en octubre sobre la ampliación, incluida la de los Balcanes Occidentales”, dice The Economist. 

Es Macron, no Scholz, el canciller alemán, quien empuja desde París para que dichas conversaciones se lleven a cabo lo más rápido posible. La lectura del presidente francés sobre Europa ha sido clara. Para él, el bloque europeo necesita reforzar su soberanía en todos los frentes, no sólo en de defensa y seguridad, como en este caso, sino en energía y comercio. 

Se trata de reposicionar a Europa y darle suficiente autonomía ante un potencial conflicto entre China y Estados Unidos, incluidos los coletazos que ha traído la invasión de Rusia a Ucrania.

Las acciones de Putin han confirmado la necesidad de reforzar la Unión Europea. Pero no sólo esto. La posible llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos en 2024 -como muestran los sondeos- también resulta un desafío para Europa, que entiende que el candidato presidencial tiene una clara aversión a la Otan y las organizaciones internacionales. 

Alemania, detrás

Era Ángela Merkel, la excanciller de Alemania, la que ponía la agenda en Europa hasta hace poco. Lejos de la popularidad y la firmeza de Merkel, Scholz va detrás de Macron, y de Francia, en las decisiones geoestratégicas del bloque europeo. Lo que no quiere decir que no las comparta. 

Alemania, como la UE y París, se rearma...“Tras casi 80 años de moderación, Alemania tiene ahora un nuevo papel en el sistema de coordenadas internacionales. Debe reivindicar ser una potencia líder”, ha dicho el presidente del Partido Socialdemócrata, Karis Klingbell, al que pertenece el canciller Scholz. El ministerio de Defensa alemán va recibir 100,000 millones de euros para la comprar de cazas F-35 y el diseño y compra de un escudo antimisiles con tecnología estadounidense-israelí, dice El Mundo. 

Para Berlín, este cambio de paradigma no ha sido tan fácil como para París. Es claro que el pacifismo de Konrad Adenauer ha marcado a decenas de dirigentes que han defendido esta doctrina por ocho décadas. También es cierto que Alemania, a diferencia de Francia, ha sido más cercana comercialmente a Moscú desde los tiempos de la Ostpolitk de Willy Brandt (1970s), que acuñó aquella frase del “cambio a través del comercio”. 

Scholz, sin embargo, ha anunciado “un cambio de era”, pese a la dificultad que ésta le ha representado dentro de su coalición de gobierno, que incluye liberales y verdes, un partido ante todo ecologista y que defiende la transición energética. Algunos verdes han apoyado al canciller en su giro. “De idealistas pacifistas a fanáticos de tanques”, los ha llamado la popular revista Der Spiegel. 

Alemania y Francia, apoyadas por el insular Reino Unido, están invirtiendo millones de euros y libras en sus fuerzas armadas, en una carrera armamentista de la que Europa, hasta hace un año, era ajena. 

Macron es el eje de este cambio de paradigma. Más allá del manejo de la política monetaria europea, que está en manos de Berlín, Francia pasa a ser la líder del continente en su principal asunto: la soberanía europea y su política de defensa y seguridad.