¿Estado Islámico acabado? No, ahora emplea el nikaya | El Nuevo Siglo
Foto AFP
Domingo, 26 de Noviembre de 2017
Pablo Uribe Ruan
Se esperaba, después de la reconquista de Raqqa y Mosul, que la coalición internacional declarara el fin del Estado Islámico. Pero no fue así. Ubicado en Eurasia, más exactamente en Afganistán, el grupo lleva años reconstruyendo un nuevo ejército para fundar el estado de Khorasan. Para ello, emplea una táctica de guerrillas conocida como nikaya, que también la viene usando en Iraq, Siria, Libia y otros países

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EN JULIO de este año, antes de que cayeran sus principales ciudades, el Estado Islámico (EI) conquistó los territorios de Tora Bora, en Afganistán. Allí,  tiempo atrás, Osama bin Laden se escondía en cuevas y montañas, hasta que se mudó a Pakistán, donde fue abatido por fuerzas norteamericanas o murió por otras causas, aún desconocidas.

Liderado por un exhombre  del Al Qaida,  Abu Bakr al-Baghdadi, quien -dicen los expertos- fue designado por bin Laden en Iraq, hasta que las diferencias entre uno y otro llevaron a que fundara el grupo en su primera versión, el Estado Islámico venció a los talibanes en esa región de Afganistán.

Para lograrlo, tuvo que movilizar un número importante de tropas. Los talibanes, tras las fallidas operaciones rusas y norteamericanas en Afganistán, se han vuelto un para-Estado imbatible, con el que, pese a los reiterados intentos por terminar al grupo, convive el gobierno afgano.

Hábilmente, el EI previó su derrota militar en Siria e Iraq y empezó, a mediados de 2015, a movilizar tropas hacia Afganistán, para extender o, mejor, replantear el califato. Este plan, según Al Jazeera, buscaba reconstruir el Khorasan, un vasto territorio que incluye partes de  Kazajistán, Kirguistán, Turkmekistán, Uzbekistán e Irán.

Con el Khorasan en mente,  y en desarrollo, el Estado Islámico, expulsado de Siria e Iraq, aún sigue vivo en varias regiones de Eurasia. Dos años después de la conquista de Tora Bora, el grupo terrorista es más débil y no tiene la misma cantidad de hombres, pero su intención expansionista sigue viva.

De Raqqa a Eurasia

Es difícil, incluso para un periodista, explicar en qué momento se encuentra el Estado Islámico. Numerosas veces en este año la noticia de, “última batalla en Raqqa” o “fin del EI en Mosul”, ha sido publicada en los medios, un hecho muy importante para las distintas coaliciones anti terroristas. Pero, con el paso de los días, su alcance sigue siendo confuso. 

Es cierto que el Estado Islámico está casi acabado de Siria e Iraq. La tercera semana de octubre, después de meses de combates, la coalición internacional unida con las fuerzas leales del régimen recuperaron Raqqa, bastión sirio del Estado Islámico. Fue un golpe duro, indudablemente, mas no certero.

Meses antes, en una reconquista que tuvo un cubrimiento sin precedentes, grupos kurdos financiados por Estados Unidos lograron retomar Mosul, al occidente de Iraq, donde el EI tenía su otra capital. Esto tampoco representó el aniquilamiento total de la agrupación, que, como quedó demostrado en Raqqa, tuvo la capacidad de aguantar los embates de una coalición poderosa en armas, hombres y provisiones.

Testigos relatan, sin embargo, que pocos cadáveres de yihadistas (terroristas islámicos) quedaron en Raqqa o Mosul, tras la reconquista de la coalición internacional. El experto en Medio Oriente del Instituto egipcio Tahrir, Hassan Hassan, dice que este fenómeno sorprende, pues se estima que en estas dos ciudades vivían miles de terroristas que, de un momento a otro, desaparecieron.

Esto se explica, en parte, por el acuerdo que, dice Hassan, logró la coalición internacional con el EI. En contadas horas, los terroristas, sin fúsil o con fúsil, se fueron de Raqqa, salvo algunos reductos para la contra-ofensiva, demostrando que hubo una especie de acuerdo tácito entre las partes para no derrumbar milenarios edificios, como han hecho con otras ciudades.

Huyendo hacia el norte de Siria o Iraq, miles de yihadistas no se sabe dónde están. Algunos han vuelto a Europa; otros se fueron a Afganistán y Pakistán; los demás, arrepentidos, pueden estar con  sus familias o, simplemente, se cambiaron de bando, como suele suceder en el inestable Medio Oriente. En todo caso, sea cual sea su ubicación, es muy posible que mucho sigan en la yihad, pero empleen otra estrategia.

Los expertos dicen que el Estado Islámico -como siempre pasa- cambió de estrategia militar hace dos años. De movilizar miles de hombres vestidos de negro, pasó a la táctica de guerrillas, con pequeños grupos que rodean ciudades, pueblos, condados, para hacer presencia militar.

Hábilmente, el EI previó su derrota militar en Siria e Iraq y empezó, a mediados de 2015, a movilizar tropas hacia Afganistán, para extender o, mejor, replantear el califato.

En un artículo publicado en una página web del grupo (Al Naba), se explica que el Estado Islámico, previendo una descomposición de su pie de fuerza, denominó la táctica de guerrillas como nikaya. Esta estrategia busca “desgastar a su enemigo a través de una incesante campaña de terror y ataques de golpe y fuga”. Ahora está en apogeo.

Hassan explica que el cambio de tácticas “ha estado en marcha desde principios del año pasado, a medida que el grupo perdió más territorio, gradualmente ajustó sus tácticas para adaptarse a su nuevo entorno y a la implacable campaña aérea y terrestre en su contra”.

El EI comunicó oficialmente su cambio de estrategia el 12 de octubre, en Al Naba, semanas antes de perder Raqqa.  Aparte de este anuncio, el grupo contó que la táctica de guerrillas ya la había usado, en 2008, ante la numerosa presencia de tropas norteamericanas en Iraq. Esto porque el Estado Islámico que se conoce hoy es una rama de al Qaida en ese entonces, cuando bin Laden encargó al Bagdadi y otros jefes de aumentar la capacidad terrorista en esa región.

Conocido como el Estado Islámico de Iraq, en 2007 el grupo quedó muy débil para “participar en intensas batallas” -dice Al Naba-, y optó por tomar una decisión “sin precedentes y audaz”, empleando la táctica de guerrillas.

“Fue entonces cuando Abu Omar Al Baghdadi dijo: ahora no tenemos un lugar donde podamos estar de pie durante un cuarto de hora”. Así el portal yihadista cuenta cómo el Estado Islámico experimentó, por primera vez, esta táctica que hoy aparentemente se ha convertido en su nueva estrategia.

¿Está acabado?

La historia de los grupos terroristas islámicos y el presente de la coalición internacional permiten decir que el Estado Islámico no está acabado. Vive, eso sí, uno de sus peores momentos, pero no ha sido eliminado. En Afganistán, Pakistán, Libia, Egipto y algunos reductos de Siria e Iraq (y las células en Europa y Estados Unidos), el grupo sigue actuando militar e ideológicamente. Intenta ingresar  en Indonesia y otros países del sureste asiático, pero ha sido eventualmente controlado. Turquía también padece su presencia.

Sólo el viernes, en quizá uno de los peores atentados fuera del campo de batalla (Siria e Iraq), el Estado Islámico presuntamente atacó una mezquita en  el Sinaí egipcio, matando a 235 personas e hiriendo a otras 120. No se había hecho responsable del ataque al cierre de esta edición, pero los organismos de seguridad apuntaban al grupo.

El Estado Islámico, como otros grupos terroristas, tienen una tendencia a la continuidad, explica el experto Hassan. En 2010, momento en que las fuerzas norteamericanas se preparaban para irse de Iraq, tras estabilizar, presuntamente, el país, fue detenido el número del entonces Estado Islámico de Iraq. Se presumía que este golpe acabaría la agrupación. Pero no fue así: siguió hasta proclamar el califato, en 2013.

Los expertos dicen que el Estado Islámico -como siempre pasa- cambió de estrategia militar hace dos años. De movilizar miles de hombres vestidos de negro, pasó a la táctica de guerrillas.

Según Foreign Policy, la perdurabilidad de los grupos terroristas en Medio Oriente se debe a la inestabilidad de la comunidad internacional en la región. Mientras que Estados Unidos se retiraba de Iraq, el Estado Islámico de Iraq, débil, pero presente, buscaba reconstruir sus bases, hasta que lo logró. Lo mismo pasó en Afganistán, centro del yihadismo internacional -talibanes, EI, al Qaida-, con las fallidas y cortas incursiones de Rusia y Estados Unidos.

El poder de reclutamiento del EI, y otros grupos, es innegable. Se reconstruye fácilmente, dado el poder ideológico-religioso que tiene su discurso. Desde pequeños, los niños son adoctrinados bajo la Sharia, una interpretación radical del Corán. Es común, por eso, oír cómo los centros de seguridad en Occidente piden que la estrategia antiterrorista se enfoque en los imanes, para conocer a los radicales en las mezquitas.

El número de combatientes que llegó a tener el EI, a mediados de 2013, no es claro. Expertos como Hassan Hassan estiman que las cifras han sido infladas y explica que las cifras de extranjeros son inferiores. Según este, el grupo nunca llegó a tener 70.000 combatientes, aunque sí pasó los 50.000, un número importante.

Según datos oficiales, el Estado Islámico alcanzó los 35.000 combatientes extranjeros. Esta cifra, sin embargo, es muy inflada, si se tienen en cuenta los números de los países europeos que hacen parte de la coalición internacional.

Afganistán

Marcados por la sevicia y el radicalismo, el Estado Islámico cada vez está más presente en el norte de Afganistán, donde disputa con los talibanes el control de pueblo por pueblo. Se dice, en un reportaje del portal Understandingwar, que “a principios de noviembre que los combatientes extranjeros del ISIS de Francia, Sudán, Chechenia, Uzbekistán y Tayikistán están reclutando locales y entrenando a terroristas suicidas infantiles”.

El Estado Islámico, con su caída en Siria e Iraq, ha enfocado parte importante de sus fuerzas en Afganistán. El grupo, además de tener una mayor presencia territorial, ha logrado la adhesión de grupos pro al Qaida de Uzbequistán y ha quebrado la estabilidad de los talibanes, con la incorporación de “cientos” de combatientes, dice el Instituto para el Estudio de la Guerra.

Donald Trump, consciente de la reconstrucción del Estado Islámico,  ha dicho que las fuerzas norteamericanas tienen que enfocarse más en Afganistán y empezar a abandonar Siria e Iraq. Quizá lo dice porque Rusia, Irán y Turquía  están liderando la reconstrucción de Siria. En todo caso, el EI no ha muerto. Sigue vivo. Y ahora, es una guerrilla que implementa el nikaya.

 

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