Gente. “Acostumbrados a los cohetes, no vimos a los terroristas” | El Nuevo Siglo
SIN PALABRAS y profundo dolor quedó el mundo tras el ataque de terrorista de Hamas en un festival musical hace una semana y que desató la guerra de Israel en Gaza./AFP
Sábado, 14 de Octubre de 2023
Redacción internacional con AFP

LOS hermanos Osher y Michael Waknin querían celebrar "la amistad, el amor y la libertad infinita", pero la última fiesta que organizaron se convirtió en una pesadilla. 

Su idea de organizar la primera edición en Israel de Tribe of Nova, un festival de música nacido en Brasil dos décadas atrás, se anunciaba como un éxito. Unas 3.500 personas, entre israelíes y extranjeros, asisten desde el viernes al evento en el sur del país.

Tres escenarios, varios DJ de todo el mundo, una zona de acampada, bares para abastecer a los festivaleros... Nada se ha dejado al azar en este recinto al aire libre situado en el desierto del Néguev, a cinco kilómetros de la frontera con la Franja de Gaza.

Empieza la fiesta con un éxito que sobrepasa sus cálculos. Los hermanos Waknin festejan al igual que los miles de asistentes. Pero al amanecer del sábado 7 de octubre, siendo alrededor de las 06:30 a.m. la música tecno se detiene y aunque muchos jóvenes siguen bailando, una voz de alarma sale por la megafonía: “Chicos, alerta roja, reagrúpense”.

En la desbordante multitud tal vez son muy pocos los que escuchan la advertencia, mientras a lo lejos se comienzan a escuchar ruidos confusos. Luego se aprecian chispas seguidas de explosiones que invaden el cielo, que se torna anaranjado. La Cúpula de Hierro, el sistema de defensa antiaérea de Israel, intercepta los primeros cohetes lanzados por el grupo islamista Hamás desde Gaza y los asistentes a la rumba no prestan gran atención, ya que como narraron algunos de ellos “estamos acostumbrados” a ello.

Ese fue el principio de la masacre ocurrida hace una semana en la frontera entre Israel y Gaza, convertida en símbolo del ataque más letal y despiadado lanzado por el movimiento palestino terrorista Hamás contra Israel.


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En ese momento, "todavía reíamos y no nos tomábamos la situación en serio", explica Efraim Mordejayev, un soldado de 23 años que estaba de fiesta ese fin de semana, coincidiendo con el final de la festividad judía de Sucot.

"Estamos acostumbrados a los cohetes" lanzados desde el enclave, dice. La Franja de Gaza, territorio empobrecido donde viven hacinadas 2,3 millones de personas, está sometida a un bloqueo israelí desde que Hamás se hizo con todo el control en 2007.

El joven y sus amigos empiezan a dispersarse con tranquilidad, pero enseguida se dan cuenta de que nada es como siempre. El peligro no viene solo del cielo, sino que irrumpen hombres armados, algunos en parapentes motorizados, otros en motocicletas o camionetas.

"Cuando vimos a los terroristas, el pánico se desató", recuerda.

 

Persecución

Empieza entonces una persecución. Los asaltantes abaten metódicamente a quienes se cruzan en su camino, indiscriminadamente. Los agentes de seguridad y policías presentes se ven rápidamente desbordados y son también blanco de los ataques.

Todo el mundo corre para salvar su vida: algunos hacia los campos que rodean el lugar, otros intentan llegar a su vehículo aparcado en los dos aparcamientos del festival. Pero rápidamente se forma un atasco.

"Miré hacia atrás y vi que en el auto detrás de mí había tres cadáveres y que todas las ventanas estaban rotas", explica el soldado.

Solo quedan dos opciones: esconderse o huir a pie a través de la llanura. Mordejayev escoge la segunda y corre de arbusto en arbusto, aterrorizado, hasta que un vehículo hasta los topes lo recoge en campo abierto.

La ruta 232, la única para salir de este infierno, tampoco es muy segura. Situada en paralelo al muro fronterizo que separa Israel de la Franja de Gaza, la carretera conecta el kibutz vecino de Reim a la ciudad de Sederot, unos 30 kilómetros más al norte..

 

"Murieron a mi alrededor"-

07H39: Una cámara a bordo de un auto que logró huir muestra cómo la trampa se cierra sobre sus ocupantes. Las ráfagas disparadas por la emboscada de combatientes palestinos revientan el parabrisas y obligan al conductor a detenerse, sin que se sepa si fue alcanzado.

La joven Gili Yoskovich decide abandonar su coche para correr a campo través. Pero en este paisaje desértico apenas hay donde esconderse. La mujer divisa un huerto y corre a refugiarse, con los atacantes siguiéndola de cerca.

"Fueron árbol por árbol y dispararon. Vi a gente muriendo a mi alrededor. Me quedé muy callada. No lloré, no hice nada", declaró a la BBC tras conseguir escapar con su novio. Pero no todos tuvieron la misma suerte.

Durante horas, mientras el restallido de las armas automáticas se acerca cada vez más, algunos se lanzan detrás de un coche, se dispersan desordenadamente. Presas del pánico, algunos incluso se tumban entre los cadáveres con la esperanza de sobrevivir.

 

A bocajarro

Tres horas después del inicio del ataque, los milicianos de Hamás siguen con su masacre sin encontrar resistencia.

Imágenes de videovigilancia muestran a las 09H23 locales cómo un hombre con gorra negra y chaleco antibalas se lleva a un rehén con una camiseta ensangrentada.

Al fondo, un joven que se hace el muerto se mueve ligeramente al pensar que puede huir, pero otro asaltante se le acerca por detrás y lo mata a bocajarro.

Varios supervivientes explicaron a los medios que esperaron incluso siete horas a que el ejército israelí los rescatara. Los primeros socorristas en llegar descubren con horror el alcance de la matanza: 270 muertos.

Decenas de vehículos calcinados abarrotan el acceso al lugar. A lo largo de cientos de metros, sacos de dormir, colchones, zapatos y neveras yacen abandonados.

"En cada coche había uno, dos o tres cadáveres", explica Moti Bukjin, portavoz de la oenegé israelí Zaka. "Algunos tenían una bala en la cabeza o en la barbilla", a otros "les dispararon cuando intentaban huir y cayeron en las cunetas junto a la carretera".

Ocho días después de esta tragedia, además de llorar a los muertos, la angustia corroe a las familias que buscan a los desaparecidos. Se cree que decenas han sido secuestrados y están de rehenes en la Franja de Gaza, bombardeada día y noche por el ejército de Israel.

¿Michael Waknin, uno de los gemelos organizadores, es uno de ellos? ¿Está vivo y escondido en algún lugar? Eso es lo que quiere creer su hermana Ausa, que no tiene noticias de él.

En cuanto a su hermano Osher, testigos lo vieron salir de su auto para socorrer a gente en medio del caso. Su viuda Sunny Waknin asegura que murió como un "héroe". Sus restos mortales fueron enterrados martes en Jerusalén.

 

Pareja colombiana

En esa ciudad se cumplieron a lo largo de la semana los entierros de la mayoría de las víctimas de esta masacre perpetrada por Hamás. Y uno de ellos fue el de la colombiana de Ivonne Rubio, la joven madre, estudiante y modelo.

“Me mataron a mi niña, desgraciados, me la mataron” dijo muy conmocionada Gloria, la madre de Ivonne, mientras que su esposo Julio, entre dolor e indignación manifiesta “me la destrozaron, por eso no me la dejan ver completa”.

Recuerda Julio Rubio que la última comunicación que tuvo con su hija fue a las 7:30 de la mañana cuando ella lo llamó a decirle: “Estamos en guerra, voy corriendo hacia el búnker y colgó.

Tras ello todo fue angustia, desesperación y oraciones. A los tres días recibieron la noticia de las autoridades: Ivonne (26 años) fue una de las asesinadas por el ataque de Hamas.  Así lo confirmaron las pruebas de ADN.

Fue sepultada al día siguiente en el cementerio Har Hamenujot, donde su hijo de 4 años, de la mano de su abuela no entendía nada de lo que pasaba y solo esperaba el regreso de su mamá.

Junto a ellos estuvo la familia Masías, que al igual que muchos otros israelíes desconocían el paradero de sus hijos. Y al caer la tarde del viernes, padres, hermanos y amigos de Antonio, de 238 años, recibieron la confirmación de que fue otro de los asesinados por Hamás al amanecer del sábado.

De la incredulidad al profundo dolor pasaron las familias de los asesinados en ese ataque, calificado por todos como demencial y brutal.