EL PARTIDO Socialista del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, busca conquistar el poder en Cataluña en las elecciones regionales de este domingo para demostrar la eficiencia de su estrategia de distensión frente al independentista Carles Puigdemont, líder de la tentativa fallida de secesión de 2017.
Cataluña, que cuenta con alrededor de ocho millones de habitantes y una importante autonomía, acudirá a las urnas para elegir a los 135 diputados de su parlamento regional.
Los sondeos sitúan en cabeza a los socialistas liderados por Salvador Illa, seguidos por la formación de Carles Puigdemont, Junts per Catalunya (Juntos por Cataluña), y del otro gran partido separatista, Izquierda Republicana de Cataluña (ERC), del actual presidente regional, Pere Aragonès.
Arrebatar el poder a los independentistas, que dirigen la región desde hace casi una década, sería una gran victoria para Sánchez, que quiere "pasar página" respecto a 2017, cuando España vivió una de sus peores crisis políticas recientes.
Unos resultados contundentes en esta región clave le permitirían relanzar el nuevo mandato que inició en noviembre, complicado por la dura oposición de la derecha y por la apertura de una investigación judicial contra su esposa, tras la que Sánchez llegó a plantearse dimitir hace dos semanas.
Exministro de Sanidad durante la pandemia, el candidato socialista Salvador Illa afirma querer "abrir (...) una nueva etapa después de diez años perdidos". Su apuesta, sin embargo, no fue suficiente para gobernar tras las elecciones catalanas de 2021, en las que quedó primero pero lejos de superar la mayoría que sumó el bloque independentista.
Desde su llegada a la presidencia del gobierno español en 2018, Sánchez hizo de la distensión en Cataluña una prioridad, y aprobó medidas como indultar a los dirigentes separatistas condenados a prisión.
La última ha sido impulsar una polémica ley de amnistía para los independentistas encausados por su participación en el intento de secesión, a cambio del apoyo de los partidos catalanes para conseguir su nuevo mandato a finales del año pasado.
El texto, que debe ser aprobado definitivamente en las próximas semanas por el Parlamento español, abrirá la puerta para el regreso de Puigdemont, más de seis años después de su marcha para esquivar a la justicia española.
El líder de Junts, sobre quien todavía pesa una orden de detención nacional, no puede cruzar la frontera sin riesgo de ser arrestado, por lo que estableció su centro de campaña en el sur de Francia, a pocos kilómetros de España.
Para que Puigdemont consiga volver a la presidencia de la región, Junts debería terminar primero de un bloque separatista que, sin embargo, llega a los comicios con profundas divisiones y su mayoría en el aire.
La suma independentista podría complicarse aún más en caso de que la emergente formación secesionista Alianza Catalana, de extrema derecha, obtenga representación, como indican algunos sondeos, ya que el resto de partidos secesionistas han afirmado no querer pactar con ellos.
Estas elecciones son cruciales para Puigdemont, quien aseguró que se retiraría de la política local en caso de que no consiga regresar a la presidencia de la región, que él mismo ostentaba durante el desafío separatista de 2017.
Pero tampoco el horizonte se presenta despejado para los socialistas. Con las encuestas dándoles alrededor de una cuarentena de diputados, la candidatura de Illa también debería encontrar aliados para alcanzar los 68 escaños de la mayoría absoluta.
Una de las hipótesis es un acuerdo con la extrema izquierda y ERC, lo que supondría una ruptura total con la década de dominio del separatismo.
Ante este panorama complicado para formar gobierno, se corre el riesgo de que vuelva Cataluña a un bloqueo político.