La irreversible renovación de los partidos españoles | El Nuevo Siglo
Infografía tomada de Statista
Miércoles, 25 de Julio de 2018
Pablo Uribe Ruan
Con Casado en la dirección del PP, los cuatro partidos más grandes son dirigidos por líderes entre los 37 y los 46 años, una tendencia que, dicen los expertos, le pone fin a la generación de la Transición 

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SÓLO UNO, que era un niño y probablemente no entendía el salto de la dictadura a la democracia, había nacido en 1978, cuando España firmó la constitución que la gobierno hoy. Ese era Pedro Sánchez, actual jefe de Gobierno, quien en ese entonces tenía seis años. Los demás, Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias, nacieron durante o después de la transición y ahora se han convertido, como Sánchez en el socialismo, en las caras nuevas de sus partidos.

Los cuatro partidos más representativos del país han elegido o confirmado en los últimos dos años a políticos que, en su mayoría, no pasan de los 40 años. El viernes, durante el congreso extraordinario de la colectividad, Pablo Casado, de 37 años, fue elegido como el presidente del Partido Popular, venciendo en las votaciones internas a la exvicepresidente de Mariano Rajoy y favorita Soraya Sáenz de Santamaría.

La llegada de Casado del PP confirma, como algunos vaticinaba, el relevo total de la política española, que, desde ahora, será dirigida por líderes que han crecido después de la Transición de 1978, cuando Adolfo Suárez –presidente- promulgó la Constitución de ese año como símbolo democrático.

Por primera vez, la generación  de la Transición no está al mando de las principales colectividades y tendrá que ser dirigida por políticos que, al menos en su discurso, conciben la realidad de España desde una perspectiva distinta, con matices frente al independentismo catalán, el manejo de la deuda pública y, sobre todo, la corrupción, mal que le costó el puesto a Rajoy y desembocó un revolcón al interior de su partido.

Tampoco es nuevo

No quiere decir, sin embargo, que España no haya tenido líderes jóvenes al mando del gobierno y sus partidos. Símbolo de la transición y, para muchos, el mejor político de los últimos 40 años, Adolfo Suárez se convirtió en jefe de Gobierno a los 44 años. También socialista Felipe González llegó al mismo cargo a los 40, rompiendo todos los parámetros de la política española, al igual que en el mismo partido José Luis Rodríguez Zapatero, quien con solo 43 dirigió España. Lo de Sánchez, por tanto, no es una novedad en los socialistas.

Lo mismo, en menor medida, ha pasado en la derecha popular. Si bien Rajoy cuando llegó a la Moncloa (palacio presidencial) tenía 56 años, una década atrás José María Aznar, quien venía siendo jefe de la colectividad desde muy joven, se convirtió en jefe de Gobierno a los 39 años.

Tal vez por ello los líderes más connotados de los últimos tiempos en España –los de los ochenta- mantengan tanta vigencia. La llegada de la democracia, luego de cuatro décadas de dictadura, fue manejada por muchos de ellos, sin embargo, la realidad política, económica y cultural está cambiando aceleradamente, aunque algunos temas sigan siendo los mismos, como la agenda independentista.

 

Novedad

Como se ha demostrado, la juventud en la dirección de los partidos españoles no es algo nuevo. Lo que representa una novedad es que en todos haya jóvenes, sin excepción: Casado  (37 años), Rivera (38), Iglesias (39) y Sánchez (46).

Elegido en medio de una coyuntura política, quizá la más grave desde que se fundara la colectividad (1989), Pablo Casado busca reformar un partido marcado por la corrupción y el manejo del Estado para favorecer intereses particulares.

En primera instancia los expertos han dicho que intentará “limpiar” los vestigios que dejó el escándalo de corrupción conocido como el Caso Gürtel. En este fueron acusados 29 personas, entre ellos antiguos funcionarios del PP, por una red que buscaba conceder contratos públicos a cambio de cuantiosas sumas, entre otros.

“Hoy comienza una nueva etapa”, porque el PP sale a “a intentar reconquistar el corazón de todos los españoles, después de las semanas tan duras que hemos tenido que vivir como formación política”, dijo, durante  su discurso de victoria la semana pasada.

Aparte de los problemas de corrupción que rodean a los populares, Casado debe, como dijo en su discurso, “reconquistar” a los electores y unificar el partido alrededor de su imagen, pues llegó a la dirección del mismo con un 57% tras vencer a Sáenz de Santamaría, quien ayer le pidió “representación” en todos los órganos corporativos de la organización.

Casado también tendrá que enfrentar al calificado por algunos de “fenómeno” de la centroderecha, Albert Rivera. Este, como presidente de Ciudadanos, le ha quitado numerosos votantes al PP a través de un discurso que se aleja de los extremos y reivindica fundamentos básicos de los conservadores.

Uno de sus enemigos es el tiempo. El año que viene, en mayo, habrá elecciones locales, regionales y europeas, en las cuales sale de primero el Partido Socialista (PSOE), según Electocracia, un portal que recoge las principales encuestas del país. Sin un buen resultado, el nuevo líder del PP generaría las primeras en cuanto a su capacidad para reformar el partido.

La posición del PP, sin embargo, no es mala, pues aparece sólo tres puntos por debajo de los socialistas, que tienen la ventaja o desventaja de gobernar, ya que muchos hablan de la poca solidez del gobierno de Sánchez luego de llegar al poder tras la moción de censura de Rajoy.

Los otros dos partidos, Ciudadanos y Podemos, se mantienen como fuerzas alternativas a pocos puntos de los partidos tradicionales. Aparentemente, el primero lograría una votación histórica en caso de que el partido de Casado no logre seducir a los votantes, situación distinta en la segunda agrupación, que le apunta a electores a favor del discurso antisistema y socialista (radical).