La paradoja de la política catalana | El Nuevo Siglo
CARLES PUIGDEMONT, líder independentista./Archivo AFP
Martes, 14 de Mayo de 2024
Pablo Uribe Ruan*

Algunos, situados en la orilla del Partido Socialista Obrero Español (Psoe), creen que, luego de las elecciones regionales del domingo pasado, Cataluña ha empezado el post-procés, una etapa de concordia política y social liderada por el socialismo español en coalición con algunos -no todos- partidos independentistas que ratifica el proyecto de pacificación nacional de Pedro Sánchez y la emergencia de un nuevo marco político.

Liderado por el exministro de Sanidad, Salvador Illa, quien posiblemente será investido como próximo presidente de Cataluña, el Psoe ha sido el partido más votado con 41 escaños, una situación que, como recuerda el analista y exministro, Iván Redondo en La Vanguardia, de Barcelona, no ocurría desde 1999 cuando el socialista Pasqual Maragall quedó primero en votos, pero al final no pudo formar una coalición gobiernista y Jordi Pujol, quien había quedado atrás sólo por 5.000 votos, terminó como presidente de la comunidad.

Esta vez, sin embargo, la distancia entre los socialistas y quien le sigue fue de más de 200.000 votos, una suma considerable que se suma a otro hecho electoral: por primera vez, desde los años ochenta, los nacionalistas catalanes -hoy independentistas, antes no- carecen de suficientes escaños para lograr una mayoría absoluta que les permita formar gobierno. Se puede decir, entonces, que el independentismo, como ha anunciado un líder socialista, “es cosa del pasado”. Esto, además, si se le suma que el Partido Popular (15) y Vox (11) subieron en escaños.

Pero no es tan así, el panorama es más complejo. El independentismo, aunque ha tenido su peor resultado en años, sigue vivo y mantiene un amplio margen de acción dado que la estabilidad del gobierno de Sánchez depende de sus más de 10 escaños en el parlamento español. No sólo eso. Del otro lado, una posible unión entre el Psoe, PP y Vox para formar gobierno en Cataluña es imposible.

De Cataluña a España

El domingo en la noche, desde Argelès-sur-Mer, Francia, donde pasa con Bélgica su exilio, Carles Puigdemont apareció en la televisión española minutos después de que hablaran el resto de los candidatos a gobernar Cataluña. “Es obligatorio hacer una reflexión sobre las consecuencias que tiene la "desunión" del independentismo”, dijo, a pesar de que su partido, Junts, quedó de segundo con 35 escaños, a sólo seis del Psoe.

El máximo líder independentista ha vivido -como el mismo Pedro Sánchez- la sensación de crecer en escaños en comparación a 2021, pero no haber ganado con firmeza. Era predecible. Las encuestas ponían a su partido en segundo lugar y avizoraban una caída del independentismo, no por Junts, sino por el partido con el que ha llevado a cabo todo el proceso independentista desde 2016, Esquerra Republicana, que sólo obtuvo 20 sillas, y el regular desempeño de los anticapitalistas y socios de la CUP.

Estratégico, Puigdemont sabe que la situación política en Cataluña tiene efectos directos tanto en la región como en la gobernabilidad de España. En octubre de 2023, Pedro Sánchez necesitó el apoyo de todas las fuerzas nacionalistas e independentistas para formar un gobierno en minoría (más Síes que Noes), luego de quedar segundo en las elecciones generales de España en agosto de ese año, que el conservador PP ganó, pero no con los suficientes escaños para gobernar.

Una de esas fuerzas nacionalistas ha sido Junts, de Puigdemont, que apoyó la investidura del presidente socialista con sus seis escaños y a cambio pidió una Ley de Amnistía, algunos indultos y un posible estatuto autonómico. Sánchez, ávido de poder, ha concedido cada una de las peticiones de los independentistas, con la condición de que se le mantenga el apoyo a su gobierno.

La política da muchas vueltas y aquella fórmula que aplicó Sánchez de que puede gobernar el segundo en votos, siempre y cuando consiga los apoyos necesarios, ahora la está usando Puigdemont. El líder independentista ha dicho que está en todo su derecho de presidir Cataluña en minoría, como lo está haciendo el jefe del gobierno español. “Pedro Sánchez perdió las elecciones españolas, pese a venir de presidir cuatro años al Gobierno español, y hoy sigue en el cargo gobernando en minoría”, ha dicho el político catalán.

Puigdemont quiere bloquear la investidura del socialista Salvador Illa y forzar, con este bloqueo, una segunda elección en Cataluña. Con 42 escaños, el Psoe necesita formar una coalición de gobierno con Esquerra Republicana (20) y la CUP (4), dos partidos independentistas que sumados le darían los 66 escaños necesarios para una mayoría simple.

Esquerra, que ha enfrentado el desgaste del gobierno de Pere Aragonés, podría apoyar a Salvador Illa, pero su agenda es independentista y uno pensaría que está más cerca de Puigdemont que de un partido constitucionalista como el Psoe, que busca armonizar la situación en Cataluña. Sin embargo, dentro del independentismo hay muchas diferencias entre Junts y Esquerra, y esto es lo que intenta capitalizar el Psoe.

Para Puigdemont, sin embargo, estas diferencias son reconciliables. El lunes en la noche, habló de la necesidad de construir “marcos unitarios dentro del independentismo”. Su apuesta es que haya una segunda elección y lograr un gobierno en minoría independentista apoyado por su partido, Esquerra y la CUP. Con los números de hoy, este gobierno contaría con 59 escaños, los suficientes para gobernar en minoría siempre y cuando el Psoe se abstenga de votar en contra de este nuevo gobierno durante la sesión de investidura.

El líder independentista no parece estar dispuesto a dar un paso al costado y permitir que otro gobierne Cataluña, más si su partido hoy es la segunda fuerza en la región y está por aprobarse la Ley de Amnistía en el Parlamento, que le permitirá volver a su país, donde todavía está en firme una orden de captura en su contra. Sánchez, igualmente, se mantiene firme en su objetivo de gobernar España hasta el final de la investidura, en 2027, y necesita el apoyo de Junts.

Hasta el momento, el candidato socialista Salvador Illa insiste en que va gobernar Cataluña, buscando el respaldo de Esquerra y la CUP. Pero, las intenciones de Puigdemont desafían sus planes. El líder independentista quiere capitalizar el apoyo a Sánchez con algo más que una amnistía y algunos indultos, y ese algo es que el Psoe finalmente se abstenga de gobernar Cataluña, se convoque a nuevas elecciones por falta de gobierno y, por fin, logre el sueño de ser nuevamente el presidente de esa comunidad autónoma, reviviendo, con fuerza, el procés

Todo, por los seis escaños de Junts en el parlamento español que mantienen a Sánchez en el poder.

* Analista y consultor. MPhil en Universidad de Oxford.