Richard Lessels, experto en enfermedades transmisibles, señaló que las vacunas actuales pueden impedir que la variante ómicron sea grave y se requiera de hospitalización.
Las investigaciones de la Red de Vigilancia del Genoma Sudáfrica, frente a la variante ómicron, se están centrando en la transmisibilidad y el efecto sobre la inmunidad que proporcionan las vacunas que se aplican actualmente en el mundo contra el covid-19.
De acuerdo con Lessels, ómicron es completamente diferente a otras variantes anteriores como delta, no obstante, se puede detectar a través de una prueba PCR.
“Una gran parte de la población está obteniendo la inmunidad con las vacunas o pasando la enfermedad, por lo que es complejo decir cuál será la evolución. La genética de la Ómicron es completamente diferente de la Delta o de las variantes anteriores”. Tampoco saben si el período de incubación se mantiene en la media de cinco días que habían comprobado”, explicó el experto.
Asimismo, Lessels confirmó que es demasiado pronto para definir como peligrosa la variante, porque ha sido detectada hace muy poco, y aún no se sabe si se presentarán casos graves.
Cabe resaltar que hasta el momento no se ha registrado ni una sola muerte en el mundo debido a la nueva variante, según la OMS.
Entre tanto, de ómicron se conoce que la transmisibilidad es mayor, que las vacunas evitan la hospitalización y que el riesgo de reinfección es mayor.
Las dosis de refuerzo de vacunas anticovid ofrecen grados diferentes de protección, según estudio
Las dosis de refuerzo de las vacunas anticovid actuales ofrecen una protección diferente en función de las diferentes marcas, aunque la inmunidad en general vuelve a mejorar, según un estudio publicado el viernes por The Lancet.
El estudio fue realizado en junio en el Reino Unido sobre un grupo de 3.000 personas, y comparó numerosas configuraciones, según la vacuna inyectada inicialmente y la escogida como refuerzo.
Los pacientes habían recibido una pauta completa de vacunación inicial, con AstraZeneca o Pfizer/BioNtech.
En el caso de Pfizer recibieron una dosis de refuerzo como mínimo dos meses después de su pauta. En el caso de AstraZeneca recibieron la tercera inyección como mínimo tres meses después.
Dicha dosis podía ser de la misma marca, o una combinación con CureVac, Moderna, Novavax, Valneva o Janssen.
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A otros pacientes se les inyectó un placebo.
En prácticamente todas las configuraciones de refuerzo (excepto las que contenían un placebo), los participantes generaron nuevas dosis de anticuerpos, aunque la combinación Pfizer/Valneva no aportó ningún cambio sustancial.
"Todas las vacunas que reforzaron la inmunidad dieron resultado con gente joven y mayor, pero hay grandes diferencias de respuesta según la vacuna", explicaron los autores del estudio.
Además, el análisis mostró varias limitaciones.
Por un lado, la dosis de refuerzo fue administrada con un lapso de tiempo corto respecto a la segunda dosis. Incluso en algunos casos el tiempo transcurrido entre la tercera dosis y la segunda fue inferior que el periodo entre la primera y la segunda inyección.
Y además el estudio no midió la eficacia real de las vacunas respecto a la enfermedad, sino solamente las reacciones del sistema inmunitario.
Los autores tienen previsto seguir controlando el nivel de reacción de las personas que participaron en el estudio entre seis y ocho meses después de sus primeras dosis.
El estudio también analizó los efectos secundarios, considerados "aceptables" en todas las configuraciones.