CON la esperanza de que su mensaje sobre los ‘riesgos’ que entrañaría un mayoritario respaldo a Agrupación Nacional, el partido del ala dura de la derecha francesa liderado por Marine Le Pen, haya impactado en los electores, el presidente Emmanuel Macron enfrenta este domingo una prueba ácida para su legitimidad, gobernabilidad y futuro: la segunda vuelta de las legislativas.
Un mes después de que sorpresivamente anticipara elecciones, desconcertado por el avance que registraron todos los partidos de esta tendencia política en los comicios europeos, el mandatario centrista galo vio como ese resultado se repetía el pasado 30 de junio en su país y con alto riesgo de que se reafirme este domingo, por lo que esta cita a las urnas es de pronóstico reservado.
Aunque el propio sistema electoral vuelve incierta la composición final de la Asamblea Nacional, la estrategia de Macron de conformar una inédita alianza con la coalición de izquierdas (Nuevo Frente Popular) para evitar que un gobierno ‘del extremo de la derecha’ –que de darse sería el primero desde la Liberación de Francia de la Alemania nazi–, agrega más dudas a esta definición electoral.
En la primera vuelta, Agrupación Nacional (RN) y sus aliados obtuvieron más del 33 % de votos, seguidos de la coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular (NFP), que sumó 28 %, mientras que la alianza oficialista Juntos por el Cambio, que incluye al macronismo, apenas superó el 20 %. El cuarto lugar fue para Los Republicanos, conservadores con 6,5 %.
Ante la posición de fuerza de RN y su objetivo de lograr mayoría absoluta, la estrategia definida por este nuevo frente es sencilla y supuestamente altamente efectiva. Consiste en el retiro de decenas de candidatos en aquellas circunscripciones donde pasaron a segunda vuelta dos de la misma coalición (centrista o de izquierdas) para evitar la dispersión del voto y disputar el apoyo con el aspirante del ala dura de la derecha.
La Asamblea Nacional de Francia la integran 577 diputados que se eligen en circunscripciones uninominales, con un sistema mayoritario a dos vueltas. De acuerdo con los resultados en cada una de ellas, a la segunda vuelta pueden acceder dos, tres o más candidatos.
Así, con la previsión de que se repita la alta participación del domingo anterior, que fue del 59 % (20 puntos más que en los comicios de 2022) y la jugada política acordada, se retiraron esta semana dos centenares de aspirantes.
Según el último recuento de la Agence France Press, 127 candidatos del NFP se retiraron, así como 81 de la alianza de Macron. Los candidatos de otros partidos, como dos de RN por otros motivos, también abandonaron antes de que finalizara el plazo en la tarde del martes.
Algunos miembros de la alianza oficialista se mostraron reticentes hasta el último minuto a considerar que La Francia Insumisa (LFI, izquierda radical), que forma parte del Nuevo Frente Popular junto a socialistas, ecologistas y comunistas, es tan peligrosa como la extrema derecha.
La estrategia de Macron y sus aliados parecía funcionar, o al menos así lo señalaban las encuestas que proyectan que si bien el partido de Le Pen volverá a ser el más votado, solo alcanzaría una mayoría simple y muy lejos de la absoluta. Vaticinan que lograrían entre 200 y 230 escaños, faltándoles, como mínimo, 59 bancas para formar gobierno.
"Si no obtenemos mayoría absoluta el domingo, el país estará bloqueado", anticipó en la red social X Le Pen, quien postula a su protegido, Jordan Bardella, de 28 años, como primer ministro si lo logran.
En el otro extremo, también es posible numéricamente una mayoría absoluta, aunque ninguna proyección lo considera alcanzable.
En este marco y alta tensión que se vive en la V República hay dos certezas, según destaca la constitucionalista Anne-Charlène Bezzina, de la universidad de Rouen: “La Asamblea Nacional (cámara baja) surgida del 7 de julio no podrá disolverse antes del 9 de junio de 2025" y "el país no puede quedarse sin gobierno”.
Pero hay dos más: una recomposición de fuerzas en el Parlamento, donde seguirán ‘mandando’ los tres bloques que lo hacen desde el 2002 (centro, izquierda y ala dura de la derecha), y un debilitamiento del macronismo, cuya ‘resurrección’ depende de la acción política de su líder, el actual presidente galo, en el escenario postelectoral.
¿Qué puede pasar?
Descontado que el ala dura de la derecha logrará mayoría simple y sin ventajas contundentes en ninguno de los bloques, surgen varias hipótesis, que van desde una "gran coalición" entre la izquierda (sin La Francia Insumisa a la que Macron califica de antisemita), el oficialismo (Juntos por el Cambio) y los diputados de Los Republicanos (derecha) que no pactaron con RN, hasta un gobierno técnico.
Si no se da, como parece, un gobierno del ala dura de la derecha porque necesitaría una alianza con cualquier otro partido para lograr los 289 escaños de la mayoría absoluta, la segunda posibilidad es una gran coalición que deje por fuera a los extremos del espectro político.
La expresidenta oficialista de la Asamblea Nacional, Yaël Braun-Pivet, evocó esa idea, es decir, sin participación del RN y de La Francia Insumisa. Sin embargo, este último podría volverse indispensable para una mayoría y su líder Manuel Bompard advirtió que sólo aplicarían el programa de la coalición de izquierdas, lo que lo aleja de cualquier alianza.
El premier Attal abogó por una "asamblea plural", un grupo dirigido por el oficialismo al que se podrían sumar otros partidos. Pero será difícil si el macronismo (centrista) no mejora el guarismo del domingo anterior.
Otra posibilidad es que, para evitar un bloqueo institucional, el presidente Macron nombre un gobierno tecnócrata, que cuente con un apoyo mayoritario en la Asamblea Nacional para evitar caer en una moción de censura.
"Su campo de actuación se limitaría a lo estrictamente necesario: pagar a los funcionarios, asignar los recursos necesarios a las administraciones, recaudar fondos para que Francia pueda financiarse", según la constitucionalista Bezzina.
Italia ya experimentó este tipo de gobierno, la última vez entre 2021 y 2022 con el expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, a quien sucedió la líder del ala dura del conservatismo, Georgia Meloni, como primera ministra tras nuevas elecciones y que acaba de anotarse un hit electoral en las europeas.
Precisamente Meloni destacó, en días pasados, que la "demonización" de la extrema derecha ya no funciona.
El primer ministro de centroderecha, Gabriel Attal, ya avanzó este viernes que su gobierno está dispuesto a continuar "el tiempo que sea necesario" para garantizar la continuidad del Estado. Francia debe acoger los Juegos Olímpicos de París a partir del 26 de julio.
Incluso si presenta su dimisión la noche de este domingo en caso de derrota de la alianza oficialista, como suele ser tradición, Macron no está obligado a "aceptarla inmediatamente", por lo que habría días o semanas de gobierno en funciones.
Líderes y candidatos de este efímero ‘frente republicano’, así como algunas personalidades, han multiplicado sus llamados al electorado francés para acudir masivamente a las urnas y evitar un gobierno del ala dura de la derecha.
Que Agrupación Nacional logre una mayoría absoluta es difícil, mas no imposible, ante el creciente descontento de los franceses con el gobierno Macron. De darse, esa victoria en la segunda economía de la Unión Europea y potencia nuclear podría debilitar su influencia en Bruselas, donde París ha sido uno de los principales motores de la integración europea, y socavar la política de apoyo a Ucrania contra Rusia.
Independientemente del resultado legislativo hay otra certeza: el presidente galo pierde su temeraria apuesta de adelantar elecciones para frenar al ala dura de la derecha, debilitando tanto su mandato, como su imagen. /