Los laberintos redundantes del Brexit inglés | El Nuevo Siglo
Foto AFP.
Domingo, 7 de Octubre de 2018
Giovanni Reyes

AHORA ha sido la Primer Ministra inglesa Theresa May quien ha tratado de hacer cierto “marketing” político en la convención conservadora finalizada no hace una semana.  Con sus pasitos de “robot” -como la llegó a calificar una publicación londinense-, May trata de “ganar” adeptos para su causa tratando de bailar la recordada canción del grupo ABBA The Dancing Queen.  Su causa -he de precisar- es la salida de Europa, la ruptura con el continente a como dé lugar. No obstante, en lugar de ofrecer substancia en sus planteamientos, se inclina por la forma, por lo pueril, lo superficial, en esta era de “post-verdades”, léase de impúdicos engaños y embustes.

Para May no hay vuelta atrás.  Es la intransigencia del partido conservador inglés.  Sin embargo, la opinión pública parece caminar en otra senda: se ha dado a conocer por el portal SkyNews, que nada menos que un 62% de la población, estaría inclinado a revertir el proceso del Brexit y –óigase bien- mantener al Reino Unido en Europa.  Pero esto atentaría en contra del “orgullo inglés conservador”.

Es de recordar que el resultado del Brexit fue fruto de la carencia de interés y de información. Un resultado genuino del populismo de la extrema derecha en su afán por cimentar las divisiones y los cortoplacismos. Ahora, los laboristas no descartan que se pueda revisar todo ello de la votación por la salida de Europa.  Es decir, la salida suicida del mercado natural de la isla.

Como se ha dicho en otras oportunidades y es ampliamente conocido para quienes se informan y se interesan, las relaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea no han sido en general demasiado fáciles.  No se trata de remontarnos a la Guerra de los Cien Años (1337-1453) entre Francia e Inglaterra, que fue el escenario para el protagonismo de legendarias figuras como Juana de Arco (1412-1431) y en donde el resultado fue la retirada de los ingleses de los territorios de Francia. Lo que se desea mencionar aquí son acontecimientos de la historia más reciente.

En efecto, es de recordar que el presidente de Francia, Charles de Gaulle, vetó en dos oportunidades el ingreso del Reino Unido a lo que en ese entonces era la Comunidad Económica Europea.  Esos hechos acaecieron en 1963 y en 1967. Finalmente los ingleses fueron admitidos en la integración europea en 1973.

Ahora, son los ingleses los que decidieron “irse” de la Unión, según los resultados del referéndum del 23 de junio de 2016.  No se trataba ciertamente del primer referéndum que con tal fin se disponía.  En 1975, dos años después de que el Reino Unido había sido admitido en el grupo europeo, se realizó un referendo a fin de que los ciudadanos decidieran si continuaban o no siendo parte del bloque. Lo ganaron los simpatizantes de Europa con más del 65%.

Ahora, los que abogaron por abandonar el Viejo Continente se centran en que la burocracia de Bruselas es agobiante y a partir de allí arranca el discurso neoliberal contra las instituciones. Las aversiones hacia Europa han ganado adeptos últimamente a partir de discursos simplistas. Con base en ellos, los líderes más euroescépticos desean construir una plataforma.  Por lo general son miembros –aunque no exclusivamente- del partido conservador en el Reino Unido.

En el referéndum que desembocó en el Brexit había incertidumbre y los resultados se nutrieron más en función de considerar el total del universo de quienes pueden votar.  Son los ciudadanos británicos mayores de 18 años que se hayan registrado para votaciones en los últimos 15 años.  Pero la situación de cobertura de la población políticamente activa no se queda allí.  También es de considerar que eran elegibles para el voto, por un momento, los residentes en el Reino Unido que sean ciudadanos de Irlanda o bien de la comunidad conocida como Commonwealth. Esta agrupa a 53 países, los que incluyen naciones como Australia, India, Canadá y Sudáfrica.

Los riesgos de una salida del Reino Unido de la Unión Europea son notables y ello cobra cada vez más dramatismo para los británicos. En primer lugar hay considerar que los resultados de la votación son definitivos por ahora, es decir, que no se prevén mecanismos que permitan rápidamente, ni en corto plazo, rasgos de reversibilidad. A partir de una posible salida sin negociación de los ingleses –un Brexit sin acuerdo- habría de esperar más tiempo para que la sensatez pudiese imponer alguna presencia.

En este punto no hay que dudar en absoluto: Europa tratará de establecer duras condiciones y “sanciones” a la salida del Reino Unido. Para sustentar este argumento hay varias consideraciones, pero una que aparece como fundamental es la siguiente: Europa “castigando” la salida de los ingleses intentará enviar un mensaje claro y contundente a otras naciones que deseen salirse del pacto europeo.

Además, tómese en cuenta, que el Reino Unido quedaría en posición relativamente débil para negociar. Es lamentable que en todo esto, aunque menos grotesco a lo que hace Donald Trump en su intento de consolidarse en Washington, existan políticos oportunistas que anteponen su búsqueda o ensanchamiento de cuotas de poder a fin de alentar el patrioterismo de las personas y la miopía de las visiones. El proyecto de la Unión Europea es el proyecto más importante de ingeniería política del Siglo XXI.  El solo hecho de que no haya existido una nueva guerra mundial –en el pasado fue alentada por las diferencias esenciales entre Alemania y Francia- es ya un logro que muchas veces es olvidado.

Si Europa puede tener las ventajas de su posicionamiento mundial, de ser un actor global, es debido a la unión de sus miembros, a la coordinación de su política exterior y al papel de cohesión que le brindan sus instituciones. Como todo en la vida, eso se logra construyendo a partir de lo que nos une, no de lo que nos separa. Se trata de generar sinergias mediante la creación de valor, antes que la disputa de valores ya existentes, o lo que sería peor: la destrucción de valores dados.

No obstante, hay esperanzas.  El espacio de apuestas en línea que opera desde Europa, Betfair, publica que la probabilidad de que se inclinen las posiciones por estar dentro del continente, puede llegar a ser mayoría.  Pero las voluntades para un replanteamiento del Brexit no parecen ser ahora muy factibles.

De momento, el populismo de la derecha inglesa -valga la redundancia- sigue imponiéndose, pero desde ya los efectos se hacen sentir y aparecen las verdades, mientras se denuncian las mentiras sobre las que mucha gente votó por la “salida” en junio de 2016.