Desde una prolongación del 10 de enero, un “Guaidó 2.0”, hasta la detención de María Corina Machado y un régimen cada vez más parecido a Cuba, son algunos de los escenarios que a partir de ahora se pueden dar en Venezuela luego de que Nicolás Maduro tomara posesión por tercera vez consecutiva como presidente, y Edmundo González Urrutia no haya entrado al país para posesionarse legítimamente como mandatario.
Régimen militar-policial
A pesar de la presión local e internacional, y de la capacidad de la nueva dirigencia opositora, el dictador Nicolás Maduro se posesionó en un acto de juramentación como presidente ilegítimo. Salvo los aliados del régimen, pocos países e instituciones han reconocido al tirano como presidente. Sin embargo, Maduro se ha posesionado y ese termina siendo el hecho político del que todos están hablando.
Ha quedado claro que, pase lo que pase, Maduro sigue en el poder, y cuenta con el aparato institucional, militar y económico para garantizar la estabilidad de su régimen, aceitado con millones de dólares provenientes del control de las rentas ilícitas. Miles de militares, empresarios conectados con el régimen y dictadores caribeños y africanos, mantienen su apoyo a un proyecto dictatorial que ha aprendido de sus aliados y sus propios errores.
Lo que sigue, tras el 10 de enero, es ver si Maduro mantiene el régimen como está o da más pasos para profundizar la dictadura, acercándose al modelo de Nicaragua, primero, para aterrizar finalmente en el totalitarismo de Cuba. Con la detención de más de 1.700 presos políticos, según Foro Penal (una oenegé) se asume que Maduro ya está siguiendo el camino de Daniel Ortega. Está por verse, entonces, si la cubanización de Venezuela es cuestión de meses o, por ahora, no está dentro de los planes del chavismo.
Miedo a Guaidó 2.0
La exitosa gira de Edmundo González Urrutia por Estados Unidos y Europa ha recordado, inevitablemente, a Juan Guaidó. Con un inmenso poder a nivel internacional, por el reconocimiento de decenas de países como presidente electo, González Urrutia logró reunirse con líderes como Joe Biden o Javier Milei, pero no pudo o no quiso, por estrategia, entrar a Venezuela a posesionarse.
A pocos días del 10 de enero, muchos empiezan a especular sobre un posible gobierno interino que, a diferencia de Guaidó, gobierne desde el exterior; sin embargo, la oposición, en su mesa unitaria −que reúne a más de 10 partidos− ha descartado esta posibilidad, por la poca capacidad que tendría el presidente de guiar a Venezuela desde otro país.
“No hay posibilidad alguna de un gobierno en el exilio o algo por el estilo”, opina el politólogo Molina Galdi, al medio digital “Tal Cual”, de Caracas. “Puede ocurrir que Edmundo González Urrutia no logre ingresar antes del 10 a Venezuela, pero eso no significa que se forme un gobierno en el exterior”.
Sin embargo, las condiciones siguen siendo muy difíciles para el retorno y posesión de González Urrutia.
Prolongación del 10 de enero
Ante el escenario de Edmundo González en el exterior, María Corina Machado, de nuevo, en la clandestinidad, y el tirano Maduro en Miraflores, puede configurarse el escenario más probable que es la prolongación del pasado 10 de enero.
Este día, como apuntan algunos politólogos venezolanos, se ha convertido en un hecho político que va más allá de la posesión de González Urrutia o la juramentación ilegítima del tirano chavista. A partir del 10, comienza una nueva era para la oposición en la que se busca consumar la transición a la democracia a partir de la capacidad de ésta a nivel local e internacional.
No es por nada que, estratégicamente, el presidente electo no se haya posesionado a la espera de que Donald Trump llegue nuevamente a la Casa Blanca este 20 de enero. El escepticismo sobre la presión que Trump pueda llegar a ejercer sobre Maduro se puede contrastar con la primera Administración de Trump en la que el dictador venezolano sintió la presión de las sanciones y otras medidas hasta que en 2020 hubo un cambio de poder en Washington y Joe Biden relajó muchas las sanciones y liberó, por ejemplo, a Alex Saab, el máximo testaferro del régimen.
Liderada por Machado, la dirigencia opositora le apuesta a que Trump y su secretario de Estado, Marco Rubio, impongan sanciones más duras contra el régimen. Una de las medidas más esperadas sería un eventual embargo petrolero o la salida, total, de Venezuela del sistema interbancario Swift, con el cual se realizan todas las transacciones bancarias mundiales.
Aunado a las sanciones, se esperan nuevas movilizaciones convocadas por Machado, una líder que inspira a millones de venezolanos, a pesar del aumento de la represión del régimen.
Machado, aguanta, pero…
Luego de cinco meses en la clandestinidad, María Corina logró poner a prueba al régimen que amenazó con detenerla, situación que no se dio a pesar de que la inteligencia del chavismo, ayudada con la cubana, seguramente conocía, y conocen, el paradero de la líder opositora. El mismo partido de Machado anunció que fue detenida y, luego, liberada en contados minutos.
Diosdado Cabello, el número dos del gobierno, dijo que ya tienen localizado el lugar donde se esconde Machado, pero lo cierto es que el régimen dejó en evidencia que en la cúpula alguien dio la orden de que la liberaran, demostrando que el encarcelamiento de Machado no está dentro de los planes de momento.
Nuevamente en territorio desconocido, la estrategia de Machado, según se pudo constatar en su discurso en Chacao, Caracas, es continuar con las movilizaciones en la capital venezolana, y poner a prueba al régimen en cada una de ellas. Se trata de una apuesta de desgaste, basada en la fuerza simbólica de su figura, que busca poner del lado suyo a sectores de la policía y los militares en medio de situaciones tensas cada vez que Machado asista a las marchas.
Unida como pocas veces, la oposición venezolana hoy se mantiene firme con María Corina. Sin embargo, con el paso de los meses y el enfriamiento de las calles, algunos sectores pueden empezar a presionar a Machado para que dé un paso al costado. Aunque su figura parece irremplazable, partidos como Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo, podrían empezar a criticar el llamado a que se proteste permanentemente y Machado se mantenga en la clandestinidad. Para ellos, otras vías, como una nueva negociación o el llamado a una intervención humanitaria, pueden ser el camino para acabar con el régimen.