
SE DA por descontado que, como señalan todas las encuestas, los conservadores serán los más votados en las legislativas anticipadas de este domingo en Alemania, pero como ocurrido a lo largo de este siglo, su líder Friedrich Merz necesitará forjar una coalición política para gobernar.
Esa compleja tarea, que generalmente lleva semanas, la hizo en cuatro ocasiones la líder centroderechista de Unión Demócrata Cristiana (CDU), y por extensión su socio bávaro, la Unión Social Cristiana (CSU), Ángela Merkel, y una vez el saliente canciller socialista, Olaf Scholz, del SPD.
Ahora y de confirmarse los sondeos electorales que vaticinan un primer lugar para CDU-CSU, con entre el 27% y el 30% de los votos (dependiendo de la firma encuestadora), Merz deberá hacer lo propio para convertirse en canciller y gobernar “Alemania con los valores conservadores más tradicionales”, como anticipó.
A diferencia de la primera mujer canciller de Alemania, y definida como la “reina de Europa” durante sus casi 16 años de mandato, Merz no está en ese centro de esa tendencia política y, ante un país en recesión económica, así como con un preocupante problema migratorio, promete un fuerte giro a la derecha.
De allí que sus mayores propuestas de campaña sean tan claras como radicales: derogar el Subsidio Ciudadano con el argumento de que no se debe recompensar el “no hacer nada”; cerrar las fronteras a los inmigrantes indocumentados, incluso si solicitan asilo -un derecho legal-, y detener a los que están esperando a ser deportados, con el fin de apaciguar los miedos de la ciudadanía hacia la migración irregular, que alimentan a la extrema derecha, al punto que sería la segunda formación más votada este domingo.
A sus 69 años, este exabogado de inversiones, de larga carrera política, pero sin experiencia de gobierno, también ha prometido “tolerancia cero” en materia de orden público, limitar las políticas "woke" que en los últimos años ha impulsado el socialismo y los llamados “progresistas”, así como el lenguaje inclusivo.
Con propuestas como evaluar el regreso a la energía nuclear, pretende atraer a los votantes de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que bajo la conducción de Alice Weidel lograrían este domingo el 20% de los votos, duplicando lo obtenido en la pasada elección (10,4%).
Aunque recientemente buscó su apoyo para aprobar una simbólica y controvertida moción parlamentaria para endurecer la política migratoria, Merz ha descartado con vehemencia un gobierno con AfD.
Además, una serie de atentados mortales, cometidos por migrantes legales, durante las semanas previas a las elecciones ha inflamado el debate sobre la migración y ha ensanchado los apoyos de la formación de extrema derecha.
La principal economía europea se creyó durante mucho tiempo inmune al ascenso de la extrema derecha, pero hoy evidencia un inesperado rápido avance y se sitúa ahora segunda en los sondeos, con clara ventaja sobre los socialdemócratas (SPD) y sus aliados en el gobierno, los Verdes.
Todas las encuestas coinciden en mostrar una clara victoria de los conservadores. GMS les otorga el 30% de los votos, mientras que Allensbach los ubica en 32% de las papeletas, un notable crecimiento respecto a las elecciones del 2021, cuando obtuvieron el 24,2% de respaldo.
Las mismas indican que el tercer lugar será para los socialdemócratas, que liderados por Scholz, alcanzarían un máximo de 16%, diez puntos menos que en la elección anterior.
Los Verdes, integrantes de la coalición gobernante, según GMS llegarían a un 13%, mientras Yougov los ubica en 12%. Ambas proyecciones son una caída frente al resultado anterior, cuando concitaron el 14,7% del respaldo popular.
Los liberales del FDP corren el riesgo de no alcanzar representación en el Bundestag, ya que los sondeos le dan entre 4% y 5% de los votos, por detrás de la disidencia izquierdista, la “Alianza por la razón y la justicia” (5.1%) y de Die Linke (izquierda tradicional) que rozaría el 7%.
Si se confirman estos vaticinios y ante la anticipada negativa a hacer una coalición con la extrema AfD, Merz deberá tender puentes con los otros partidos.
Por ahora ha descartado, al igual que el saliente Scholz, un acuerdo político con los socialdemócratas, “independientemente de los resultados”, tal cual lo expresaron ambos en reciente debate.
Vale recordar que Merkel obtuvo su segunda y tercera reelección (2013 y 2018) por alianza con el SPD, así como su debut como canciller, en 2005, bajo lo que en su momento se denominó la “gran coalición”.
Solo en uno de sus mandatos, el acuerdo fue con los liberales.
La mayoría de partidos han prometido aplicar un “cordón sanitario” al ultraderechista AfD que, sin embargo, como reseñamos se mantiene en ascenso al igual que ha ocurrido en otros países europeos, como Francia con Marine Le Pen.
El plan Merz
El veterano dirigente conservador Merz aspira en las elecciones de este domingo a obtener los apoyos suficientes para gobernar Alemania con una imagen y un discurso basados en los valores más conservadores del histórico partido alemán y una postura contra la inmigración que le acerca a Alternativa para Alemania (AfD).
Su entorno lo define como una persona "recta": 69 años, abogado, católico, casado y con tres hijos.
No tolera las disensiones en público, como quedó de manifiesto en el verano de 2023, cuando el primer ministro de Renania del Norte-Westfalia, Hendrik Wuest, publicó un artículo en prensa defendiendo el centrismo del partido y criticando veladamente algunos deslices populistas de Merz.
En respuesta, Merz reunió al grupo parlamentario y ordenó unidad al partido.
Ha sido miembro de las juventudes de la CDU, eurodiputado, diputado federal desde 1994 y portavoz del grupo parlamentario, pero no tiene experiencia gubernamental.
Tiene experiencia en el sector privado, donde fue presidente de la filial alemana del fondo de inversión BlackRock.
Volvió a la política y logró la dirección de la CDU en su tercer intento, ya con Merkel fuera de juego.
Entre tanto, el socialdemócrata Scholz, que vio sucumbir su gobierno el pasado noviembre, apuesta a un golpe de suerte y mantiene la “fe” sobre la posibilidad de remontar a la extrema derecha.
Y aunque ello es poco probable, como mínimo espera superar las proyecciones de las encuestas para fortalecerse en caso de una negociación política con los conservadores o los otros partidos, ya que si bien la piedra angular para el futuro gobierno la tiene el CDU, no puede descartarse que, como ocurrió en España, el partido más votado no llegue al poder.