"Dicen que soy aburrido" | El Nuevo Siglo
Miércoles, 19 de Febrero de 2025

Esta semana y por coincidencias de scrolleadas de desvelo nocturno, apareció en mi pantalla la que siempre he pensado es una de las mejores piezas publicitarias de la historia de las campañas electorales, en mi concepto: el spot que llevó a la presidencia a Fernando de la Rúa durante la contienda electoral de 1999 en Argentina.

“Dicen que soy aburrido” relataba el comercial, mientras capitalizaba de forma magistral los defectos del candidato. Estimulando una reflexión básica, no dejaba duda alguna en el electorado de que eran justo esos defectos, las singularidades que el país de esa época necesitaba en un líder para salir adelante en la desafiante situación que afrontaban.

La crisis económica llegó y todos conocemos el desenlace. Pero lo cierto es que, por primera vez, ser aburrido se volvió ganador en la comunicación política y muchos -con o sin éxito incluido el Psoe enfrentando a Ayuso y a Iglesias-, empezaron a replicar la fórmula de comunicar desde la honestidad de sus defectos para persuadir al electorado, buscando apelar a la razón.

Ese estilo, al parecer, también caló bastante bien en muchos de los defensores de las ideas democráticas y liberales. Apelar a la razón y dejar que sea el ciudadano promedio el que identifique las ventajas.

Desafortunadamente, y como diría algún personaje de la política nacional, la fórmula “salió mal”. Así, mientras nosotros nos sentamos a esperar que la gente entendiera por sus propios medios, el progresismo irresponsable nos tomó una distancia insondable en materia de coordinación y relevancia comunicacional.

Con disciplina y método la izquierda radical instauró una narrativa juiciosa donde con éxito logró consolidar la relativización moral y la inversión de valores. Creó fondos de financiación apalancados por empresarios que les dan el sustento para su relevancia, conformó ejércitos de militancia digital que responden a un llamado del líder del “War Room” para acabar a quien ose controvertirlos, contrató influencers, prendió sistemas de escucha digital con algoritmos precisos que les dan luces de hacia dónde apuntar y supo llevar esa fuerza digital al mundo análogo manteniendo vivas las calles. Con todo esto aseguraron el 25-30% de la intención de voto y amenazan con incendiar las calles cada vez que les place.

En una charla que sostuvimos recientemente con Daniel Briceño y Enrique Gómez sobre los desafíos que enfrenta el país, conocimos datos demoledores que dan cuenta de cómo a hoy en Colombia, el petrismo define el escenario dialéctico mientras perdemos la batalla cultural, por knockout.

1. Hay 27 influenciadores petristas que impactan 28,5 millones de seguidores, monopolizando el tráfico que se da en redes sociales (sin ningún demócrata que se les acerque) 2. Existen cuentas, sin titular conocido, con más de 400 mil seguidores que hablan a favor del gobierno 3. Se unificó el sistema de medios públicos y se le dispuso un presupuesto de $ 385 mil millones al año (El más alto que se haya visto) 4. Hay un gasto en pauta del Gobierno calculado en $ 100 mil millones anuales. 5. Con el grupo de Activistas por el cambio de Xavier Vendrell, consolidan 83 mil replicadores que sirven para pasar de lo digital a las calles. 6. Se inventaron el programa Ciberpaz en el Mintic, en el que se gastaron $ 14 mil millones para convocar gente del común que hable bien de Petro, logrando sensibilizar 1.024.000 colombianos el año pasado. Y así, la lista sigue.

En el entretanto, nosotros impávidos. Despertemos.

Señor empresario que dice que usted prefiere no meterse en estos temas; Señora que me está leyendo desde el sofá de su casa pero que cuando hay que actuar tiene un paseo a la finca; Usted, el que se salió ayer del chat en el que compartimos información para que nos conectemos y actuemos; El joven que me vio en X y que dice que ya no hay que marchar más; El profesor de humanidades al que por error le llegó esta columna; El intelectual  que después de darle su apoyo, hoy se sabe traicionado en su buena fe y por eso alguien le compartió este texto; Mi amiga del colegio que dice, qué horror Petro, pero prefiero no hablar de política. Todos nosotros. 

El Gobierno Petro tiene toda la infraestructura a su favor y nos lleva mucha ventaja. No hemos logrado enfocarnos en construir una estrategia para contrarrestarlos que inspire y movilice al país. Eso necesita tiempo, recursos económicos, coordinación, permanencia, voluntad y, sobre todo, vencer la indiferencia. Actuamos o nos perdemos.