LA PRIMERA mujer en asumir la presidencia de México, Claudia Sheinbaum, recibirá hoy de manos de su páter político y saliente mandatario, Andrés Manuel López Obrador, una aguda crisis en seguridad, pero también una herencia económica muy complicada, en la que priman la incertidumbre por las políticas gubernamentales de la izquierda, el riesgo de politización de la justicia y las previsiones de un crecimiento del PIB que este año apenas si llegará al 1,5%. Todo ello aunado a que hay picos de tensión con Estados Unidos y España, los mayores socios comerciales de la nación manita.
De allí que tanto la empresa privada, como las firmas calificadoras de riesgo, así como los inversionistas y los mercados están a la expectativa en torno a cuáles serán las primeras decisiones de Sheinbaum y, sobre todo, si será capaz de apartarse de los lineamientos de la accidentada política económica y reformas de su antecesor y principal apoyo político para ganar en junio pasado la presidencia mexicana.
Como se recuerda, a mitad de año, Sheinbaum se convertía en la primera presidenta electa de la historia mexicana con un triunfo electoral contundente. También logró mayorías holgadas al oficialismo de izquierda en el Congreso bicameral, donde ahora puede modificar la Constitución sin negociar con la oposición.
Sin embargo, a partir de entonces el clima económico se ha deteriorado de manera preocupante. Una de las causas es que el Congreso gobiernista avaló una polémica y drástica reforma judicial que instauró la elección popular de todos los jueces. Esta figura, casi inédita en el mundo, no solo implantó el riesgo de politización de la justicia, sino que de inmediato impactó los mercados y prendió las alarmas en Estados Unidos y Canadá, los socios comerciales inmediatos de México por cuenta del Tratado de Libre Comercio (T-MEC).
“Amenaza la relación (...) que hemos construido, la cual depende de la confianza de los inversionistas en el marco legal” mexicano, puntualizó semanas atrás el embajador estadounidense Ken Salazar.
Pero no fueron las únicas alertas. Una veintena de reformas e iniciativas, como la desaparición de los reguladores económicos independientes, también están haciendo fila.
A lo anterior habría que sumar que el mandato de Sheinbaum arranca con pleito diplomático a bordo con España, que es el segundo mayor inversionista extranjero en México, por cuenta de que no invitaron al acto de posesión al rey Felipe VI. Como se sabe, López Obrador exige de Madrid una disculpa de rango estatal a México por los atropellos sufridos durante la conquista española siglos atrás.
Duro panorama
Como se ve, la posesión de la nueva mandataria se da en un escenario de incertidumbre económica.
“Hay analistas que dicen que con esto (las reformas económicas) el sexenio nace muerto. No sé si hasta allá llegamos, pero me parece que las posibilidades para la economía son mucho menores”, afirma Jesús Carrillo, director de economía del centro de análisis mexicano IMCO.
Lo cierto es que, tras las elecciones, la moneda mexicana, un termómetro de expectativas económicas, ha caído 13%.
Los analistas advierten que los cambios constitucionales colisionan con la normativa del T-MEC. Si bien el tratado no incluye reglas específicas sobre el sistema judicial de los socios, “sí exige que sea imparcial e independiente”, advierte el IMCO. Además, varios artículos demandan “trato justo y equitativo” para resolver controversias judiciales, condición que puede incumplirse si los jueces electos dependen de partidos políticos o grupos de interés, añadió.
No hay que olvidar que la primera elección de jueces y magistrados de la Suprema Corte está prevista para junio de 2025.
De igual manera, la reforma que elimina a los reguladores de energía, telecomunicaciones y competencia, contraviene obligaciones del T-MEC y podría frenar inversiones en infraestructura.
Un asunto preocupante, más si se tiene en cuenta que este sector generó numerosos empleos durante el gobierno saliente y junto con programas sociales y alzas salariales permitió sacar de la pobreza a 8,9 millones de mexicanos.
Eliminar “organismos reguladores independientes (...) aumentaría la incertidumbre en torno a las normas y procedimientos, y haría que el sector de infraestructura de México sea menos atractivo” para invertir, señaló la calificadora Moody's.
Carrillo añadió que debilitar el marco regulatorio golpea la expectativa de relocalización de inversiones desde Asia hacia México para alimentar el mercado estadounidense, un fenómeno conocido como “nearshoring”.
“Si México pierde (...) institucionalidad, si queda en entredicho su capacidad para cumplir y honrar sus acuerdos, me parece que el nearshoring se desvanece”, afirmó.
Hay otros expertos que creen que la mandataria no seguirá en la línea de AMLO. “Todo indica que es pragmática y entiende que México no puede permitirse el lujo de enemistarse con ambos gobiernos y alienar a los inversionistas”, explicó Michael Shifter, experto del centro de reflexión Diálogo Interamericano, en Washington.
De otro lado, el ensayista mexicano Jorge Zepeda Patterson, en su libro “Presidenta”, sostiene que la mandataria ya envió mensajes a los mercados financieros con “la composición de un gabinete plural, profesional y no doctrinario, particularmente en su núcleo económico”.
Deuda alta, PIB bajo
Por otra parte, una economía debilitada impactará finalmente en la recaudación tributaria en un momento desafiante, pues López Obrador aumentó el endeudamiento en su último año de gestión e incrementó el déficit fiscal.
La deuda como porcentaje del PIB trepó este año a 50,2%, desde 46,8% en 2023, mientras que la prima que México paga a sus acreedores (riesgo país) subió tras los comicios de junio y activó alertas sobre su calificación crediticia.
En busca de contener la incertidumbre, el nuevo secretario de Economía de Sheinbaum, Marcelo Ebrard, anunció una reunión con 45 grandes empresas estadounidenses el próximo 15 de octubre, donde la mandataria explicará “cómo va a funcionar la reforma judicial”. “Vamos a respetar sus inversiones”, aseguró.
En el entretanto, es claro que la nación centroamericana no apunta a tener un buen año en cuanto a Producto Interno Bruto. De un lado, el Banco de México (central) prevé que la economía crezca apenas 1,5% este año, un retroceso fuerte frente al 3,2% del 2023. No hay que olvidar que la economía mexicana se desplomó 8,3% en 2020 afectada por la pandemia y desde entonces ha rebotado medianamente.
A ello se suma que en su más reciente informe la OCDE recalculó a la baja la perspectiva de crecimiento de México, dejándola en 1,4%.
En otro orden, el Banco Central si bien redujo en un cuarto de punto porcentual su tasa de interés de referencia a 10,50%, dejó en claro que este tercer recorte en el año se da pese a la volatilidad del peso, la persistente inflación, un “periodo de debilidad” de la actividad productiva y una desaceleración en el ritmo de creación de empleos en la segunda economía de América Latina, después de Brasil.
En agosto, según el instituto nacional de estadística, la inflación en México se ubicó en 4,99% en 12 meses.
¿Qué pasará? Nadie lo sabe. Todo estará supeditado al discurso de posesión hoy de Sheinbaum y su primera rueda de prensa mañana como presidenta. Allí empezará a establecerse si la mandataria corregirá el rumbo de un país de 129 millones de habitantes o seguirá la senda incierta de su páter político López Obrador. /AFP-EL NUEVO SIGLO