Padre de uno de los tripulantes del ARA rompe el silencio | El Nuevo Siglo
Foto Anadolu
Jueves, 7 de Diciembre de 2017
Agencia Anadolu
Entrevista. La historia de Jorge  que habla luego de varios días de silencio, en búsqueda de paz y tranquilidad interior.
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Luego de varios días de silencio, en búsqueda de paz y tranquilidad interior, Jorge Bergallo, el padre de uno de los tripulantes del submarino argentino desaparecido ARA San Juan, le concedió una entrevista a la Agencia Anadolu.

La historia de Jorge es particular, ya que además de ser el padre de Jorge Ignacio Bergallo, el segundo comandante a cargo del ARA San Juan, también es marino de carrera. Él mismo había sido comandante de este submarino, por lo que conocía de cerca su funcionamiento. Y de alguna manera fue él quien le transmitió a su hijo, desde niño, su amor por la navegación.

Conocer el buque, saber cómo operarlo, pensar qué hubiera hecho ante la misma situación fue lo que más lo desgastó. Hizo cálculos propios en cuanto se enteró de la desaparición y supo que eran desfavorables. No podía decirlo en su casa, menos cuando se enteró de la presunta explosión. Sabía lo que podía ser una situación de catástrofe dentro del submarino.

¿Cómo repercutió en su familia las informaciones sobre las supuestas ocho llamadas del submarino? ¿Ya lo sabían, estaban al tanto?

Es un tema que me ha molestado muchísimo cómo se trató en algunos medios de prensa en Argentina. El mensaje clave es el de las aproximadamente 7:30 a.m., el último, que dice que el submarino tuvo el problema. Te digo con seguridad que fue así porque fui comandante de ese submarino y además me mantuve siempre comunicado con mi hijo cuando tenía señal de teléfono, porque disfrutábamos juntos de las navegaciones. Yo le pedía que me contara las maniobras, etc.

Algunos dijeron que iban a investigar por qué desoyeron el pedido de auxilio, y plantear algo así es una locura. Supongamos que fueron ocho las llamadas que dicen que ocultaron. En realidad, esas ocho llamadas no guardaban ninguna relación. Alguna puede haber sido informando el avistaje de un pesquero, que era lo que estaban haciendo. Los submarinos también tienen que mandar un mensaje de posición cada tanto. Es decir, no eran mensajes que tuvieran que ver con la emergencia. 

Yo hace 14 años que estoy retirado, no tengo ninguna obligación de salir a defender a la Armada. Pero creo que lo que han hecho en esta oportunidad ha estado muy bien, lo mejor posible.

¿Cómo cree que se manejó la comunicación de los hechos?

Me consta, porque mi nuera está en Mar Del Plata (con su nieta, Milagros, de 11 años) y mis hijos viajaron para hacerle compañía, que antes de cualquier rueda de prensa llamaban a los familiares, porque incluso me llamaban a mí, y nos decían lo que iban a decir. Y eso que decían era lo único que se sabía. Todo el resto son elucubraciones. 

Hubo rumores dando vueltas de que lo hundió un submarino chino...unas locuras. He charlado mucho acerca de lo que pudo haber pasado. No es un tema de presupuesto, ni que estaba mal reparado. Lo que ocurrió es una serie de pocos sucesos que se dieron todos juntos e hicieron que embarcaran mucha agua, y eso produjera la explosión de la que se informó.

¿Cómo reaccionó cuando supo sobre la explosión?

Cuando nos dijeron lo de la explosión entendí muchas cosas. Aunque sonó duro, como lo dijo Lilita Carrió (diputada del partido Cambiemos), es así, están todos muertos. Porque si no estuvieran todos muertos alguien hubiera abierto determinadas válvulas, hubiera hecho determinadas maniobras. Suena a una barbaridad, pero eso me dio la tranquilidad de saber que no están en el fondo ahogándose o asfixiándose porque no hay aire.

Usted manifiesta que en su caso particular lo peor fue haber podido imaginarse todo lo que podría haber pasado dentro del submarino.

Con mis otros compañeros retirados de la Marina íbamos mirando todo lo que decían sobre las comunicaciones, las posiciones, la profundidad de ese lugar. Lo que pasa es que mi esposa me veía haciendo esos análisis. No me preguntaba detalles porque yo tampoco se los iba a dar, no tenía sentido. Pero sí, eso es lo que más desgasta, eso me mató.

¿Cómo lo ha procesado el resto de su familia?

Muy bien afortunadamente. En algún momento, sobre todo en los primeros días, cuando no se sabía nada, mi esposa y mis hijos me decían: "Primero te tuvimos a vos con los benditos submarinos y ahora lo tenemos a Jorgito -como le decimos nosotros- con la misma historia", como con rechazo. Pero la verdad es que lo aceptaron muy bien, cada uno hizo diferentes cosas. Mi hija y mi hijo, el que le sigue en edad a Jorge, se fueron a Mar del Plata. Fueron con mi nuera, estuvieron en la base naval, caminaban por la base, más allá de las ruedas de prensa, porque fue donde estuvieron desde que eran chiquitos. Manejaron una suerte de duelo a su manera. Mi esposa y yo nos quedamos en Buenos Aires, apoyándonos en la fe, en la religión, sabiendo que nuestro hijo está muy bien, que no sufrió. No se puede decir que lo llevamos bien, pero nos abroquelamos en familia.

Cada familia reacciona diferente…

Cuando me preguntan sobre la reacción de algún familiar contesto que es muy humano, hay que ser muy respetuoso con todos. Algunos gritarán, otros insultarán y otros se tirarán al piso. El problema es que si se toma como noticia que una señora que está en estado de shock porque se le murió el marido dice que el submarino era un desastre, no se le puede echar la culpa a esa señora. La gente reacciona de manera distinta ante una desgracia. Y entiendo sobre todo a los familiares, en particular de los más jóvenes, que a lo mejor son de Buenos Aires, familias alejadas de Mar del Plata, alejadas del mar, y no tienen la menor idea del mar ni de la Armada. Entonces se encuentran ante la muerte de un hijo en algo que dicen que es un submarino, como si a mí me hablaran de que se murió un astronauta y no tengo idea de lo que pasa ni lo que hacen.

Usted emitió un comunicado pidiendo explícitamente que no politicen la muerte de los tripulantes.

Yo no estoy seguro, pero no me extrañaría que alguien en Argentina se haya quedado con algún vuelto (robar algún dinero) durante las reparaciones. Lamentablemente en los últimos años pareciera ser que eso era habitual. Lo que pasa es que los grados de corrupción que puede haber habido no guardan relación con el accidente. Permanentemente he estado al tanto porque lo disfrutaba como si estuviera navegando con mi hijo, y el buque estaba en condiciones. 

A mí me tocó navegar en submarinos argentinos que nos había dado EEUU que habían estado en la Segunda Guerra Mundial. Eso fue 30 años después de que hubiera terminado la Segunda Guerra Mundial y estábamos navegando. Nadie se mete bajo el agua con lo peligroso que es si no sabe que el submarino le va a responder. Eso no quita que un perno se pueda quebrar, que un cable se desconecte. Lo que ocurre es que, si realmente se produjo esa explosión, que ruego que así haya sido, indudablemente eso explica por qué nadie pudo conectar ese cable que eventualmente se desconectó.

Entiendo que usted desvincula completamente a la política de lo sucedido con el ARA San Juan

La política es un tema pendiente para mí, pero en este caso no tiene nada que ver. Lo que a mí me molesta es que se esté usando a estos 44 chicos para pasarse facturas entre partidos políticos, entre un partido político y la Armada. No se merecen esto. Que lo traten por separado, que esperen unos días, que metan presos a todos los que tengan que meter, sean civiles o marinos. Me parece perfecto y hasta me daría cierta tranquilidad como argentino, no ya como padre de uno de los tripulantes. Pero nada tiene que ver la política con el temporal, con el agua sobre la batería. Por algún lado leí que el comandante había firmado en un informe de rutina que el año que viene el submarino tenía que ir al Puerto Belgrano y había que hacerle algunos arreglos. Esto es verdad. Mi hijo me había dicho eso mismo. Pero a los submarinos, justamente para estar tranquilos en todo lo que respecta a la seguridad, luego de un determinado tiempo se les programa una revisión, como con los aviones o con un auto que después de cierta cantidad de kilómetros necesita un servicio de mantenimiento.