CON propuestas diametralmente opuestas como las líneas políticas que representan, Mario Abdó Benítez, al gobernante partido conservador y Efrían Alegre, de una coalición de centro izquierda, son las dos opciones entre las cuales los paraguayos eligen este domingo al nuevo Presidente, en unos comicios donde también definirán sus representantes al Congreso y 17 gobernadores.
El sucesor de Horacio Cartes, según las encuestas, debe ser su delfín Mario Abdó Benítez, que tiene una ventaja de 20 puntos porcentuales, pero no se descarta una Alegre sorpresa, si la que acierta es la firma Ati Sneard y Asociados que según un sondeo de última hora los ubica en un empate técnico.
Independientemente de quien gane, bien sea el popularmente llamado “Marito” o “Efraín”, los desafíos para el nuevo gobierno están delineados de antemano y requieren de inteligencia pero sobre todo de gran voluntad política, ya que tiene las condiciones a su haber para lograrlos. El mayor de ellos es llevar al fiel de la balanza el crecimiento económico con la lucha contra la pobreza, la que se evidencia en las mismas puertas de los centros de poder.
Así, en Asunción, endebles casuchas impiden ver el edificio del Congreso y ocultan la Casa de gobierno en la Plaza de Armas, donde medio millar de familias se han refugiado de la crecida del río o han llegado desplazadas desde el campo.
Desde hace más de 10 años Paraguay exhibe un crecimiento económico alto y sostenido, de alrededor de 4% anual, pero no logra el mismo ritmo para reducir la pobreza.
Para 2018 el Fondo Monetario Internacional prevé un aumento del PIB de 4,1% y para 2019 de 4,5%, las cifras más altas de la región. Pero la pobreza golpea a 26,4% de sus 6,8 millones de habitantes, según datos de 2017 de la Dirección de Estadística, Encuestas y Censos de Paraguay.
Desde hace cuatro meses, Nilsa Vera Benítez, una indígena guaraní de 20 años, vive en la plaza con su esposo y sus dos niñas de 6 y 3 años de edad.
Llegó desde Laurel, en el departamento de Alto Paraná (400 km al noreste). Dice que fue desalojada de sus tierras por agroindustriales de la soja, y asegura que se quedará en la plaza hasta que haya una resolución a su favor.
"Mendigo en el semáforo junto con mis criaturas porque no he recibido ninguna asistencia. En mi comunidad sembraba mandioca, maíz, porotos, batata. Tenía gallinas, patos y cerdos", relata a la AFP.
"Cuando volvamos a nuestra comunidad, espero que mis hijas puedan estudiar para que en el día de mañana sean algo", añade esta mujer que cursó hasta noveno grado y solo habla guaraní.
Falta voluntad política
"Con lo que crece Paraguay, podría tener mayor reducción de la pobreza. Falta voluntad política para que en este momento de crecimiento económico se reduzca la desigualdad", explica Magdalena López, coordinadora del Grupo de Estudios Sociales sobre Paraguay de la Universidad de Buenos Aires.
El crecimiento económico se basa en el agrocultivo, especialmente de la soja, que ocupa grandes extensiones de tierras, requiere poca mano de obra y está prácticamente exenta de impuestos, señala Gladys Benegas, directora del Instituto de Investigaciones en Competitividad de Paraguay.
Tanto Benegas como López resaltan la escasa industrialización del país y la alta tasa de informalidad del empleo y de la economía, cerca de 20% y 40% respectivamente.
"No se ha desarrollado un sistema industrial que dinamice el mercado laboral. No hay una demanda firme, sólida, de mano de obra formalizada", indica López, quien calcula que 10% de los propietarios posee 92% de las tierras.
Además, la política de aranceles mínimos de Paraguay facilita la importación de bienes terminados y desestimula la industrialización.
"Los programas de asistencia del gobierno están limitados a un cierto número de familias. No hay un enfoque para los jóvenes que ya se encuentran sin trabajo y sin educación", refiere Benegas.
"Ese más de 25% de pobreza que aún permanece está compuesto por el núcleo duro: mujeres sin educación", comenta.
De cara a las elecciones de hoy, Nilsa tiene pocas esperanzas. Al igual que Venancia Benítez, quien desde hace 40 años vive al borde de un canal de aguas negras en Asunción y piensa que no cambiará su situación.
"Los políticos ahora vienen (de visita) porque necesitan (votos), pero cuando se suben ellos (al poder) ya no te conocen más".
Según López, "muchos integrantes de la élite política paraguaya son, además de políticos activos, portavoces del capital, siendo ellos mismos ganaderos, estancieros o propietarios de altamente rentables empresas tabacaleras, alimenticias, textiles".
Ese es de hecho el perfil del presidente saliente Horacio Cartes, un potentado de la industria tabacalera.
En Paraguay "se busca reducir la pobreza como marketing político, pero no con una acción concreta y decidida de qué se va a hacer", asevera Benegas.
El favorito
En su esfuerzo por mostrar credenciales democráticas y republicanas que lo alejen del pasado, porque su familia fue muy cercana al exdictador Alfredo Stroessner, pero sobre todo de evidenciar que está comprometido con el pueblo, “Marito” ha centrado su campaña en la lucha contra la pobreza.
"Ojalá le pueda demostrar al pueblo que yo soy Marito del siglo XXI y que con mi conducta se puedan con el tiempo sentir tranquilos. Yo quiero demostrar que mi compromiso es con el futuro del Paraguay", indica este hombre de 46 años, graduado en mercadeo en Estados Unidos.
Pero también con ese pronunciamiento quiere mostrar que si bien su padre fue secretario privado de Stroessner, eso es cosa del pasado, con la que no tuvo nada que ver y que está al margen de su carrera política y su programa presidencial.
Divorciado de Fátima María Díaz Benza, con quien tuvo dos hijos, Abdo se volvió a casar con Silvana López Moreira Bo, hija de una familia de la alta sociedad de Asunción. Tiene una sola hermana y siete hermanastros.
Asegura haber construido una identidad propia a pesar de su origen, criado entre oropeles y cortesanos como un principito. Estudió en el exclusivo Colegio San Andrés de Asunción donde los nietos de Stroessner fueron sus compañeros de aula.
El retador
Efraín Alegre ataca a “Marito” enfatizando que representa el pasado y sacando a relucir los vínculos de su familia con esa parte de la “negra historia del Paraguay”.
Abogado y militante del partido Liberal desde muy joven, Alegre, de 55 años, aspira así romper la hegemonía del oficialista partido Colorado .
Es un católico practicante, contrario al aborto y al matrimonio igualitario, en contradicción con varios partidos que lo apoyan en su Alianza Ganar, Alegre se presenta a la elección por segunda vez en cinco años.
En 2013 cayó derrotado por el actual presidente, el rico empresario tabacalero Horacio Cartes, en unos comicios donde su partido se presentó sin alianzas.
Hijo de un hacendado y comerciante del departamento de Misiones, es el octavo de doce hermanos. Tiene cuatro hijos y está casado con Mirian Irún desde hace 26 años.
Contrajo matrimonio con los primeros vientos de democracia tras el fin de la dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-89), contra la cual Alegre fue activo militante juvenil.