Mike Pompeo juramentó como Secretario de Estado de Estados Unidos este miércoles, durante una ceremonia en la Casa Blanca, junto al presidente Donald Trump y el vicepresidente, Mike Pence.
Un día antes, Pompeo se comprometió a revitalizar el cuerpo diplomático de EEUU en su primer discurso en el Departamento de Estado.
"Hablo sobre recuperar nuestro orgullo", dijo Pompeo a los diplomáticos en una clara referencia a la frustración que muchos empleados sintieron bajo su predecesor, Rex Tillerson.
"El cuerpo diplomático de los Estados Unidos necesita estar en cada esquina, en cada rincón del mundo ejecutando misiones en nombre de este país y es mi humilde y noble tarea ayudar a lograrlo", dijo.
El ex director de la CIA también señaló que tiene "mucho que aprender" sobre su trabajo, pero elogió su patriotismo y prometió que no será un líder distante.
"Ustedes eligen ser oficiales del Servicio Exterior o ser funcionarios del servicio civil. Ustedes vinieron aquí porque son patriotas", agregó.
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En marzo, Trump anunció a Pompeo como su elección para la Secretaría de Estado, expulsando a Rex Tillerson, debido a una serie de enfrentamientos de alto perfil con la Casa Blanca.
Casi dos meses después, Pompeo recibió la confirmación del Senado para dirigir el Departamento de Estado, convirtiéndose en el 70º Secretario de Estado de ese país.
Pompeo asumió el cargo en medio de varios eventos de política exterior de alto perfil, incluida una histórica reunión bilateral pendiente entre Trump y el líder norcoreano, Kim Jong-un, a quien Pompeo conoció mientras era director de la CIA.
El nuevo Secretario de Estado también tendrá que lidiar con las consecuencias si Trump decide sacar a Estados Unidos de un acuerdo internacional para frenar el programa nuclear de Irán.
Tanto Pompeo como Trump se oponen al acuerdo, pero ninguno de los socios negociadores de EEUU acuerda que una retirada promovería sus intereses.
Además, Pompeo tiene una larga trayectoria de posiciones anti-musulmanas. Tras los atentados de la maratón de Boston en 2013, condenó erróneamente a los líderes musulmanes estadounidenses por su supuesto "silencio" sobre el tema, aunque al menos media docena de grupos habían condenado el ataque terrorista y organizado exhibiciones públicas en apoyo a las víctimas.
También ha seguido manteniendo estrechos vínculos con los teóricos de la conspiración que regularmente venden propaganda antimusulmana.