EN el último medio siglo nunca los cubanos habían visto tanta policía en La Habana y otras ciudades del país, como tampoco el régimen se había enfrentado a una oposición que, aunque naciente, se ha fortalecido con las acciones tomadas en su contra y la creciente solidaridad internacional.
Un policía cada dos metros a lo largo del malecón al igual que en el centro y otros lugares de la capital, el arresto de varias cabezas visibles de los detractores del régimen y el sitio a viviendas de muchos más, entre ellos a la del dramaturgo Yunior García fueron las medidas con las que el gobierno de Miguel Díaz Canel impidió que los cubanos se tomaran las calles, como ocurrió el pasado 11 de julio.
Mientras que García, convocante de las manifestaciones a través de la plataforma virtual Archipiélago permaneció confinado a la fuerza en su vivienda ante el cerco policial que le instalaron desde la noche del sábado, fueron varios los disidentes arrestados y se denunció la desaparición de otros de ellos.
Manuel Cuesta Morua, de 58 años, vicepresidente del Consejo para la Transición Democrática, "fue detenido por la Seguridad del Estado hoy a eso de la una de la tarde saliendo de la casa" en La Habana, dijo su esposa, Nairobi Scheri. El opositor fue arrestado durante algunas horas en septiembre por llamar a participar en la programada jornada de protesta.
La líder del movimiento disidente Damas de Blanco, Berta Soler, y su marido, el expreso político Ángel Moya, también fueron detenidos, según denunció la disidente Martha Beatriz Roque en twitter, red social en la que también se denunció la presunta desaparición del coordinador de Archipiélago, Adrián Nápoles Capote.
Otra cabeza visible de la disidencia, Guillermo Fariñas, reconocido internacionalmente por haberse declarado en huelga de hambre cuando estuvo detenido, al punto de arriesgar su vida, está preso desde el viernes.
Esta represión, intimidación e incluso hostigamiento a ‘sospechosos’ de disentir con los lineamientos del régimen impidieron que los cubanos se manifestaran y, de allí, que el mismo informara que “las calles están en paz” y el país “en normalidad”.
Como se sabe, la manifestación convocada por el grupo de debate político Archipiélago para exigir la liberación de los presos políticos, el respeto a los DD.HH. y la democracia en la isla fue prohibida por el régimen minutos después de que Yunior García hiciera la solicitud, amparado en que la Constitución establece el derecho a manifestarse, argumentando que las mismas obedecen a un plan desestabilizador orquestado por el “imperialismo yanqui”.
Tras lo ocurrido ayer, Archipiélago en su perfil de Facebook sostuvo: "Un grupo de personas no puede continuar privando a otros de ejercer sus derechos. Estos 'actos de repudio' son una vergüenza nacional que ya no tiene cabida en nuestra sociedad”.
En pie de lucha
El grupo opositor sostuvo que mantendrán sus exigencias pese a las amenazas, asedio y constante represión. Están motivados porque este novel movimiento de protesta, nacido hace menos de un año, gana fuerza y adeptos tanto dentro como fuera de Cuba.
El génesis de la misma tuvo lugar el 27 de noviembre del año anterior, cuando un colectivo de artistas aupados en el Movimiento San Isidro realizó un plantón frente al Ministerio de Cultura, que sorprendió tanto a sus compatriotas como al régimen.
En su momento exigían la libertad de expresión y el cese del hostigamiento contra creadores críticos con el gobierno, al igual que un diálogo con el gobierno que, como era de esperarse, nunca se dio.
Con varios artistas y creativos tras las rejas, el régimen pensó que era suficiente para acallar el descontento de estos ciudadanos, pero ocho meses más tarde volvió a sorprenderse, al igual que el mundo, cuando en una pequeña provincia decenas de cubanos salieron a protestar desesperados por la escasez de alimentos y medicinas, agravada por la pandemia del covid-19, al igual que por libertad y respeto a sus derechos. A las pocas horas las calles de todas las ciudades del país registraban el mismo descontento.
Fue lo que se bautizó como 11-J (julio) y se saldó con un muerto, decenas de heridos y cientos de encarcelados, de los cuales permanecen tras las rejas decenas, la mayoría de ellos reconocidas voces de la oposición a las que en un ‘juicio’ se les condenó por atentar contra la seguridad nacional.
Y con la violencia policial y represión de ese día el gobierno comunista pensó era suficiente para poner fin a un ‘alzamiento’ social. Sin embargo, el mes pasado, Yunior García creó Archipiélago y solicitó formalmente al régimen permiso para realizar las manifestaciones.
Pese a ello, la férrea posición de los detractores del régimen se mantiene y han recibido voces de aliento de varios gobiernos y ciudadanos en el mundo, como se evidenció ayer con las marchas registradas en Miami, Madrid y París, entre otras.
El exilio cubano en Miami se tomó las calles el domingo, mientras que ayer la icónica Puerta del Sol de la capital española acogió a centenares de cubanos y simpatizantes con su causa. En la marcha cívica que contó con el apoyo y la participación de dirigentes del conservador Partido Popular, Ciudadanos y Vox, no sólo se oyó la consigna de la oposición isleña “Patria y Vida”, sino también advertencias al presidente de Gobierno, el socialista Pedro Sánchez, de que “Cuba es una dictadura”.
Al caer la noche, los congregados corearon: 'La voz del pueblo no es ilegal', 'Pedro Sánchez caradura, Cuba es una dictadura' 'Estos pueblos no se calman hasta que los dictadores no se vayan' o “Derechos humanos para los cubanos’, acompañadas de banderas de Cuba, España y rosas blancas.
En la concentración se leyó un manifiesto que reza, entre otras cosas: "Me manifiesto por las damas de blanco, mujeres reprimidas por la dictadura cada vez que intentaron hacerlo en Cuba; me manifiesto por los más de 150 políticos que había en las cárceles antes del 11 de julio y no pueden alzar su voz, por las más de 1.200 personas que fueron detenidas desde el 11 de julio y los más de 600 que continúan bajo arresto por pedir libertad y democracia para Cuba".
Y, al final, recuerdan a los cubanos que "no están solos" y que ellos “no viven felices en un paraíso, sino que viven silenciados y oprimidos en una tiranía en una isla cárcel", ha zanjado el manifiesto.
Desde el Partido Popular, su secretaria de Internacional, Valentina Martínez, sostuvo que el PP "como partido que tiene un lazo afectivo con Cuba impresionante" no podía "dejar de estar a su lado". "Nos sorprende que el Gobierno haya dejado de nuevo solos a los cubanos", criticó la dirigente política.
¿Regreso a la normalidad?
Entre tanto para el gobierno cubano, ayer se marcó la vuelta a la normalidad tras meses de cierre de las fronteras del país y de las escuelas debido a la pandemia del coronavirus. También hubo celebraciones por el 502 aniversario de La Habana.
"Así amanece Cuba el 15 de noviembre, con más de 700.000 pioneros (alumnos9 en las aulas, recibiendo amigos, familiares y turistas, reactivando el quehacer productivo, disminuyendo los casos de covid", dijo el presidente Miguel Díaz-Canel en Twitter.
El mandatario que ordenó el vasto repliegue policial y de agentes de inteligencia por todo el país asistió muy temprano a la reinauguración del curso escolar en una escuela de Ciudad Libertad, un área del oeste de La Habana que en el pasado fue un cuartel militar, ahora convertida en zona escolar.
Díaz-Canel volvió a denunciar la intención de "subvertir el orden interno" y "campañas mediáticas contra su país", prometiendo que "Cuba va a vivir en paz". Ayer durante todo el día, varios funcionarios postearon en redes sociales fotos de las calles de la isla asegurando que reina la calma.
Pero la isla vive su peor crisis económica en casi 30 años, que ha generado una grave escasez de alimentos y medicinas, así como un creciente descontento social.
Las autoridades acusan a los organizadores de la protesta de ser agentes entrenados y financiados por Estados Unidos para provocar un cambio de régimen. Por ese motivo prohibieron la manifestación y los amenazaron con sanciones penales.