Se salvó la democracia en los Estados Unidos | El Nuevo Siglo
EL PRESIDENTE Joe Biden ha tomado en menos de un mes de administración decisiones claves para su país, muchas derogando las adoptadas por su antecesor
Foto archivo AFP
Sábado, 13 de Febrero de 2021
Víctor G. Ricardo

Las imágenes de la toma del Capitolio el pasado 6 de enero, que recorrieron todo el mundo, pusieron de manifiesto lo que nunca nos hubiéramos imaginado: la democracia  más poderosa del mundo sucumbía ante unas masas enardecidas por un Presidente derrotado, con el sólo propósito de profanar la institución más sagrada de la democracia norteamericana y evitar una transición en la jefatura del Estado.

Hoy ya sabemos que nada de eso ocurrió y que la democracia triunfó. Sin embargo,  la huella de ese día es alargada y profunda. El Senado inició un segundo (inédito) impeachment contra Trump el pasado martes, luego que en la Cámara de Representantes, la mayoría demócrata aprobó el cargo de ‘incitación a la insurrección’. El Partido Republicano está dividido entre los que, a pesar de los acontecimientos, decidieron seguir apoyando a Trump, mientras otros, como el poderoso líder de la mayoría republicana en el Senado, el senador McConnell, optaron por dar la espalda a Trump, seguramente más por propio interés personal que por convicción, al ver que se abría ante ellos la posibilidad de enterrar para siempre  las opciones de Trump de cara a las elecciones de 2024.

En este ambiente de crispación y en una ciudad tomada por las fuerzas de seguridad, sin público más allá de unos cientos de congresistas y embajadores, bajo la sombra de los 400.000 fallecidos por el covid-19n todo el territorio nacional, tomó posesión Joe Biden como 46 Presidente de Estados Unidos. En su discurso quiso dejar clara la triple crisis a la que se enfrenta el país: la sanitaria, económica y la institucional, así como su firme determinación para superar este trance, haciendo un llamamiento a la unidad de la nación. Hubo lugar para la esperanza.

Con todo y a pesar de esa luz que se abrió el 20 de enero, será difícil que el Presidente Biden goce de los 100 días de cortesía que se suelen dar a los presidentes cuando asumen el poder. Caso similar la que vivimos loa colombianos en nuestro país con la posesión del Presidente Duque.  Los retos son demasiado urgentes. La pandemia está fuera de control, hasta el punto que el mandatario norteamericano ha reconocido públicamente que se esperan más de 550.000 fallecidos en los próximos meses. No existía una estrategia clara de vacunación. 

El país del Norte está fracturado socialmente. El desempleo ha ascendido a cifras desconocidas, mientras que las obligadas restricciones mantienen cerrados miles y miles de restaurantes, cafeterías o tiendas y ahora algunos destinos o recepciones de pasajeros aéreos. Resulta, por tanto, necesario un golpe de efecto que devuelva la esperanza a la sociedad norteamericana y la confianza en sus instituciones. Y Biden parece la persona idónea para esta misión. Desde el mismo día de su posesión adoptó una serie de órdenes ejecutivas en multitud de ámbitos, pero en especial en la lucha contra la pandemia, cambio climático e  inmigración, poniendo de manifiesto cuáles serán las prioridades de su Administración.

Con sus primeras decisiones, como el regreso de EE.UU. al Acuerdo de París sobre cambio climático o a la Organización Mundial de la Salud, Biden rompe con muchas de las polémicas decisiones de la Administración anterior. Esta señal de ruptura quizá se evidencia de manera más notoria en la política migratoria. Y es que, entre sus primeras medidas, Biden ordenó suspender la construcción del muro en la frontera sur con México. Todo un símbolo de su antecesor queda así enterrado, en un abrir y cerrar de ojos. Pero también diversas medidas para proteger los derechos de cientos de miles de ilegales que llegaron a este país de niños (los dreamers) que tanto amenazó Trump, o los beneficiarios del DACA, provenientes de El Salvador o Nicaragua. O medidas para ayudar a que los menores separados en frontera de sus padres puedan reencontrar a sus familias. En sus primeros días ha presentado ya ante el Congreso un plan migratorio con el que pretende legalizar a 11 millones de personas, muchos de los cuales llevan años viviendo y trabajando en este país.

Los obstáculos de la tramitación y en particular el actual reparto de poder en el Senado, con 50 senadores republicanos y 50 demócratas (más el voto de calidad de la vicepresidenta Harris, que actúa como presidenta del mismo), harán  muy difícil sacar adelante una reforma migratoria del calado del que pretende Biden, al ser necesarios el apoyo de 60 senadores, lo cual parece bastante difícil, al tratarse de una cuestión de especial sensibilidad dentro de las filas republicanas. La última gran reforma migratoria se aprobó en la época de expresidente Reagan, cuando se legalizaron 3 millones de ilegales.  Intentos posteriores, especialmente bajo las administraciones de Bush y Obama, fracasaron. Ante estas previsibles dificultades, que Biden conoce a la perfección tras tantos años de estar en el Senado, el Presidente se ha abierto a un posible fraccionamiento de la reforma migratoria para poder ir aprobando medidas concretas que favorezcan a determinados sectores.

El presidente demócrata ha conformado un equipo con perfil muy diferente al de su antecesor,  no sólo por designar a una mujer, la primera afroamericana y asiática como Vicepresidenta del país, sino también por la composición de su gabinete, el más variado de la historia de Estados Unidos, en el que prima la representación de minorías (afroamericanos, hispanos y una nativa americana) y el  género. Por primera vez en la historia, una mujer ocupa la Secretaría de Tesoro. Se trata de Janet Yellen. En cuanto a los hispanos, al frente de la Seguridad Nacional está Alejandro Mayorkas, de origen cubano; Xavier Becerra, de origen mexicano está frente a la Secretaría de Salud, mientras que Miguel Cardona, de origen puertorriqueño, se encargará de la oficina de Educación. Se trata, además, de un gabinete eminentemente de carrera y con gran experiencia en la vida pública, de perfil moderado, lo que facilitó su confirmación por parte del Senado. Es el caso de Blinken, el Secretario de Estado.

Incluso en lo que refiere a la comunicación de la nueva Administración se aprecian notables cambios. Han vuelto a convocarse ruedas de prensa diarias en la Casa Blanca por parte de la Secretaria de Prensa,  Jen Psaki. Lo mismo en cuanto a la comunicación por parte del Dr. Fauci y el equipo covid.  Incluso la web de la Casa Blanca vuelve a tener una versión en español.

 En cuanto a la política exterior seremos, con toda probabilidad, testigos de una vuelta de EE.UU. al multilateralismo, de la revitalización de las alianzas frente a posibles amenazas como Rusia, China o Corea del Norte, la defensa de los derechos humanos y la democracia.  La lucha contra la pandemia y el cambio climático serán dos cuestiones claves de la agenda exterior. En cuanto a América Latina, la relación con México y la lucha contra la inmigración de los países del Triángulo Norte serán prioritarias. Habrá que ver qué ocurre con Cuba. En cuanto a Venezuela, sabemos que prestará atención a la crisis humanitaria y apoyará una transición pacífica del poder. 

No tenemos noticia sobre la posición respecto a Colombia, pero es claro que el Presidente Biden nos conoce bien e incluso fue fundamental para el establecimiento y continuidad del Plan Colombia. No se ha producido hasta ahora contacto telefónico entre los presidentes Duque y Biden. Pero estoy convencido que Colombia seguirá como socio estratégico y firme aliado de Estados Unidos en la región. También confío en que el contar con nuestro compatriota Juan Sebastián González como responsable de América Latina en el Consejo de Seguridad Nacional, nos ayudará a seguir profundizando nuestra relación en multitud de ámbitos.

No me cabe duda que Biden ha surgido como el mejor médico para atender acuciantes enfermedades de EE.UU. y sabe cuál es la mejor medicina en estos momentos: acelerar todo la  vacunación con la meta de administrar 100 millones de dosis en los primeros 100 días de su administración y llegar al verano con una más que aceptable inmunización. Sólo así se logrará reactivar la economía y se podrá avanzar hacia la reconciliación social.