DESDE meses tras las encuestas vaticinan una debacle electoral de los conservadores, fruto no sólo del desgaste del actual gobierno de Rishi Sunak, sino de 13 años de hegemonía ‘tory’. Sin embargo, los resultados que empieza a tener la economía -por ende, una mejora en la calidad de vida- podrían cambiar esa premonición.
El tiempo es factor clave, ya que las legislativas se celebrarán el segundo semestre de este año según anunció ayer el premier Sunak, descartando de plano la anticipación para mayo como lo exige la oposición laborista (socialdemócratas). Y aunque sin definir fecha y consciente de la cuesta arriba que han debido recorrer para salir de la grave crisis económica, el líder conservador empezó a implementar desde meses atrás la estrategia electoral para volver a lograr la mayoría parlamentaria.
A hoy, con 18.5 puntos de desventaja frente a los laboristas encabezados por Keir Starmer, esta misión puede considerarse difícil, pero no imposible. La media de las encuestas a diciembre pasado ubica a los socialdemócratas un 44% en la intención de voto, seguido por los conservadores, liberales demócratas (10.5%), Partido Verde (6%), Partido Nacional Escocés (3%), Partido Nacional de Gales (0.5%) y Reform UK, antiguo Brexit Party (9%).
Dichos guarismos, respecto a las elecciones pasadas (2019) representan un incremento de 11 puntos en los laboristas, una caída en los ‘tories’ de 19 puntos, de los liberales demócratas y loe escoceses en más de un punto, cada uno; mientras que los verdes crecen en más de 3%, el partido galés permanece igual y, la otra formación de derecha, Reform UK, gana casi 7%.
Como se recordará, en esa ocasión, de la mano de Boris Johnson, los conservadores lograron el mejor resultado de las urnas en la historia reciente del Reino Unido. Precedido por su exitosa gestión como alcalde de Londres (dos mandatos) se convirtió en premier británico en 2019, cargo del que se apartó tres años después ante una impensable rebelión en su partido, liderada por Sunak, quién paradójicamente salió derrotado en la votación para premier por Liz Struss, ‘defenestrada’ en octubre de 2022, tras menos de dos meses de mandato.
Como inquilino del emblemático No. 10 de Downing Street, este adinerado tecnócrata prometió dar estabilidad al país que había enloquecido los mercados ante las dudas para asumir la deuda pública generada por la idea de su antecesora de un descenso de los impuestos para las rentas más altas. Y lo logró en el breve lapso, según admiten expertos, académicos y ciudadanos.
Cuando asumió el gobierno se fijó una hoja de ruta con cinco prioridades, a saber: reducir a la mitad la inflación, hacer crecer la economía pese al vertiginoso crecimiento de los precios, reducir la deuda nacional, recortar las listas de espera en los centros de salud y poner fin a la llegada de barcos de inmigrantes irregulares desde el otro lado del Canal de la Mancha. Anticipó que la baja de impuestos se daría en el momento adecuado.
Con ortodoxia económica y presupuestaria, a hoy puede exhibir un balance satisfactorio en al menos tres de sus cuatro objetivos. Del 11% de inflación en noviembre de 2022 (récord en cuatro décadas) la desaceleró rápidamente, llevándola a 3.9% el mismo mes del año anterior, la más baja en dos años. Mientras la acumulada a dicho mes se ubicó en 3.9% y la interanual en 6.7%.
Así no solo mejoró el poder adquisitivo de los británicos, sino que inclusive se llegó a un incremento de los salarios, permitiendo desde comienzos de agosto que fuera mayor al índice de inflación, lo que no ocurría desde hace dos años.
Paralelamente y precisamente para frenar el alza en el costo de vida, el banco emisor inglés inició una racha de alzas en los tipos de interés y desde septiembre los ha mantenido en 5.25%, los cuales se prevé comenzará a disminuir a partir de mayo, una vez se registre crecimiento económico.
El Producto Interior Bruto (PIB) del Reino Unido se contrajo 0,1% en el tercer trimestre y se estancó en el segundo, según las cifras publicadas a fin de año, que revisaron a la baja datos preliminares y proyectan un panorama difícil, especialmente por el precio del petróleo y el gas que han subido por los conflictos externos, pero con mayor tranquilidad.
Otro tema en ha centrado la gestión de Sunak ha sido la creciente migración irregular por el Canal de la Mancha y para ello trabajó de la mano con su par italiana, la también conservadora Georgia Meloni. Esa alianza hizo posible que recientemente la Unión Europea adoptará un acuerdo sobre migración que debe entrar a operar este año.
En ese frente también ha cumplido con acelerar las resoluciones de asilo. “Actualmente se han resuelto más de 112.000 casos con una tasa de subvención inferior a la del año pasado, una parte clave de nuestro plan para detener los barcos”, escribió ayer Sunak en la red social X, en la que también dijo que “reducir la inflación a la mitad y luego reducir impuestos” ha sido su plan y que “lo voy a cumplir”.
En el plano internacional, con una situación cada vez más peligrosa por los conflictos existentes (guerra de Ucrania y ofensiva israelí contra Hamás, entre otros) y el reposicionamiento geopolítico de China, entre otros, Sunak hizo una impensable pero acertada movida política: designó canciller al expremier David Cameron, figura reputada en el partido.
Alejado por siete años de la política, Cameron no es una ficha más del gabinete británico, sino un estratega para las legislativas, dado su carisma, experticia y credibilidad no solo en los políticos tories sino en los ciudadanos británicos.
Largada
Sunak hizo público ayer, cuando menos se esperaba, que hará la convocatoria a las elecciones parlamentarias en la “segunda mitad de este año”, descartando anticiparlas a mayo como lo ha presionado constantemente la oposición laborista.
"Mi hipótesis de trabajo es que tendremos elecciones generales en la segunda mitad del año", dijo el premier en un acto oficial en Mansfield (Inglaterra), en el que insistió que quiere seguir desarrollando sus políticas en cuestiones clave como economía o inmigración, dos de los temas que previsiblemente marcarán la campaña.
"Así que tengo mucho que hacer y estoy decidido a seguir sirviendo a los intereses del pueblo británico", añadió.
Los conservadores tienen actualmente la mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes, gracias a la cual han podido sortear la dimisión de hasta dos primeros ministros sin pasar por las urnas y sacar adelante leyes sin ningún tipo de apoyo externo -e incluso con el disenso de parte de la bancada 'tory'-.
Sin embargo, los sondeos vaticinan que ello cambiaría y con el amplio favoritismo de los laboristas podrían alcanzar 400 escaños superando, de lejos, la mayoría, mientras que los conservadores llegarían a 165. Una situación inversa a la de hoy.
El anuncio electoral generó la inmediata reacción del líder laborista, dándose así el pistoletazo de salida para una campaña que se avizora intensa.
Starmer, con el ojo en Downing Street, pidió a los ciudadanos que aprovechen "la oportunidad de cambiar Reino Unido", y afirmó estar "preparado" para guiar a su partido hacia la victoria.
"Gran Bretaña necesita un cambio, lo quiere, lo exige", insistió, en su primer discurso de este año de elecciones, en un centro de investigación en Bristol, en el oeste de Inglaterra, y habló de una nación "cansada, incluso desesperada", que ha perdido toda confianza en sus dirigentes.
Reiteró estar "preparado" para el poder, se dirigió a quienes han sufrido las consecuencias de "la pandemia, la crisis del coste de la vida, el desafío del Brexit y el caos" del gobierno.
De 61 años prometió levantar un servicio de salud pública en pleno declive, facturas de energía menos costosas e incluso un aumento del número de policías en las calles.
"Ya no somos un partido de protesta”, subrayó el hombre que reorientó a los laboristas hacia posiciones de centro, tras suceder en 2020 a Jeremy Corbyn, posicionado más a la izquierda.
El pasado octubre durante el Congreso de su partido, un Starmer enérgico y seguro de sí mismo prometió una "década de renovación nacional" si llega al poder, una meta que se trazó desde hace décadas y que dejó clara cuando hace años un periodista le indagó sobre cómo quería ser recordado.
"Como alguien que logró un gobierno laborista audaz y reformista. Como un gran padre y amigo", respondió en ese momento. A hoy y a juzgar por las encuestas materializar ese sueño puede ocurrir pronto. Sin embargo, los conservadores tienen cómo frustrárselo. En contados meses lo sabremos.