Tras 9 años, Zuma deja presidencia de Sudáfrica | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Miércoles, 14 de Febrero de 2018
Agence France Presse
El sucesor de Nelson Mandela es investigado por corrupción, fraude y lavado de dinero

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El presidente sudafricano, Jacob Zuma, anunció su dimisión inmediata este miércoles, después de que su partido, el Congreso Nacional Africano (ANC) lo amenazara con destituirlo con una moción de censura.

Zuma, debilitado por un escándalo de desvío de fondos públicos, anunció en un discurso televisado a la nación que había llegado "a la decisión de dimitir como presidente de la República con efecto inmediato, aunque estoy en desacuerdo con la dirección de mi organización".

Tras semanas de conflicto con la dirección del Congreso Nacional Africano (ANC), el jefe de Estado, de 75 años, acabó por renunciar ante la amenaza de una moción de censura. 

El mandatario, que alcanzó la presidencia en 2009 con la promesa de un cambio a favor de los más pobres, abandona el poder por la puerta de atrás. 

"No cabe duda de que la opinión pública está ampliamente a favor de la salida de Jacob Zuma", dijo a la AFP el analista político Abdul Waheed Patel. "Ha sido una carga para el país, para la economía y para su propio partido". 

Un triste balance que Zuma, testarudo y provocador, negó hasta el final. "No estoy de acuerdo [con la decisión del partido de obligarme a dimitir] porque no hay ninguna prueba de que haya hecho nada mal", declaró el miércoles en su último discurso como presidente. 

A Zuma lo apodaban el "presidente teflón" porque las acusaciones parecían resbalar sobre él. Su llegada a la cabeza del ANC es un ejemplo de ello. 

A finales de 2007 logró echar de la dirección del partido a Thabo Mbeki --que lo había destituido de la vicepresidencia dos años antes por acusaciones de corrupción-- y meses después también le arrebató la jefatura del Estado.

Justo antes de las elecciones generales de 2009, la justicia renunció a procesar a Zuma, acusado de haber cobrado sobornos durante un contrato de armas. El ANC ganó los comicios y él se convirtió en presidente del país.

Tres años antes ya había sido absuelto en un juicio por violación.

Este estratega, dotado de un gran olfato político, supo navegar en aguas revueltas. Incluso en 2016, su "annus horribilis".

Ese año, se le declaró culpable de violar la Constitución por haber pagado con dinero público las obras de remodelación de su residencia privada, y tuvo que desembolsar casi medio millón de euros.

El ANC obtuvo luego en las elecciones municipales su peor resultado nacional desde la llegada de la democracia en 1994. 

Un informe oficial reveló además su polémica relación con una rica familia de empresarios de origen indio, los Gupta. 

Hasta ahora, Zuma, primer jefe de Estado oficialmente polígamo, había sobrevivido a todo: desde las mociones de censura hasta la revuelta en su propio partido.

Se casó seis veces, tiene cuatro esposas y una veintena de hijos. Está divorciado de la exjefa de la Unión Africana (UA) Nkosazana Dlamini Zuma, a la que apoyó como candidata a sucederle a la cabeza del ANC en diciembre de 2017.

Orgulloso de sus orígenes zulúes, le gusta bailar y cantar y tiene mucha paciencia, una cualidad desarrollada durante su paso por la cárcel bajo el apartheid.

De joven pasó 10 años en la prisión de Robben Island, con Nelson Mandela. Allí se apasionó por el ajedrez.

Una vez liberado, Zuma se encargó de establecer las estructuras clandestinas del ANC en su región de origen y después partió al exilio. Al final de los años 1980 dirigió los servicios de inteligencia de la organización.

Cuando el ANC fue legalizado, en 1990, él regresó a Sudáfrica y participó en las negociaciones que desembocaron en las primeras elecciones democráticas, en 1994, y en la victoria de su partido y de Mandela.

Fue ministro provincial y luego vicepresidente de la república, hasta su destitución en 2005.

Dos años después volvió al poder gracias al ala izquierdista del ANC y a los sindicatos porque encarnaba las esperanzas de los más pobres. Pero sus promesas de reformas "radicales" se quedaron solo en palabras.

"No soy un modelo de virtud", reconoció Zuma al abandonar su cargo el miércoles, pero "serví al pueblo de Sudáfrica lo mejor que pude". ón económica.