Tras un año, resistencia a los talibanes en el Panshir se mantiene | El Nuevo Siglo
Hace un año regresaron los talibanes al poder afgano, lo que ha supuesto una serie de cambios políticos y sociales que han generado descontento entre la ciudadanía.
AFP
Domingo, 14 de Agosto de 2022
Redacción internacional

Hace un año los talibanes regresaron al poder en Afganistán, luego de que las tropas de combate estadounidenses y de otros países de Occidente comenzaran su retirada.

Han sido 12 meses de cambios y transformaciones que no han tenido el visto bueno de la comunidad internacional y, aunque la violencia disminuyó, la crisis humanitaria y en especial la situación para las mujeres se ha agravado rápidamente.

No obstante, algo que no ha pasado desapercibido ha sido la oposición al régimen talibán en el valle de Panshir, el exbastión histórico de la resistencia a este grupo, pese a que cayó en manos de los islamistas a principios de septiembre de 2021.

El 6 de septiembre del año pasado los talibanes anunciaron que habían tomado por completo el control del valle del Panshir, donde el Frente Nacional de Resistencia (FNR) les hacía oposición desde la caída de Kabul el 15 de agosto. Pero la resistencia se mantiene.

"Desde que llegaron, la gente no se siente segura, tiene miedo y no puede hablar libremente", explicó Amir (nombre modificado), un estudiante de 22 años, cerca del poblado de Safid Cherer.

Como él, los habitantes de esta región viven con temor a los nuevos dueños de Afganistán, acusados de abusos.

El valle, enclavado y rodeado de altas montañas, a 80 km al norte de la capital, se hizo célebre a finales de los años 1980 gracias al comandante de la resistencia, Ahmad Shah Masud, apodado el "león del Panshir" y asesinado por Al Qaeda en 2001.

La zona resistió la ocupación soviética en la década de 1980 y después a los talibanes que ascendieron al poder una década después e instauraron su primer régimen (1996-2001).

Un año después del regreso de los islamistas, el FNR, dirigido por Ahmad Masud, hijo del comandante difunto, apareció como la única amenaza militar convencional para los nuevos gobernantes, y a principios de mayo anunció una amplia ofensiva en el Panshir y otras provincias septentrionales.

Desde entonces se han producido algunos enfrentamientos puntuales con los talibanes, y como suele ocurrir, cada bando asegura haber causado decenas de bajas en las filas enemigas, balances imposibles de confirmar independientemente.

Posteriormente, la resistencia fue empujada hacia las montañas y, hoy por hoy, en el valle, hay desplegados seis mil combatientes talibanes que controlan sólidamente la principal ruta que bordea en más de 100 km el serpenteante río del Panshir.



Torturas y detenciones arbitrarias

Ahora bien, pasado este primer año desde que los talibanes regresaron al poder, para la ciudadanía la presencia de los mismos no pasa desapercibida ni en los poblados ni en los puntos de control.

"Por la noche no podemos pasear con nuestros amigos. Cuando vamos a algún sitio a divertirnos, vienen a impedirlo, nos preguntan por qué estamos sentados allí. Probablemente piensan que si los jóvenes se reúnen, planean algo contra ellos, como si fueran parte de la resistencia”, intuye Amir.

En junio, las oenegés Amnistía Internacional y Human Rights Watch acusaron a los talibanes de haber cometido en esa provincia torturas y detenciones arbitrarias de civiles acusados de pertenecer al FNR. "Estas graves violaciones de los derechos humanos crean un clima de miedo y desconfianza en la región", indicó la organización no gubernamental.

No obstante, los talibanes han desmentido en forma sistemática las acusaciones. "Antes nos sentíamos muy bien viniendo aquí y nuestros maridos podían venir libremente", recuerda Nabila, llegada de Kabul con sus cuatro hermanas para el funeral de su madre cerca de la ciudad de Bazarak.

"Ahora tenemos miedo y tememos que ellos (los talibanes) los arresten. La mayoría de nuestros maridos no ha podido venir al funeral, les hemos dicho que no podemos fiarnos de los talibanes", explicó a la AFP esta mujer, sin dar su apellido.

Y es que, al llegar los islamistas en septiembre, muchos habitantes huyeron. "Probablemente, menos de dos mil familias partieron quizás del Panshir, pero la mayoría de ellas ha vuelto", afirmó a la AFP Abubakar Sediq, portavoz del gobierno del Panshir, que contaba con más de 170 mil habitantes en agosto de 2021.

¿Resistencia o propaganda?

Interrogado sobre las acciones del FNR, Sediq responde sin pensarlo dos veces: "Propaganda". En la misma línea se expresa Abdul Hamid Kurasani, jefe local de las fuerzas especiales talibanas.

"No hemos visto ningún frente, el frente no existe", responde con calma este combatiente desde una casa del poblado de Tawakh, en el distrito de Anaba, que domina la entrada al valle y se ha convertido en su cuartel general.

"No existe ninguna amenaza de seguridad, en ninguna parte. Algunas personas están en las montañas y los estamos buscando", afirma el hombre, rodeado de una guardia armada hasta los dientes.

No obstante, una pregunta persiste: "Si somos unos cuantos guerrilleros y nos han replegado en las montañas, ¿por qué envían a miles de combatientes?", dijo a la AFP Ali Maisam Naary, jefe de relaciones internacionales del FNR.

"Tenemos una base permanente en cada valle lateral del Panshir, es decir, más de 20 bases" y también en otras provincias del noreste. El FNR está reivindicando a unos 3 mil miembros en todo el país, una cifra que no pudo ser verificada.

Para Michael Kugelman, del grupo de reflexión estadounidense Wilson Center, "la voluntad (del FNR) de luchar está allí, pero la capacidad no", y señaló que una “gran parte" de dirigentes y combatientes están en el extranjero, por ejemplo en el Tayikistán vecino.

"Para que el FNR sea un grupo verdaderamente eficaz, va a hacer falta más apoyo exterior, militar y financiero", dice.



EI, la otra amenaza

La otra amenaza a la autoridad talibana es el Estado Islámico del Khorasán (EI-K), la rama regional del EI, que se muestra bastante activa desde hace un año.

El grupo yihadista ha detonado bombas y cometido atentados suicidas, pero especialmente contra minorías religiosas afganas como los chiítas, más que contra los talibanes.

Por su parte, las autoridades tratan de restar importancia a la amenaza del EI-K y despliegan una lucha sin piedad contra el grupo, deteniendo a cientos de personas acusadas de integrarlo.

Hace meses que aseguran haberlo derrotado, aunque los analistas todavía lo consideran como el principal desafío de seguridad para los nuevos dirigentes afganos.

Kugelman estima que el FNR podría sacar provecho de una intensificación de los ataques del EI-K.

"Si los afganos ven que el EI-K hace estallar a sus familias esto podría, creo, provocar un perjuicio mayor contra la legitimidad de los talibanes y podría beneficiar al FNR y darle una ventana" para presentarse como alternativa, juzga el analista./AFP-EUROPA PRESS

Día de fiesta declarado por régimen talibán

Paralelamente, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales del Gobierno talibán afgano declaró este lunes como festivo nacional para conmemorar el primer aniversario de la toma del poder por parte del grupo islamista.

"El 15 de agosto es el primer aniversario de la victoria de la yihad de los afganos, liderada por el Emirato Islámico de Afganistán, contra la ocupación de los estadounidenses y sus aliados", indicó el Ministerio en un comunicado recogido por la agencia de noticias protalibán Bajtar News.

Este cambio en el calendario festivo contrasta con la eliminación de otras festividades vinculadas con religiones ajenas al Islam suní que profesa el grupo.