CADA voto de los depositados en las llamadas elecciones de medio término (midterms) en Estados Unidos conlleva más que la elección por representantes al Congreso y gobernadores. En esta ocasión, el peso político de los sufragios sobrepasa los límites de Washington porque hay tres temas claves en juego.
Ante la inamovible polarización política, esta tradicional cita de las urnas para renovar un tercio del Senado, la totalidad de la Cámara de Representantes, así como los gobernadores, implícitamente es una medición del apoyo ciudadano a los líderes del bipartidismo -el presidente demócrata Joe Biden y el exmandatario republicano Donald Trump- lo que se puede convertir en una ‘pole position’ de la carrera hacia la Casa Blanca.
Con el ojo en el 2024 desde meses atrás, una desaprobación a su gestión que en promedio se ubica en el 54% según RealClearpolitics, la creciente sensación de que el país va por mal camino (hasta 71%) y la fuerte campaña del trumpismo, con su líder a la cabeza para estas legislativas, Biden las planteó como una cita crucial porque “es la democracia misma la que está en juego”.
Es muy normal que el presidente de turno sufra un voto castigo en la jornada de mitad de mandato. Así, por ejemplo, los republicanos bajo la presidencia de Donald Trump perdieron en 2018 el control de la Cámara de Representantes, aunque lograron equiparar la composición en el Senado. Pero hoy dicha situación tiende a revertirse.
Las encuestas coinciden en señalar que el partido que tiene como símbolo el elefante y el color rojo (republicanos también identificados como GOP, las siglas de Grand Old Party) retomarán el control de la Cámara, actualmente compuesta por 220 demócratas y 212 conservadores. Señalan que éstos últimos tienen asegurados 187 escaños contra 163 de los del partido que se identifica con el color azul y el burro. En la disputa por el resto de los escaños la tendencia es favorable para los conservadores y según la proyección de RealClearpolitics se harían a no menos de 40, convirtiéndose en mayoría. También se sabe que hay ocho estados donde está muy pareja la contienda.
Con un contundente discurso sobre sus prioridades y especialmente en la recuperación de la economía, la que ha golpeado indistintamente a todos los ciudadanos por la inflación (llegó en junio a 6.5% la más alta en las últimas cuatro décadas), son los favoritos para imponerse en la Cámara baja. De lograrlo este 8 de noviembre, el caucus del Partido elegirá un nuevo presidente de la misma que asumirá el poder el próximo 3 de enero y será el encargado no sólo de elegir cada comité, sino que decidirá cuáles proyectos se presentarán.
De cumplirse el vaticinio será una victoria para Trump quién se involucró abiertamente en esta campaña de la legislativa y, además, cuenta con un férreo respaldo tanto de las bases como de la gran mayoría de los parlamentarios que bien esperan conservar su curul o ganar una. Ellos han seguido el ejemplo del líder conservador en sus políticas y posiciones claves como defender la vida desde la concepción.
Este escenario complica aún más la gobernabilidad de Biden quien ha visto frenados ambiciosas y multimillonarias propuestas de inversión, ejes de la agenda progresista con la que llegó a la Casa Blanca. También vería relegadas sus promesas de que el acceso al aborto sea una ley federal, (tras el pronunciamiento de la Corte que dejó sin piso el fallo Roe vs. Wide) implementar políticas radicales frente al cambio climático y establecer un estricto control de armas.
Y, paralelamente se enfrentaría a una inevitable y compleja negociación con sus opositores políticos para proyectos de ley claves como elevar el techo de la deuda y financiar el gobierno.
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‘Batalla’ por el Senado
En la actualidad el Senado está como se dice coloquialmente “miti-miti”. Cada partido tiene 50 congresistas, y el desempate lo da el voto de la vicepresidenta demócrata Kamala Harris.
Por ahora se da por descontado que de los 35 a elegir hay 15 seguros para los republicanos y nueve para los demócratas. En un puñado de estados clave, los mismos que pesaron en las elecciones presidenciales de 2020, están en cerrada disputa el resto de curules, las que determinarán quién se hace a la mayoría.
Todos los focos están puestos en Pensilvania, donde Mehmet Oz, un médico convertido en estrella de la televisión y apoyado por Trump, se enfrenta a un coloso calvo que nunca se quita la sudadera, el demócrata John Fetterman.
Como en la pasada cita electoral, Georgia también es centro de atención. El demócrata Raphael Warnock, el primer senador negro elegido en este estado con un fuerte pasado segregacionista, intenta ser reelegido frente a Herschel Walker, un exdeportista también afroestadounidense, apoyado por el exmandatario.
A ellos se suman Arizona, Nevada, Ohio, Wisconsin y Carolina del Norte donde también las contiendas son tan intensas como parejas las tendencias. Allí los candidatos demócratas se oponen a los partidarios de Trump.
Las proyecciones de la mayoría de firmas encuestadoras señalan que ganarán los republicanos, así: USA Today da 49 curules a éstos y 45 a los demócratas, Cuerpo Democracia (50 – 48), Rasmussen (49-42). En contrario están las realizadas por Economista que otorga a los conservadores 45 escaños frente a 49 del partido gobernante y Político (42-47). El promedio de RealClear Politics señala 48 bancas para los de “rojo” y 46 para los de azul, mientras que la tendencia para cuatro de las seis restantes es republicana.
Como se ve la contienda es muy reñida y el Senado podría inclinarse hacia cualquiera de los lados en la jornada del próximo noviembre. Independientemente de quien gane, Biden tiene mayor oportunidad de negociar –como lo ha hecho- para sacar avante tanto sus proyectos como los nominados al poder ejecutivo y judicial.
En caso de un triunfo de los demócratas –que sería por un margen mínimo- y con una Cámara de dominio conservador se prevé un escenario muy difícil y con pocos puntos de encuentro, lo que llevaría a buscar el apoyo de los llamados moderados en ambos partidos.
El último escenario posible en las legislativas es que el partido de gobierno conserve el actual control del Congreso, lo que permitirá reiniciar, sin cortapisa alguna, las negociaciones sobre algunos de los puntos de la agenda de Biden que nunca se aprobaron, incluido su nuevo paquete de programas sociales y económicos.
En cuanto a las gobernaciones, actualmente hay 27 estados con mando republicano contra 23 demócratas. En esta cita electoral están en juego 36, de las cuales 16 las ganarían los conservadores y 15 sus rivales políticos. En las restantes también hay un cerrado duelo.
Como reseñamos al comienzo de este artículo, estas legislativas tienen un trasfondo que van más allá de la escogencia de los representantes a esas corporaciones. Con Trump presente desde el inicio de la campaña, respaldando a más de 200 candidatos y participando en multitudinarios mitines en los estados claves, lo que fue emulado por el mandatario Biden, el próximo resultado electoral es un test sobre su vigencia política y determinante para la carrera presidencial del 2024.
El expresidente republicano no ha ocultado su intención de volver a competir por la Casa Blanca y ha insistido en que está esperando el momento indicado para oficializar su aspiración. Ante esa posibilidad, Biden, próximo a cumplir 80 años, anunció que "pretende" volver a ser candidato precisamente para impedir el retorno al poder de su antecesor, presagiando un posible "remake" del duelo de 2020.
Así las cosas, Biden y Trump, como dice la expresión popular, asoman las orejas en estas ‘midterms’ que abrieron el voto anticipado –tanto pen urnas como por correo- hace una semana en varios estados, derecho que hasta este fin de semana habían ejercido más de nueve millones de personas.
En su bastión de Wilmington, en el estado de Delaware y acompañado por su nieta Natalie, quien acudió por primera vez a las urnas, depositó este sábado su voto el presidente Joe Biden, quien está tan expectante como su partido por todo lo que está en juego en estos comicios intermedios, los que sin duda marcarán el inmediato y cercano futuro político del país.