Una conferencia fría que no destraba la mesa oposición- Maduro | El Nuevo Siglo
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Miércoles, 26 de Abril de 2023
Pablo Uribe Ruan

Sin una declaración conjunta por parte de las 19 delegaciones diplomáticas invitadas culminó “la Conferencia Internacional sobre Venezuela” en Bogotá que buscó, sin éxito, destrabar las conversaciones entre la oposición venezolana y el régimen de Nicolás Maduro en México.

Facilitado por Noruega, ese diálogo se congeló en noviembre pasado, luego de que el ilegítimo gobierno de Maduro se levantara de la mesa por el persistente bloqueo de los fondos venezolanos en el extranjero y el no otorgamiento de licencias a la petrolera estatal Pdvsa para que pueda vender crudo en el exterior.

En un escueto comunicado, el canciller de Colombia, Álvaro Leyva, dijo desde el palacio de San Carlos: “Se identificaron posiciones comunes en los siguientes temas: necesidad de establecer un cronograma electoral que permita unas elecciones transparentes y con plenas garantías”, y agregó que para que continúen las negociaciones es necesario que se acelere, “la implementación del fondo fiduciario único para inversión social en Venezuela”.


Sin destrabarse

Pasada la Conferencia de Bogotá, que según el canciller Leyva tendría una posible segunda convocatoria, se abren nuevos interrogantes sobre la oposición y su unidad -en especial por el exilio de Juan Guaidó-, el papel de Estados Unidos y México en las tratativas y el mantenimiento de las sanciones, que, luego de dos años han empeorado las condiciones de vida de los venezolanos y la sostenibilidad económica del régimen.

Exiliado en Miami, Estados Unidos, donde llegó en un vuelo proveniente de Bogotá, Juan Guaidó a partir de hoy empieza a jugar un papel diferente. ¿Tendrá más influencia desde el exilio? ¿Apoyado por los sectores más duros del partido Republicano mantendrá un discurso a favor de las sanciones?



Desde hace más de un año era evidente que Guaidó venía perdiendo fuerza como presidente interino. Sectores de la oposición representados en partidos como Primero Justicia, Acción Democrática y otros grupos minoritarios creían que su figura estaba desgastada por los escándalos de corrupción dentro de su gobierno y el poco apoyo que venía recibiendo por parte de los gobiernos regionales tras la victoria en Colombia y Brasil de los candidatos de izquierda, además de la permanente persecución del régimen.

Luego de la Conferencia Internacional en Bogotá y las reuniones previas entre la Plataforma Unitaria -Gerardo Blyde, Stalin González y otros- y el gobierno de Colombia, el domingo pasado en la tarde, en Hato Grande, queda claro que la oposición venezolana no goza de la unidad suficiente y la llegada de Guaidó a la Florida podría resquebrajarla más.

En ese escenario, Maduro no sólo tiene el incentivo de negociar nuevamente para ganar tiempo en la mesa, sino que podría eventualmente adelantar las elecciones -rompiendo uno de los principios básicos de los acuerdos de México que es el cronograma electoral- al saber que la oposición repetiría la misma historia de antes: fragmentarse políticamente.

La llegada de Guaidó a la Florida, además, abre un nuevo frente entre Maduro, Colombia y los republicanos, que ya no sólo mantendrán su posición férrea contra el régimen de Caracas, sino que presionarán a Biden para que exija al gobierno colombiano una repuesta por no acoger en su territorio al jefe político venezolano, violando los principios de la CIDH (resolución 2-18) y la OEA (Declaración de Cartagena).

Senadores republicanos como Dick Durbin este martes le reclamaron a Petro y sus ministros. “Es decepcionante que el gobierno de Colombia, históricamente generoso con sus vecinos venezolanos, no parece haberlo tratado -a Guaidó- apropiadamente”, escribió en una red social (en inglés, originalmente).

Otro tema que llama la atención es el papel de México. Sin la participación en la cumbre de Bogotá del canciller Marcelo Ebrard, que ha liderado en su país las conversaciones entre oposición y régimen venezolano, resulta inevitable preguntarse hasta qué punto el gobierno del presidente López Obrador ve con buenos ojos la intención de Colombia de crear un grupo de países garantes que intenten que las partes vuelvan a la mesa.

Líder de las conversaciones, no se sabe si México ha recibido bien que la cumbre de Bogotá se haya logrado por la voluntad del gobierno de Biden y el trabajo conjunto con el embajador en Washington, Luis Gilberto Murillo, de quien se dice fue el líder de las gestiones para que se realizara esta reunión multilateral.

Tampoco resulta claro cuándo y cómo sería el posible desescalamiento de las sanciones impuestas por Estados Unidos a condición de que el régimen de Maduro acepte el calendario electoral presentado por la Misión de Observación Electoral de la UE y del panel de expertos electorales de la ONU.

Atraído por la división opositora, que carece de un líder integrador y con visibles desencuentros entre el sector de María Corina Machado y Guaidó con la línea de Blyde, Stalin González y eventualmente Henrique Capriles, Maduro podría sacar provecho de la falta de unidad y adelantar las elecciones previstas para 2024.

 

“Depositen dinero”

La mesa de México sigue congelada con nuevas realidades, como Guaidó en el exilio y la asfixia de las sanciones, que pueden ralentizar más su reinicio.

En su nuevo programa, “con Maduro +”, el líder del régimen venezolano había dicho: “pongan la exigencia que el gobierno de Estados Unidos de Norteamérica deposite los 3.200 millones de dólares secuestrados en las cuentas bancarias que tenemos en el exterior para el plan social firmado en México, en noviembre”. 

“Una vez que depositen -la plata congelada en bancos-, vamos a México otra vez”, sentenció Maduro. Es lo único que sabemos, tras la cumbre.