Un predio ubicado al sur de la ciudad de Bogotá terminó convirtiéndose en un verdadero hito para la memoria de la capital, pues en su tierra yace la historia ancestral de un lugar de culto, que podría estarse convirtiéndose en el vestigio arqueológico más grande del pueblo Muisca antes de la llegada de los españoles.
Con una elevada densidad de restos fósiles, entre los que se encuentran más de 2.500 tumbas con ajuares que pueden narrar 400 años de historia entre los años 1200 y 1600 después de Cristo, el área de la Hacienda El Carmen en la localidad de Usme, tuvo que recorrer un largo camino pero ya hay luz verde para que allí se construya el primer Parque Arqueológico y del Patrimonio Cultural de Bogotá.
De hecho, en los últimos días tanto el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC) como el Instituto Distrital de Turismo (IDT) firmaron el convenio para contratar los diseños definitivos de este Parque Arqueológico y ya hay una asignación de $700 millones para tal efecto. Así, la intención del IDPC es la de tener aprobados los diseños el año entrante, para que el museo abra sus puertas al público en el 2023.
“Ya tenemos los recursos para hacer el diseño del parque, ya tenemos adelantado el proceso de traslado del predio (de la ERU al IDPC) y a través de presupuestos participativos, la comunidad ha priorizado $1.800 millones para la construcción de infraestructura en el predio del área protegida. Entonces tenemos los $700 millones para diseños y los $1.800 para las obras, que se tiene presupuestado se comiencen a construir el año entrante y sean entregadas en el 2023”, le dijo ayer a EL NUEVO SIGLO Ernesto Montenegro, arqueólogo y coordinador del proyecto.
Ahora, la importancia de este proyecto va mucho más allá de la que fácilmente podría verse como una atracción turística: las implicaciones de este proyecto son históricas, culturales, antropológicas, comunitarias y de protección ambiental.
- Le puede interesar: Bogotá: estos son los más buscados por vandalismo en protestas
La historia del Parque Arqueológico
Lo que hubo en la que hoy es la Hacienda El Carmen, no solo fue un sitio para enterramientos, sino también un lugar en donde hubo asentamientos de, probablemente alrededor de 40 generaciones humanas de pueblos andinos antes de la colonización española.
Aún así, antes del 2007 los predios de esta hacienda ya se habían destinado para proyectos de vivienda y ya estaban siendo intervenidos con maquinaria de construcción. No obstante, los mismos habitantes de este territorio, al dar cuenta de los innumerables vestigios que salían del terreno, le exigieron y presionaron al entonces dueño del predio, Metro Vivienda, para que contratara los estudios de arqueología y antropología que llevó a cabo la Universidad Nacional.
Este mismo determinó, nada más y nada menos, que se trataba de un hallazgo arqueológico único en América Latina, señalamiento que llevó a que lo que yace en la hacienda fuera declarado como un área arqueológica protegida.
“Estos son procesos largos y de distinta naturaleza territorial. En el 2007 la comunidad exigió que se desarrollara un programa de arqueología preventiva en el sitio con los profesores Virgilio Becerra y Ana María Groot. Ellos hacen excavaciones, identifican la importancia del sitio y desde el 2009 comienza a hablarse de la necesidad de hacer una declaratoria para la protección de ese patrimonio. Para que no sea excavado arbitrariamente para construcción. Esto tuvo distintos niveles de discusión (local, distrital y nacional), hasta que en 2014 el Distrito hizo la solicitud de declaratoria para modificar el plan parcial de Usme y una vez aprobada comienza a discutirse el futuro de ese espacio”.
Desde la declaratoria la vocación del sitio es la de protección del patrimonio, conservación de los materiales y desarrollo de las investigaciones con un espíritu de la divulgación y el conocimiento del pasado. Así quedó desde entonces hasta hoy. Pero resuelto el tema de la declaratoria quedaba pendiente el asunto de propiedad del predio.
“Por esa declaratoria el predio no cambió de propietario y siguió siendo propiedad de Metro Vivienda, ahora de la Empresa de Renovación Urbana. La propiedad del suelo sigue siendo hasta hoy propiedad de la ERU, pero en el Plan de Desarrollo del 2020 quedó establecido que este espacio sería un parque y se crean los mecanismos para que se pueda hacer el traslado del predio, que la ERU está haciendo al IDPC, entidad responsable del proyecto”, añadió.
- Le puede interesar: “Es necesario solventar las dificultades de COVAX”: Minsalud
La riqueza arqueológica
Ahora, que Bogotá tenga un área arqueológica protegida es muy importante porque eso significa que hay elementos que hablan de la historia profunda de Bogotá y del Sumapaz, y son tan importantes para nuestra historia que por lineamiento nacional, más específicamente del Instituto Colombiano de Antropología e Historia, no se podrán tocar ni ahora ni nunca.
“Es cierto que en Bogotá no se habla tanto de lo arqueológico. Sin embargo, el área arqueológica protegida de Usme es una de la 24 áreas protegidas de Colombia, tiene una declaratoria de orden nacional, tiene un potencial arqueológico supremamente elevado, y contiene unos elementos, perdón la repetición, arqueológicos, de gran importancia para la comprensión de los procesos históricos que se han vivido en el altiplano cundiboyacense. Solo son 24 en el país”, agregó el arqueólogo Ernesto Montenegro.
Explicó además que estos vestigios, que responden preguntas sobre cómo hacían su viaje hacia el otro mundo las comunidades indígenas asentadas en lo que hoy es la localidad de Usme, también son evidencia de que había más conexiones de las que se creía entre los habitantes de este territorio con otras regiones más apartadas de la geografía colombiana.
“Nosotros nos habíamos referido al periodo Herrera y al periodo Muisca y tenemos allí evidencias de esos dos periodos y de un proceso de consolidación de unidades sociales. No obstante, hay elementos que muestran que hay personas que vinieron a ser enterradas aquí, pues hay elementos arqueológicos de la Amazonía, del Valle del Magdalena, de la cordillera Oriental, que muestran que este sitio tiene una relación regional muy importante desde hace más de mil años”.
Esto significa que los restos arqueológicos habidos en la localidad de Usme son evidencia de que las comunidades que vivían aquí tenían unas relaciones enormes que iban más allá de la Sabana y que llegaron incluso hasta la Amazonía por una parte y el Caribe colombiano a través de la Sierra Nevada de Santa Marta, y los vestigios describen claramente esas relaciones.
Como bien hizo en detallarlo Carolina Díaz, antropóloga de la Mesa de Patrimonio Usmeka, “dentro de las evidencias arqueológicas se encontraron algunos elementos que hacen parte de otros espacios y de otros territorios. Por ejemplo hemos encontrado caracolas de mar y esto evidencia que hubo un intercambio un poco más a larga distancia entre las comunidades que habitaron este espacio con otras del resto del país”.
Freno a la expansión urbana
Por último, esta área espera ser un espacio abierto que fortalezca las dinámicas de apropiación ambiental, ancestral y cultural de las comunidades que viven al sur del río Tunjuelo. Adicionalmente, a este respecto es muy importante referir que esta área protegida ha sido clave para contener la expansión urbana que ha venido avanzando de manera acelerada en esta localidad.
Esto ha permitido proteger no solo el patrimonio natural de Usme, representado en el bosque alto andino, sus ecosistemas y las cuencas hidrográficas que colindan con el Sumapaz, sino también el patrimonio inmaterial, representado en la cultura campesina del área rural de la localidad.
“El borde urbano y el hallazgo arqueológico son importantes porque nos ayudan a contener la expansión urbana, a que se mire este territorio de otra forma, con otros usos más amigables al medio ambiente y que permitan continuar con el modelo de ocupación de este territorio desde lo campesino. Usme es la puerta de entrada al páramo de Sumapaz. Estamos preservándolo todo”, indicó por su lado Otilia Cuervo, líder comunitaria.