Especial para EL NUEVO SIGLO
Por: Valentina Delgadillo Abello
El ave nacional de Colombia es el cóndor de Los Andes, un animal emblemático que cautiva la atención de propios y visitantes doquiera que se puede ver, debido a su gran tamaño, ya que ‒con las alas abiertas‒ un adulto puede medir hasta 3 m.
El cóndor de los Andes se caracteriza por su vuelo largo de hasta 300 km por día y su icónica franja de plumas blancas que reposan alrededor de su cuello. Para poder volar con facilidad, esta ave se ayuda de corrientes de aire que es posible encontrar en las zonas de alta montaña. Verle volar es un espectáculo celestial, en toda la extensión de la palabra.
El cóndor “solía estar presente en las tres cordilleras de Colombia, pero a partir de los años 80, sus poblaciones se restringieron a los dos extremos de esta distribución”, aseguró a EL NUEVO SIGLO la investigadora del Centro Colecciones y Gestión de Especies del Instituto Humboldt, Karolina Fierro Calderón.
Pero esta maravillosa especie, lamentablemente, está en vía de extinción, debido a múltiples factores que involucran como principal responsable al ser humano.
Este Diario habló con Samuel Lanao Robles, director general de Corpoguajira, quien señaló que esta especie pesa entre 9 y 15 kilos, su nombre científico es Vultur gryphus, y es considerada el ave voladora más grandes del mundo y de Colombia; se estima que alrededor de 130 cóndores viven en los Andes colombianos.
Aunque en la actualidad “no hay unas cifras estimadas del inventario del cóndor en La Guajira, en el mes de febrero de 2021 Corpoguajira participó en el Primer Censo Nacional del Cóndor Andino, que se realizó en todo el territorio nacional”, afirmó Lanao.
Sobre esto, la investigadora del Instituto Humboldt, dijo a este periódico que históricamente las poblaciones han disminuido, no solo en Colombia, sino también a nivel global. “En un estudio reciente, los investigadores contaron 63 individuos de manera simultánea, lo cual les permitió estimar una población total de aproximadamente 142-195 individuos en Colombia”.
¿En qué parte de Colombia vive?
El cóndor de los Andes habita la Sierra Nevada de Santa Marta junto a la Serranía del Perijá, Páramos de la Cordillera Oriental y Central, Cerro Pintao y Cerro Bañadero; en el departamento de Boyacá “existen registros históricos en los Siete Complejos de Páramo. Los avistamientos y los reportes más frecuentes se dan en las provincias de Norte y Gutiérrez de Boyacá en el Parque Nacional Natural El Cocuy, su área de influencia y los páramos aledaños de Guicán, Chita y Chiscas; PNN Pisba y Santuario de Fauna y Flora Guanentá Alto Río Fonce, Parque Natural Regional El Consuelo y Parque Natural Regional Siscunsí Ocetá”, manifestó a EL NUEVO SIGLO Yeimy Echeverría, directora general de Corpoboyacá.
La bióloga María Alejandra Parrado, investigadora Procat Colombia y becaria del The Peregrine Fund, explicó a este Diario que los cóndores habitan múltiples ecosistemas a lo largo de todos los Andes sudamericanos, “se cree que la población está mucho más estabilizada hacia el sur de su distribución, lo que corresponde a Bolivia, Chile Argentina, zona sur de Perú; y hacia el norte en Venezuela, Colombia, Ecuador, las poblaciones están bastante diezmadas”.
Esta especie está en vía extinción, porque se cree que en todo el continente no supera más de los 6.700 individuos maduros, pero sumado a esto se encuentran sus condiciones biológicas, es decir, “tienen unas bajas reproductivas, entre dos o tres años, tienen unos periodos muy largos de cuidado parental y de incubación del huevo, lo que los hace mucho más vulnerables a ciertas amenazas”, añadió la investigadora Procat.
Por su parte, el doctor Luis Emilio Atuesta, médico veterinario y zootecnista de la Corporación Autónoma Regional de Santander (CAS), compartió a este Medio que, específicamente para el caso de Santander los cóndores habitan en la zona del Páramo de Berlín y en el Páramo del Almorzadero, que son colindantes, pero hace unos días se escuchó que el Cóndor sobrevoló el páramo de Guantiva de Rusia, es un indicador muy bueno porque están ampliando zonas de cobertura y las zonas de vuelo.
Amenazas
El cóndor de los Andes está en peligro de extinción principalmente por el deterioro y transformación de los hábitats, como consecuencia de los asentamientos humanos y la “expansión de la frontera agrícola hacia los bosques andinos y páramos, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). “También por la cacería de la especie al considerarse equivocadamente una amenaza para la ganadería”, explicó Lanao Robles.
La directora de Corpoboyacá aseguró que la pérdida y fragmentación de los ecosistemas altoandinos pone en riesgo el desarrollo de la especie y su preservación a corto, mediano y largo plazo, ocasionando la disminución de fuentes de alimento de manera silvestre.
A su turno la bióloga Parrado explicó que estas aves utilizan condiciones específicas de los territorios de los ecosistemas para refugiarse tanto de condiciones climáticas como de situaciones de riesgo asociadas a depredación.
Parrado señaló que entre las amenazas más fuertes que tiene la especie en toda su distribución, está la cacería por retaliación o por persecución humana, “donde una comunidad local tiene ovejas, ganado menor, y atribuye las muertes de los de los animales al cóndor andino porque, ocasionalmente y de manera muy esporádica u oportunista, el cóndor puede predar animales domésticos que se encuentran viejos, enfermos o sean muy pequeños, es decir, que estén más vulnerables, lo que conlleva a procesos como envenenamiento o cacería por retaliación por parte de las personas”.
Otra de las amenazas son depredadores como los pumas o incluso perros ferales “que se comen a los animales domésticos y que para hacer un control de estos mismos animales, las comunidades envenenan carroña, así quien llega allí es el cóndor, así se envenena indirectamente la especie y en estos envenenamientos no solo muere un cóndor, sino pueden morir mucho más, hemos tenido casos de mortalidad en Argentina y Bolivia donde mueren más de 30 cóndores por una misma carroña”, agregó la investigadora Procat.
En casos como el mencionado, el zootecnista Atuesta, citó una situación ocurrida hace algunos años, destacando que “algunos cóndores de se pudieron salvar con tratamientos y asistencias médicas muy especializadas y pudimos regresarlos nuevamente a la libertad, eso fue noticia departamental y nacional; interesantísimo porque prevaleció la vida en relación con la intoxicación que han sufrido estos cóndores; mientras que los otros que murieron, fueron llevados a Medellín donde un organismo forense dictaminó que habían sido muertos por intoxicación organofosforados, específicamente”.
A esto se suma el colapso demográfico, es decir, que poblaciones de cóndores no están interactuando con otros individuos de la especie de otros lugares, lo que conlleva a pérdida genética.
Finalmente, la investigadora Parrado destaca la falta de políticas públicas “que nos permitan orientar las acciones de conservación para la especie, que son unas de las causas principales de riesgo porque no hay esfuerzos que redunden sobre la conservación que puedan permanecer en el tiempo”.
Pero no solamente a escalas locales, sino también a escalas nacionales, porque “si hacemos programas de liberación de cóndores sin conocer cómo está la población y demás, podemos estar afectando y generando impactos negativos sobre las poblaciones que ya tenemos, poniendo en peor riesgo que el que existe en este momento”.
Pese a todo, el médico veterinario Atuesta destacó que hoy en día el cuidado de estos “animalitos es bastante bueno, cercano, pero respetando la especie como tal, las comunidades cuidan el cóndor y hay asociaciones que están empeñadas en cuidar esta especie que es el símbolo de este país, es emblema nacional”.