Aunque Bogotá está avanzando en la preservación, al interior de su tejido urbano, de aquellos espacios naturales que proveen de beneficios al ser humano como los humedales y corredores ecológicos, es muy poco probable que Bogotá, para el año 2030 (fecha límite que tiene el estado colombiano para evaluar ante la Organización de las Naciones Unidas el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible), le dé cumplimiento de 10 sobre 10 a estos objetivos.
“EL 2030 es una fecha arbitraria porque estamos hablando de 10 años y en ese periodo de tiempo las agendas no van a quedar cerradas. De hecho, para ese entonces habrá más necesidades de hacer más cosas, porque con seguridad el contexto ambiental no va a mejorar en términos globales de manera suficiente. Esta es una fecha de referencia”.
Así se lo dijo a EL NUEVO SIGLO el profesor de la facultad de Administración de la Universidad de los Andes e investigador del Centro de Objetivos de Desarrollo Sostenible, German Andrade, uno de los tres investigadores que escribió el informe, “Servicios ecosistémicos urbanos en Latinoamérica. Oportunidades para el desarrollo urbano sostenible, la acción climática y la gestión de la biodiversidad urbana”, que acaba de ser publicado por dicha universidad.
Especialmente frente al objetivo número 11, que busca “ciudades y asentamientos humanos inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”, aunque los ODS son amplios y comprensivos, varios autores han criticado su falta de coherencia, pues hoy ya es claro que la sostenibilidad urbana depende no solo del logro de las metas que se traza ese objetivo, sino del balance y articulación con otros ODS, como por ejemplo con el que analiza “vida en la tierra” y “acción por el clima”.
¿Bogotá avanza en los ODS?
No obstante, de acuerdo con el profesor Andrade Bogotá, y en términos generales Colombia, ha avanzado mucho más que otros países y ciudades de la región, en la medida en la que para el país este es un tema cuyos conceptos ya se encuentran materializados en instrumentos legales, y que lo que realmente nos hace falta es voluntad política para su implementación.
“En Bogotá, a diferencia de otras ciudades latinoamericanas, este concepto se introdujo tempranamente e incluso en Colombia ya está suscrito como un determinante del ordenamiento del suelo. Eso quiere decir que cuando en Bogotá o en cualquier ciudad de Colombia se hace un Plan de Ordenamiento Territorial, se dejan unos espacios deliberadamente con discusión técnica y acuerdo social, para tener los espacios de la naturaleza. Cuando tú vas otras ciudades latinoamericanas como Lima o Santiago de Chile, la normativa no es tan taxativa y definitiva”, precisó Andrade, quien también se refirió a las proyecciones de crecimiento urbano.
“En Bogotá y en Colombia en general, las áreas urbanas siguen creciendo y al 2050 vamos a haber duplicado nuestras áreas urbanas, entonces hay que incorporar estos conceptos para tener mejores ciudades y con mejor calidad de vida”, precisó.
Los servicios ecosistémicos urbanos
Este estudio, como el profesor Andrade sostiene y demuestra cómo las ciudades se hicieron por así decirlo, a espaldas de la naturaleza, y en el caso particular de Bogotá los beneficios que esta provee a los capitalinos, han venido de lejos. Por lo mismo, frente a esa percepción lo que las ciudades deben hacer, es comenzar a proteger y a pensar en las estructuras ecológicas que tienen al interior de sus tejidos urbanos pues ellos mejoran la calidad del aire, regulan el medio ambiente a través de la creación de microclimas, etc.
“Los beneficios de la naturaleza que hemos tenido los bogotanos vienen de lejos como el agua que está a 60km al oriente de Bogotá en el parque Chingaza y por eso los hemos considerado como algo lejano. Pero en tiempos más recientes, comenzamos a considerar, por las agendas que tenemos de desarrollo sostenible, que las ciudades también tienen que producir, al interior de sus tejidos urbanos, servicios ecosistémicos (humedales, reservas, el verde urbano). Por eso el urbanismo del Siglo XXI tiene que reconciliarse con esa naturaleza”.
¿En qué se raja Bogotá?
De acuerdo con el profesor Andrade a Bogotá le falta muchísimo en calidad de aire y producción más limpia, pues sigue siendo una ciudad que tiene demasiada producción de desechos y no ha aprendido a gestionarla de manera correcta, poniendo el ejemplo del basurero de Doña Juana.
Frente a los espacios verdes, que “los tenemos afortunadamente, pues no se han urbanizado”, diez años es tiempo suficiente para reverdecerlos y re naturalizarlos. No obstante, todos estos son procesos que, puntualizará Andrade, se tienen que acelerar.