EL VIERNES 31 de marzo de 2017 empezó como cualquier otro día. Mildred Alejandra Ortiz Martínez, propietaria y encargada de la “Reserva Natural Paway Mariposario”, estaba ocupada atendiendo al huésped alemán que se estaba quedando en la casa del árbol, una construcción de 30 metros sobre una ceiba, rodeada por la espesa selva. Ese día transcurrió sin mucho que contar, al final se celebró el cumpleaños número 30 del invitado y todos los habitantes del complejo se fueron a dormir para resguardarse de la fuerte lluvia, que no cesaba.
A la 1 de la mañana, Ortiz se despertó sorprendida por el sonido de su celular. En la reserva a unos 30 minutos en carro de Mocoa, a esa hora era desconocida la situación que se vivía en la capital del departamento. Al otro lado de la línea su hermana angustiada le preguntaba si se encontraba bien. Ella le contó que el río había crecido y había inundado la ciudad, se despidió diciéndole que iba a casa de sus padres y abuela a ver como estaban y que luego la llamaba. Esa madrugada ellas ya no se pudieron comunicar más; las líneas estaban full. Ortiz no durmió más, la incertidumbre inundó su alma. Una vez dieron las seis, bajó a la ciudad, donde vio toda la catástrofe: Mocoa estaba bajo una espesa capa.
Los ríos Mocoa, Mulato y Sancoyaco, se llevaron diecisiete barrios de la capital del departamento del Putumayo, la cual quedó sumergida en un desplome de agua, lodo y piedras. En su recorrido fueron quedando los gritos, la desesperación y la confusión de los habitantes que fueron sorprendidos en medio de la madrugada. Quienes vieron como sus casas, enceres y sus seres queridos eran arrastrados por la corriente. El municipio fue declarado en ‘calamidad pública’, el suministro eléctrico y de acueducto estuvo interrumpido, 332 personas fallecieron, hubo 398 heridos, 77 desaparecidos y 22 mil personas damnificadas.
La Alianza
No hubo tiempo para lamentarse. Lo importante era ayudar a los que aún estaban vivos, muchos de los cuales lo habían perdido todo. Así que Ortiz junto con sus compañeras de la “Alianza de Mujeres Tejedoras del Putumayo”, se arremangaron las camisas, se aguantaron las lágrimas y empezaron a buscar la ayuda que tanta falta hacía.
La Alianza es una agrupación de mujeres líderes que buscan acompañar y gestionar ayuda humanitaria. Esta asociación nació como una armadura contra la violencia, la impunidad, las amenazas y los asesinatos que sufrían las dirigentes comunales de las 7 regiones del Putumayo. Es conformada por mujeres luchadoras que han sido víctimas del conflicto armado en Colombia y que decidieron unirse para combatir el terror con educación, proyectos de desarrollo y unión ante la adversidad.
A la Alianza empezaron a llegar muchos apoyos. También, muchos huéspedes pasados mandaron ayudas al reservorio. Ortiz y sus compañeras comenzaron a tratar de recuperar los medios de vida de las mujeres que habían sido afectadas por el deslave. “Fue muy duro porque nosotras también fuimos afectadas, por familias y amigos que habíamos perdido, o las casas de algunos familiares, pero bueno se hizo un ejercicio muy bonito en tratar de atender la mayor cantidad de mujeres posibles y hasta ahora es lo que estamos haciendo”, dice la administradora a EL NUEVO SIGLO.
Al hablar se le humedecen los ojos y su voz se entrecorta. Fátima Muriel, Presidenta de la Asociación, recuerda con tristeza este desastre. No fue un evento que le guste nombrar; hubo mucha perdida y dejó mucha pobreza. Aun así, considera que es importante recordar este tipo de catástrofes para evitarlas en un futuro. Ella tiene presente como la Patrulla Aérea Civil Colombiana repartió kits de cocina, ropa, medicamentos y mercados entre los damnificados.
“Es así como nosotras ayudamos. Primero, las comunidades y las organizaciones de mujeres nos dieron unos fondos, con los cuales atendimos a 15 mujeres emprendedoras que habían perdido todo, organizaciones de peluqueras, panaderas, restaurantes, entre otras. A todas ellas se les atendió con apoyo psicosocial y con ayuda de medios de vida”, cuenta.
“Luego OXFAM nos apoyó con el restablecimiento de las aguas de los acueductos, con la donación de 350 metros de manguera e implementos para el reabastecimiento de agua en el barrio San Isidro, con lo que se beneficiaron 25 familias. Finalmente el “Fondo Català de Barcelona” apoyo a otras 37 mujeres. Es decir que nosotras desde la Alianza le contribuimos a 100 mujeres”, añade Muriel.
La Alianza, además, hizo un Foro Técnico, el cual buscaba explicar lo que había sucedido y despejar los rumores. Como respuesta a ese foro las mujeres quedaron preocupadas, al recibir información sobre el calentamiento global y que tenían que estar preparadas porque estas cosas pueden convertirse en eventos normales. Por ello se formó un grupo de monitoras o cuidadoras de los ríos al que llaman “Guardianas del agua”, quienes han estado trabajando, con capacitaciones y proyectos ambientales.
En el corazón de los mocoanos aún se conserva el temor y un dolor profundo por todo aquello que perdieron en cuestión de minutos, debido a la fuerza de la naturaleza. Proyectos como la “Alianza”, sin embargo, les devuelven la esperanza. Hay mucho que reconstruir.
Nuevo proyecto
Este año las Tejedoras de vida recibieron la visita del Embajador de Alemania, Michael Bock, que fue a compartirles el proyecto “Empoderamiento Político y Económico Territorial con Enfoque en las Mujeres Rurales del Putumayo”, el cual busca mejorar la calidad de vida y el desarrollo de la región del Putumayo, con el cual se beneficiaran diez mil personas aproximadamente. Esta iniciativa vincula a la Embajada Alemana, la Unión Europea, la Alianza Tejedoras de Vida, la Fundación Caritas Alemania, la Pastoral Social Colombia, la Gobernación del Putumayo y las Administraciones Municipales.
“El objetivo es contribuir al saneamiento de la sociedad. Yo visité el Putumayo, por primera vez, hace un año y vi que a pesar de todo lo malo que habían pasado, existía una fuerza en las mujeres de salir adelante. Pero no tenían los fondos ni el conocimiento para hacerlo. Es por eso, que al volver a Bogotá, decidimos articular con ayuda del Fondo Europeo, un proyecto con dos columnas principales. La primera, es el mejoramiento en la situación económica, a través de propuestas productivas y el segundo, es el fortalecimiento de los derechos de las mujeres y del tejido social”, aseguró el diplomático.
Sorrel Parisa Aroca Rodríguez, Gobernadora de Putumayo, comentó que: “Este es uno de los proyectos de gestión y cooperación internacional más importantes de la historia del departamento del putumayo. Por dos connotaciones: primero, por la gestión de la Embajada de Alemania para el fondo de inversión de la Unión Europea y segundo, porque es dirigido para mujeres.”
Además, Dagmar, Anais y Marisol Bock, Vera Luchsinger y Sandra Bing Zaremba, terapeutas y formadoras de Facial Harmony, con el objetivo de ofrecerles una hora de profunda paz y relajación a 20 mujeres afectadas por la avalancha y a 5 lideresas de las Tejedoras de vida, realizaron varias sesiones terapéuticas y un programa musical con la intervención de la cantautora Rosalía y Marisol Bock, quienes sorprendieron al público con una interpretación de música autóctona latinoamericana y mezclas españolas.