CON EL objetivo de contribuir a la formulación de políticas públicas en salud y estrategias de prevención y promoción, la Secretaría Distrital de Salud, la Embajada de Dinamarca, Novo Nordisk con investigadores de la Universidad del Rosario y la Universidad Nacional presentaron los resultados del primer estudio “Prevalencia de Diabetes mellitus tipo 2 y síndrome metabólico en Bogotá”.
Este estudio forma parte de la iniciativa global liderada por Novo Nordisk “Cities For Better Health”, que reafirma su compromiso en trabajar en conjunto con la comunidad, las autoridades de salud y los expertos para mejorar el bienestar de las personas dentro de los entornos urbanos, sobre todo en lo relacionado a la prevención de enfermedades crónicas como lo son la obesidad y la diabetes.
La muestra del estudio fue de 2.860 hogares en todas las localidades de Bogotá y se desarrollaron 112 entrevistas para profundizar sobre los factores de riesgo que enfrentan las personas. Los encuestados mencionan que la inestabilidad laboral, inseguridad, la movilidad, la alimentación, entre otros factores, afectan su salud.
Sandra Núñez, directora Médica, Clínica, Regulatoria y de Calidad en Novo Nordisk; médica cirujana de la Pontificia Universidad Javeriana y especialista en epidemiología en la Universidad del Rosario; explicó en diálogo con este Diario que el estudio es un llamado de atención y una alarma.
“La ciudad de Bogotá no contaba con un estudio sobre prevalencia de diabetes, síndrome metabólico o sus factores de riesgo que facilitaran la implementación de políticas públicas para el diagnóstico oportuno y un control adecuado de la diabetes. La prevalencia estimada de diabetes tipo 2 en personas ≥18 años en Bogotá fue del 11,0% y la prevalencia del síndrome metabólico varía entre el 29,3% y el 33,9%, dependiendo de los criterios utilizados. Entre las condiciones que predisponen al desarrollo de diabetes tipo 2, se encuentra el síndrome metabólico”, explicó.
En lo que respecta a los desafíos, la experta puntualizó que el principal corresponde a poder detectar a esos pacientes, porque lo que se ve en la estadística es que la mitad de los pacientes no saben que tienen diabetes tipo 2.
“Lo principal es lograr generar la educación para que los pacientes sepan cómo manejar sus cambios de estilo de vida, que reciban la atención médica adecuada y al tiempo que logren incorporar en las políticas públicas que para que no llegue a ser un adulto que tenga un síndrome metabólico o que tenga diabetes, en el colegio tengan algún tipo de educación en cómo alimentarse de manera saludable, la actividad física que deben hacer y también incorporar la comunidad de espacios para hacer ejercicio. También es importante enfocarse en el tema de la seguridad porque también nos muestra el estudio que la seguridad es uno de los temas que impacta, por lo cual las personas no hacen ejercicio”, reveló.
Una situación grave
A su turno, Juan Manuel Arteaga Díaz, profesor titular de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia, especialista en Medicina Interna y Especialista en Endocrinología, afirmó que según la Federación Internacional de Diabetes o IDF por sus siglas en inglés, quienes monitorean la diabetes en todo el mundo, habían dicho en el año 2018 que la prevalencia de diabetes en Colombia era del 7% y que la prevalencia estimada para el año 2045 iba a ser del 10%.
“Estamos en el 2024 y en Bogotá ya es el 11%, entonces la carga de enfermedad es enorme para el sistema de salud. Algo que detectamos en el informe es el tiempo de desplazamiento. La gente en Bogotá está pasando alrededor de 93 minutos por trayecto y por sentido. Para ir de la casa al trabajo hora y media y para regresar otra hora y media. Son 3 horas que en Bogotá la ciudadanía no está descansando, no está durmiendo, no se está ejercitando, no está haciendo nada más que transportarse. Eso hace de una ciudad un vividero del diablo, porque eso es generador en primer lugar de una pérdida de productividad enorme, pero, por otro lado, generador de enfermedad”, alertó.
Además, indicó que el equipo de trabajo evaluó las 19 localidades de Bogotá, en los estratos 1, 2, 3 y 4 puesto que no tuvieron acceso fácil a estratos 5 y prácticamente ningún acceso a estrato 6.
“Encontramos que la vulnerabilidad más grande está entre la población con menor ingreso y la población con menor nivel educativo. Estos dos factores demográficos aumentan el riesgo de tener diabetes o de tener el síndrome metabólico. Encontramos una prevalencia global en mayores de 18 años de 11%, es decir, un poco más de uno de cada diez bogotanos adultos son diabéticos. Alrededor del 30% de la población bogotana adulta está en riesgo alto de sufrir diabetes en los próximos cinco años”, señaló.
En lo que respecta a la afectación de esta prevalencia al sistema económico de la ciudad, especialmente en términos de costos asociados a la atención médica, indicó que en efecto, la afectación es enorme.
“Evidentemente el llegar a enfermarse es muchísimo más costoso que estar en riesgo de enfermarse y la diabetes, que es una de las enfermedades crónicas no transmisibles más devastadoras, que trae consigo complicaciones renales, retinianas o visuales, vasculares, cardiovasculares, infartos o derrame cerebral, afecta enormemente teniendo en cuenta la salud general de la población y, por tanto, la productividad. Los costos asociados a la atención de personas diabéticas son muy grandes, tanto costos directos derivados del uso de medicamentos y dispositivos como los costos indirectos que son aquellos derivados de las complicaciones de la enfermedad. En Colombia y en muchos países del mundo la primera causa de falla renal es la diabetes y en el mundo la segunda causa de ceguera es la diabetes”, explicó.
En ese sentido, enfatizó que el objetivo de estos resultados es influir en la promoción de políticas públicas.
“Iniciativas como la de Red Papaz, como la de gravar las bebidas azucaradas, las que tienen alto contenido calórico, son iniciativas que hay que apoyar, impulsar y promover. A nivel educativo, se debe llevar a cabo campañas de formación en nutrición, en actividad física, en vida saludable porque estamos mal”, concluyó.