La política
América Latina padece desgaste singular en estructura de sus decadentes, dispersos y anacrónicos partidos y movimientos políticos. Política continental parece ciega y sordomuda. Va en contravía de clamores populares y parece apartarse de asuntos vitales para desarrollo y social donde deben prevalecer equidad, justicia, seguridad, acceso a salud, educación, empleo digno, y desconcentración de la renta.