Hace un año el diario discurrir de Natalia Ponce de León, en su hogar, bajo el cálido afecto de su madre y familiares, con los que llevaba una vida apacible, normal y sin sorpresas, llena de sueños y esperanzas, de improviso se rompió. En un instante, al salir a responder, en la puerta de su edifico, un llamado, un criminal, un cobarde, la atacó con ácido. Fueron instantes indescriptibles de pavor y dolor, en los que la joven no sabía qué estaba pasando.