Con la selección de Corea del Norte como campeona, el pasado domingo en el estadio El Campín de Bogotá, terminó el Mundial de Fútbol Femenino Sub-20, sin duda uno de los torneos internacionales más importantes que ha albergado el país en la última década.
A la hora de hacer los balances sobre cómo le fue al país siendo sede de uno de los torneos FIFA se puede decir que el resultado es positivo. No se reportaron mayores anomalías en el proceso logístico en ninguna de las ciudades en cuyos estadios se llevaron a cabo los partidos de primera ronda, octavos de final, semifinales y los cotejos definitivos para señalar al campeón y subcampeón de la categoría.
De acuerdo a los reportes de la Federación Colombiana de Fútbol, la asistencia de público para acompañar a los combinados, que era una de las grandes preocupaciones al comienzo del torneo, terminó siendo muy buena. Más de 300.000 personas estuvieron en los estadios de Bogotá, Medellín y Cali, todo un récord que solo es superado por el torneo que se jugó años atrás en Alemania.
Queda claro, entonces, que el fútbol femenino se ha venido ganando un lugar en las preferencias de la afición y que esto debe llevar a las autoridades de nuestro país, tanto administrativas como deportivas, a seguir impulsando su práctica, no solo mediante una liga profesional más robusta y con mayor número de partidos al año, sino generando toda una infraestructura que permita trabajar, al igual que pasa con el balón pie masculino, desde las categorías inferiores en adelante.
En materia de seguridad y protección a los equipos, el resto de sus delegaciones, hinchadas y el turismo no hubo mayor queja. Por el contrario, es necesario felicitar a la fuerza pública y a todo el comité organizador por el trabajo realizado para que este campeonato mundial, de principio a fin, fuera una fiesta deportiva sin circunstancias anómalas a su alrededor.
Desde el punto de vista deportivo, es evidente que la intención era que nuestra selección llegara por lo menos hasta la semifinal del torneo, pero no fue posible, ya que el equipo perdió en octavos de final. Aun así, nuestro combinado generó mucha ilusión entre los colombianos, superó con porcentaje perfecto la primera fase y terminó saliendo lotería de los tiros desde los 12 pasos. El fervor de la afición por las jóvenes que nos representaron y el buen juego del equipo y varias de sus estrellas, son un capital a mantener. El fútbol colombiano femenino poco a poco se ubica entre los más importantes del planeta sin duda alguna termina siendo uno de las principales enseñanzas del campeonato que acaba de terminar.