SE CUMPLIERON los 50 años del surgimiento del M-19, que para darse a conocer robó la espada de Simón Bolívar de la Quinta del Libertador en Bogotá. Su existencia como grupo armado no se pareció a las demás guerrillas en Colombia porque no se inspiró en la revolución cubana ni en el comunismo de la Unión Soviética; tampoco su objetivo principal era tomar el poder, sino según ellos lograr una democracia participativa tras el frente nacional y el supuesto fraude en contra de Gustavo Rojas Pinilla en las presidenciales de 1970.
Otra diferencia que tuvo el M-19 en comparación con guerrillas que se desmovilizaron tras alcanzar acuerdos de paz, como fueron una parte del Epl, el PRT, el Quintín Lame y más recientemente las Farc, es que su paso a la política como Alianza Democrática M-19 sí tuvo una incidencia entre 1990 y 1994.
No obstante, después de este inicio prometedor político y electoralmente, la Alianza Democrática M-19 se fue diluyendo hasta desaparecer en el año 2000, cuando varios de sus dirigentes marcharon a otras fuerzas políticas, principalmente al Polo Democrático, como fue el caso de Antonio Navarro y Gustavo Petro, quien fuera por varios años congresista, luego alcalde de Bogotá y hoy es el presidente de la República.
Algunos consideran que el mayor aporte del M-19, tras la violencia y muerte que generó por dos décadas en el país con hechos tan lamentables como la toma del Palacio de Justicia en noviembre de 1985, en la que murieron más de un centenar de personas, y el secuestro del líder conservador Álvaro Gómez Hurtado, fue su participación en la asamblea nacional constituyente de 1991.
Participación política
El M-19 en 1988 tuvo acercamientos con el gobierno de Virgilio Barco que abrió la puerta nuevamente a lograr una paz negociada con las guerrillas. El proceso de conversaciones fluyó y en 1990 se firmó el acuerdo que significó la desmovilización de sus integrantes.
El grupo al dejar las armas se transformó en el partido de centro izquierda Alianza Democrática AD-M19 (el 3 de abril de 1990), logrando 19 curules en la constituyente de 1991 producto de sus 950.000 votos, por lo que en ese momento fue la segunda fuerza política después del Partido Liberal.
La primera contienda política en que se midió la Alianza Democrática AD-M19 fue las presidenciales de 1990, cuando participó con Antonio Navarro, quien asumió la candidatura por el asesinato de Carlos Pizarro, que fue el máximo comandante de la guerrilla y parte vital para que se firmara la paz, pero que fue asesinado 45 días después de la desmovilización cuando figuraba entre los favoritos a la Casa de Nariño.
Navarro fue tercero en esas elecciones con 754.000 votos, después de Gómez Hurtado y César Gaviria.
En las legislativas de 1991, la lista del ‘M’ consiguió 454.467 votos, que le dieron 9 senadores y 13 representantes, siendo entonces la tercera fuerza en el Congreso. En tanto que en las presidenciales de 1994 este movimiento repitió candidato con Antonio Navarro; sin embargo, vio la colectividad una importante reducción del favor en las urnas con apenas 219.000 votos, que en adelante no pudo recuperar hasta su disolución.
Mientras que, en los comicios de Congreso de 1994, la Alianza Democrática AD-M19 apenas logró una curul en la Cámara.
Opiniones sobre su significado
Antonio Navarro le dijo a EL NUEVO SIGLO que “el M-19 surgió en 1974 como respuesta a un fraude electoral contra el general Gustavo Rojas Pinilla, fraude que se produjo en 1970. Fue una guerrilla nacionalista, a diferencia del resto de grupos armados de esa época en el país. Se desarrolló a través de los años y fue el primer grupo guerrillero colombiano en entender la inviabilidad de la lucha armada y emprender un proceso de paz”.
Sobre el proceso político del movimiento, indicó que “en 1990 y 1991 recibió un amplio respaldo en las urnas, especialmente en la elección de la Asamblea Constituyente. En la medida que en las elecciones que siguieron a la Asamblea no cambió lo suficiente la composición del Congreso, la opinión pública se desilusionó y vino la baja en las elecciones de 1994”.
Navarro dijo que el mayor aporte de la Alianza Democrática AD-M19 en la asamblea constituyente fue “la Carta de Derechos y la creación de una Corte especializada en defender esos derechos”.
Mientras que Carlos Alonso Lucio, quien hizo parte del M-19 y fue integrante del llamado Congresito en 1991, dijo a este Diario que “la historia de lo que se llama el M-19 cierra en la asamblea nacional constituyente. Creo que hay dos hechos que constituyen el cierre de esa experiencia del M-19: el asesinato de Carlos Pizarro y la contribución del M-19 en la creación de la constituyente”.
Consideró que a continuación lo que ocurrió con el partido político “es más derivada de las iniciativas individuales de personas que participamos de esa experiencia del M-19”.
Por su parte, Alejo Vargas, profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Nacional y estudioso del conflicto armado, dijo a este Medio que el M-19 fue una organización “que surge de una mezcla de un grupo que rompe con las Farc, liderado por Jaime Bateman, del cual además hacían parte Carlos Pizarro, Álvaro Fayad, Iván Marino Ospina, Luis Otero”, entre otros, que se juntaron con un grupo de la Anapo, el partido del general Rojas Pinilla.
Agregó que el M-19 fue una guerrilla de “segunda generación” de corte urbano, después de las tres primeras las Farc, el Eln y el Epl, “que eran guerrillas más de origen agrario y mucho más marxista”.
Explicó el académico que el M-19 en su primera parte se vio influenciado al fijarse en los grupos rebeldes Montoneros de Argentina y Tupamaros de Uruguay, especialmente de estos últimos. De hecho, reveló Vargas, “el robo de la espada de Bolívar es una imitación de algo que hizo Tupamaros en el Uruguay cuando robó la espada y las polainas de Artigas, que fue el líder de la independencia uruguaya”.
Añadió que el M-19 bebió en las fuentes del populismo y acudió a lo que denominó el académico “propaganda armada”, por ejemplo, lo que hicieron en varias ciudades de “asaltar un camión con leche y llevarla a los barrios populares para regalarla, pero que eso les generaba una opinión favorable en determinados sectores sociales populares”.
Dijo que el principal error de esa guerrilla fue “la toma del Palacio de Justicia y todo lo que eso implicó en muertos y demás que todavía el país no termina de digerir”.
Mencionó que en la historia de este grupo “es la primera guerrilla que va a plantear y desarrollar un proceso de negociaciones con un gobierno, que lleva a que termine su ciclo por la vía negociada”.
En cuanto a la pronta decadencia política de ese movimiento, el analista dijo que “el M-19 a diferencia de estas guerrillas de influencia marxista, no era una organización muy dada a tener el tema partidista como central, para ellos el partido era un instrumento desechable, por decirlo así…, entonces ellos en eso fueron siempre, si se quiere, muy desorganizados”.
A su turno, Carlos Chacón Monsalve, director Ejecutivo en el Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría Olózaga (ICP), compartió a este Diario sobre lo que implicó el M-19 en la vida nacional que “significó de alguna manera el esfuerzo que ha hecho el Estado por buscar la paz por la vía negociada, contrario a lo que muchos afirman. El estado y la sociedad colombiana han sido generosos con los criminales que integran grupos Insurgentes, al darles la oportunidad de reintegrarse a la vida civil e incluso participar de la política y del proceso de toma de decisiones”.
Concluyó que “uno no puede ver con romanticismo ningún grupo criminal que lleva adelante atentados terroristas, que justifica la violencia para imponer sus ideas políticas. Uno no puede romantizar el secuestro ni los atentados, y en el caso del M-19 creo que pesará en su historia el holocausto del Palacio de Justicia, uno de los hechos más bárbaros que se han cometido en este país en contra de la democracia”.