![Cesar Gaviria y Gustavo Petro Cesar Gaviria y Gustavo Petro](/sites/default/files/2023-11/02am%20informe%20sobre%20advertencia%20de%20C%C3%A9sar%20Gaviria%20a%20Petro%20de%20que%20van%20a%20la%20independencia%2028%20nov%202023_0.jpg)
Por Gilberto Ramírez Espinosa*
Especial para EL NUEVO SIGLO
La declaración de “independencia” del Partido Liberal Colombiano respecto al gobierno del presidente Petro llega tarde y sin duda es inútil: al menos si de defender la libertad se trata, como supuestamente debería hacer un partido que se haga llamar “liberal”. Luego de haberse declarado partido de “gobierno” por dos años y medio, el Partido Liberal le juega nuevamente a “domesticar la revolución”, es decir, apostarle a la “explosión controlada”, como tituló un libro uno de los tantos disidentes funcionales de dicho partido político como es Alejandro Gaviria, el vergonzante primer ministro de Educación de Petro, que pasó de la Coalición Esperanza al Pacto Histórico sin pena ni gloria.
Sin embargo, “controlar la explosiva” agenda del Pacto Histórico sí fue algo que otros exministros liberales de Petro, como José Antonio Ocampo en Hacienda y Luis Fernando Velasco en Interior, lograron respectivamente hacer por medio de la reforma tributaria en 2022 y las reformas de salud y pensional en 2024: todo bajo el periodo de vigencia de César Gaviria como presidente del Partido Liberal, lo que muestra que su liderazgo es totalmente inefectivo en impedir (si es que en verdad se lo ha propuesto) que el gobierno de Petro le quiebre las vértebras a la tímida apertura económica que el mismo Gaviria lideró al ser presidente entre 1990 y 1994. Nada extraño a la historia del Partido Liberal, que desde que nació en 1848 ha albergado en su seno tendencias contrapuestas que se han encargado de que una borre con el codo lo que la otra hace con la mano, ya sea apoyando simultáneamente el libre comercio y el proteccionismo, el centralismo y el federalismo, la banca libre y la banca central, la propiedad privada y la redistribución de la tierra, hasta finalmente implementar con la Constituyente de 1991 el Estado Social(ista) de Derecho, del que en buena medida César Gaviria y su partido fueron responsables de su aprobación.
Y es que si bien al Partido Liberal no le han faltado voces lúcidas que dejen testimonio de la tragedia de ser liberal en Colombia, como es el caso de Miguel Samper Agudelo (1825-1899), Juan Lozano y Lozano (1902-1979) y Carlos Lemos Simmonds (1933-2003), dicha organización no ha podido librarse de la veta socialista, estatista e igualitarista que, a hoy, es completamente hegemónica en sus principales cuadros.
La mejor prueba de las contradicciones doctrinales del Partido Liberal la da el que su principal historiador fuera un socialista consumado, como fue Gerardo Molina (1906-1991), quien en su famosa obra titulada “Las ideas liberales en Colombia” (publicada originalmente en tres tomos en los años de 1970, 1974 y 1977) dejaba entrever que la verdadera vocación del liberalismo en Colombia es liberar a su pueblo de la explotación capitalista por medio de la consolidación de un Estado providencia.
Molina es un excelente ejemplo del problema identificado por Friedrich Hayek en su obra “Los fundamentos de la libertad” (1960), el cual consiste en confundir la libertad con una noción colectiva de la misma en vez de su carácter genuinamente individual, lo cual lleva a confundir la condición de ser libre con la de disponer de riqueza o ejercer poder. Con semejante confusión, defender la libertad en Colombia, al menos desde el partido Liberal, se ha vuelto un completo despropósito.
Carlos Lemos
De lo anterior fue bastante consciente Carlos Lemos Simmonds, un lector juicioso de Hayek, quien, en su calidad de constituyente en 1991 por el Partido Liberal, hacía un llamado a corregir el rumbo doctrinal de dicho partido, algo que dejó ampliamente documentado en un libro que desde su solo nombre ya deja entrever el verdadero enemigo a combatir en Colombia: “El Estado ladrón”.
En dicho libro, Simmonds ofrece un recuento de cómo el Partido Liberal, que es el que más tiempo ha gobernado el país, ha fortalecido gradual pero decididamente el intervencionismo de Estado. Entiendo por este último su indebida injerencia en asuntos económicos, ya sea restringiendo el derecho de propiedad privada, controlando precios o incluso dirigiendo determinados sectores productivos.
La oportunidad que la Constituyente ofrecía para cambiar ese rumbo quedo truncada por el mismo Partido Liberal, que a la larga se decantó por el socialismo democrático, o la manida y mejor conocida socialdemocracia.
Así, el Partido Liberal en el momento de mayor poder en su historia, como fue el periodo de gobernar de forma seguida con tres presidentes de la colectividad entre 1986 y 1998, se encargó de implementar el Estado Social(ista) de Derecho, con su nefasta predisposición a equiparar como derechos fundamentales aquellos derechos de prestación como la salud, educación, vivienda y trabajo, entre otros, lo cual no ha hecho sino agravarse con el gobierno actual, y contando no en menor medida para ello con el apoyo del Partido Liberal.
El caso Santos
Confirman la contradictoria herencia doctrinal de esta organización política, su afiliación en 1999 a la Internacional Socialista y la apuesta por el modelo de la Tercera Vía de uno de sus militantes más connotados y a la postre “disidente funcional”, como es Juan Manuel Santos, quien de hecho lideró siendo presidente una cumbre de la Tercera Vía en 2014 y un encuentro de la Internacional Socialista en 2018.
Y es que Juan Manuel Santos es, de lejos, el verdadero líder del Partido Liberal, como incluso el mismo Simón Gaviria, ejerciendo el cargo que ahora ostenta su padre, lo dejó muy en claro en 2014, al colgar el retrato del último presidente de la República que se asume tuvo dicho partido: Juan Manuel Santos Calderón. Por lo que, mientras políticos santistas de prosapia como Armando Benedetti, Roy Barreras y Juan Fernando Cristo, todos con pasado en el Partido Liberal o en uno de sus tantos hijos, como es el Partido de la U, entre otros, sigan siendo pilares del gobierno Petro, cuesta creer que la actual posición de “independencia” del Partido Liberal, liderada por César Gaviria, sirva para otra cosa que para volver a confundir a los colombianos en lo que a defender verdaderamente la libertad concierne.
Ahora bien, la apuesta de César Gaviria bien podría servir como excusa para corregir el rumbo de las ideas de la libertad, algo que empieza por conocer mejor su historia y recuperar su tradición libertaria, en vez de recaer y, a la larga, prolongar la mitología del Partido Liberal elaborada por su historiador oficial, Rodrigo Llano Isaza. Esperamos que este escrito ayude en dicho propósito ya que, de lo contrario, se le seguirá escamoteando a los colombianos una verdadera propuesta en defensa de la libertad, en contra del Estado y, como diría Hayek, de los socialistas de todos los partidos: especialmente del Partido Liberal Colombiano.