EL NUEVO SIGLO: ¿Cómo ha retrocedido la extensión de glaciares en Colombia?
Marcela Fernández: Cuando nació Cumbres Blancas, hace casi cinco años, había 37 km2 divididos en cuatro volcanes y dos sierras. A la fecha son 32 km2, pero en el informe que va a presentar el Ideam la próxima semana seguramente nos llevaremos una sorpresa.
Cuando nosotros arrancamos no había desaparecido la masa glaciar del glaciar Conejeras, la más estudiada de los trópicos que queda en el Nevado Santa Isabel y seguramente el glaciar donde más colombianos conocieron la nieve por primera vez, donde los montañistas colombianos entrenaron, es un glaciar muy especial en donde, además, nació Cumbres Blancas y el 16 de septiembre dejó de ser glaciar.
Es una noticia dramática y alarmante porque, además, se adelantó cinco años a lo que decían los estudios y fue monitoreado por última vez el fin de semana pasado por los glaciólogos Jorge Luis Ceballos y Heïdi Sevestre.
A esta generación el retroceso nos está invitando no solo a la reflexión, sino también a la acción. Hubo 8 glaciares que retrocedieron el siglo pasado, pero no fueron nunca primera página y nuestros abuelos y nuestros papás cuando eran pequeños tampoco se enteraron. Nuestro deber ahora es darles el lugar que se merecen en nuestro corazón, pero también en esas esferas de toma de decisiones.
ENS: ¿Cómo inició la ONG Cumbres Blancas?
MF: Yo vi un artículo en un periódico mientras acompañaba a mi papá a una reunión, en el que salía Jorge Luis Ceballos, glaciólogo y gran montañista colombiano, en el que decía que Colombia tenía seis glaciares tropicales.
Yo no sabía ni que era un glaciar ni que era un glaciólogo, no era montañista, no soy científica y me causó mucho impacto no saber el estado tan crítico y leer la palabra desaparición y extinción me causó una necesidad de actuar.
Inmediatamente, aunque no tenía el nombre, se vino el proyecto a la cabeza y nació para crear expediciones científicas, de monitoreo, para crear un libro, un documental, un equipo multidisciplinario de personas que pudiéramos darle visibilidad a esta realidad y que pudiéramos cambiar nuestros hábitos por ellos.
Más adelante empezamos el trabajo con la campaña de “Adopta un frailejón” y nos encargamos también de restaurar los páramos no solamente por los incendios, el monocultivo y la ganadería extensiva, sino también para llevar a las personas a conocer este maravilloso ecosistema y trabajar en la propagación de semillas de frailejón. Hemos llegado a crear un protocolo y una estandarización para que de la semilla de un frailejón pueda crecer bebés frailejones que podamos sembrar y restaurar.
Las consecuencias del desconocimiento
ENS: ¿Qué tan eficaz o ineficaz ha sido la política del Estado Colombiano para proteger los glaciares?
MF: La mayoría de los políticos no han ido a un glaciar, no saben que los tenemos, entonces creo que es “ineficaz si el desconocimiento reina”. Cuando nosotros trajimos por primera vez al país en el 2019 a la glacióloga reconocida Heïdi Sevestre, le hablamos al Congreso y la mayoría de nuestros congresistas no sabían que había glaciares y que eran tropicales.
Después de haber hablado en el Congreso tampoco es que pasara mucho, la idea era poder legislar a favor de ellos y tenerlos presentes o por lo menos hacer expediciones e ir a visitarlos, entonces es bastante ineficaz. Tenemos muy poco presupuesto para el monitoreo de los glaciares, tenemos un solo glaciólogo y las pocas tesis que hay sobre estos temas no se implementan ni se ejecutan entonces de ahí viene la ineficiencia.
ENS: ¿Qué representa para la protección de los glaciares que una colombiana haga parte de la lista de mujeres más influyentes del mundo?
MF: Yo solamente soy un instrumento para que precisamente los páramos, los frailejones y los glaciares sean los que están en la lista. Colombia tiene más del 50% de los páramos del mundo y menos de seis países tienen páramos, así que poseemos un patrimonio mundial que desconocemos.
Lo que representa es el fruto del esfuerzo de querer visibilizar esta labor, de querer ser la voz de un sólido equipo de trabajo que sin ellos tampoco sería posible lograr este reconocimiento.
ENS: ¿Qué se ha hablado con el Gobierno Petro sobre los glaciares?
MF: La verdad muy poco, no me he sentado a hablar con este Gobierno ni siquiera con los directores de Parques Nacionales. Es difícil, no tenemos un estatus como organización de ciencias ciudadana y es un proceso complicado poder acceder a permisos para entrar a los parques y hacer nuestro trabajo de acompañamiento al glaciar.
ENS: ¿Cómo combatir el fatalismo en torno a que el calentamiento global es irreversible?
ENS: Yo soy una optimista testaruda y me gusta creer en la innovación, en la creatividad y en la capacidad humana de unirnos para trabajar en pro de una causa y todo lo que hagamos, así sea pequeños hábitos, el glaciar lo agradece.
Es como un enfermo terminal y lo que queremos es alargar su vida, pero de la mejor manera. No queremos que el derretimiento de los glaciares sea en vano, queremos honrar la existencia de los glaciares que ya dejaron de serlo y queremos que esto no se repita por nuestra ignorancia con otros ecosistemas.
La manera de combatirlo es no llenarse de mensajes apocalípticos y nostálgicos o melancólicos, sino unirse a colectivos que desde la alegría intentan hacer algo, que por lo menos seamos la generación que no se hizo el ciego ante una realidad que nos compete a todos.
La ciencia ha sido conservadora a veces en decir cuál es la realidad, pero ante el fenómeno del Niño nos hemos dado cuenta que las consecuencias pueden ser bastante fuertes y que es importante actuar desde el corazón, enamorarnos de causas que nos conecten con la naturaleza.
La invitación es a volver al origen, a la naturaleza, a nuestros territorios con todo el respeto que se merecen. Es importante pedir permiso y saber que estamos en un lugar sagrado, en un templo que escucha y es un ser vivo que está más presente que nunca en el territorio colombiano.