DE LA avasalladora omnipresencia de los medios digitales de comunicación también se ha apropiado casi desde la aparición de esta tecnología la Iglesia Católica colombiana para, entre otras, difundir su mensaje de fe y evangelizador; acercarse de forma masiva a las personas en su cotidianidad, más allá del templo; y manifestar su voz de aliento y crítica ante la dura realidad colombiana.
Un punto de quiebre en este proceso fue por la pandemia del covid-19, que en 2020 encerró en sus casas por cerca de ocho meses a la mayoría de la población por la cuarentena que ordenó el gobierno entonces de Iván Duque para frenar la expansión del virus.
Mientras que las puertas de los templos permanecían cerradas, la Iglesia colombiana, como en el resto del mundo, no paró y ante la necesidad de brindar el ‘alimento espiritual’ a las afligidas personas que veían a diario cómo morían miles por el virus y no sabían qué ocurriría con su economía, con su estudio, con sus sueños, se apropió de una vez por todas de los medios virtuales para transmitir la misa por YouTube y Facebook, así como para que siguieran operando los grupos de oración y de estudio bíblico.
Superada la pandemia, la apertura de los templos no significó que los medios digitales pasaran en la Iglesia a un segundo plano, sino que por el contrario cada vez acuden más a este espacio para masificar su mensaje evangelizador y poder ‘pescar’ más feligreses en un momento que para nadie es un secreto, hay una crisis de fe en muchos sectores de la población, que incluso se manifiesta en que la gente no acude a las iglesias con la misma asiduidad de antes, en los seminarios se ha reducido el número de personas que quieren formarse como curas y en los conventos para ser monjas.
Importancia de la presencialidad
El padre Jaime Marenco, delegado de Comunicaciones y Relaciones Públicas de la Arquidiócesis de Barranquilla, dijo a EL NUEVO SIGLO que “sin duda alguna, los medios digitales han contribuido en el fortalecimiento de la evangelización de la Iglesia a nivel mundial. De hecho, lo que vivimos durante la pandemia fue muy importante para la Iglesia porque tuvimos que, de pronto, despertar de una manera rápida ante la necesidad de comunicarnos con nuestros fieles a través de los medios digitales”.
Agregó el sacerdote que “allí surgieron los expertos y los que no lo eran fueron adquiriendo una experticia, fueron adquiriendo un compromiso de evangelización que los llevó a sumergirse en toda esa tecnología para poder llegar desde la parroquia a sus feligreses cercanos, y de esa manera también a cualquier lugar del mundo porque estábamos ante una red que nos permitía comunicarnos desde un lugar hacia todos los lugares que uno considerara en ese momento”.
Hoy en día, los fieles tienen la posibilidad de hacer parte de forma virtual de grupos y comunidades cristianas y de diferentes templos, no solo el de su barrio o ciudad, sino de alguno a miles de kilómetros de distancia.
Si bien esto les da la posibilidad a millones de contactarse con otros que comulgan la misma fe y participar de la eucaristía y otras actividades de la Iglesia utilizando los medios digitales, algunos opinan que tiene el problema de conducir a una especie de ‘consumismo’, pues ante la diversidad de posibilidades el fiel podría estar hoy aquí y mañana allá sin generar una relación permanente. Además, de propiciar el individualismo porque la persona busca satisfacer su necesidad espiritual, sin tener en cuenta qué pasa con los demás de su comunidad.
El padre Marenco dice sobre esta situación que “después de lograr llegar a los hogares, a las personas, a través de los medios digitales en pandemia y llevarles el mensaje de esperanza que se necesitaba en ese momento, fundamentado en el caso de la Iglesia Católica en Jesucristo, luego hemos tenido que hacer todo un trabajo para que los fieles regresen a sus parroquias y vivan las celebraciones litúrgicas, y vivan su crecimiento en la fe desde la presencialidad”.
Indicó el religioso que “todo lo que nos aportan los medios digitales en cuanto a transmisiones de misas, de rosarios, lo hacemos sobre todo para aquellas personas que no pueden llegar a su parroquia y pueden vivir esos momentos desde su enfermedad en la casa, en la clínica o los que están privados de la libertad”.
Explicó también que “hay algunas actividades que se diseñan especialmente para vivirlas desde la parte digital, pero no puede ser lo que nos lleve a tener una vivencia comunitaria de fe solo lo digital, debe haber presencialidad porque en el trabajo, en el caminar de una comunidad, es donde se va viviendo la experiencia de Cristo resucitado y donde vamos conociendo la necesidad que tiene el mundo de nosotros como cristianos útiles para la Iglesia y la sociedad”.
Este Diario contactó también al sacerdote Víctor Leguízamo, quien desarrolla un llamativo ejercicio de fe al unirse diariamente con más de 700 personas virtualmente para rezar el rosario.
“El Rosary Day fue una iniciativa popular en virtud de una invitación que hizo el papa Francisco de rezar el Santo Rosario como una fortaleza interior que nos permita una conexión con nuestra realidad, sabiendo que Dios está con nosotros y que la Madre del Cielo nos acompaña. El Rosary Day nació hace 4 años, cumplimos este 25 de marzo 4 años de estar rezando el rosario todos los días, y fue como una oportunidad en la época del confinamiento de unirnos a muchas personas que necesitaban una fortaleza interior o una actitud de resiliencia frente al dolor por la pérdida de algunos seres queridos”.
El sacerdote dijo que esta iniciativa ha permitido atravesar fronteras, pues “hay personas de unos 18 o 19 países que se unen a rezar el Santo Rosario. Más o menos son unas 500-700 personas que se unen diariamente. A veces, llegamos hasta 1.100, pero todos los días las vistas del Rosario son mínimo 4.000, es decir, que hay personas que rezan el Rosario en diferentes momentos del día”.
Compartió que en esta experiencia ha encontrado personas que le dicen: “padre, mi única compañía que hoy tengo en mi casa es el Rosario”. “Es como una cita que tenemos con la presencia de Dios y la Virgen María para encontrarnos en la amistad, encontrarnos en la fe, encontrarnos en la solidaridad”.
La instrucción de Francisco
En el año 2014 a propósito de la 48ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el papa Francisco invitó a que la comunicación esté al servicio de la cultura del encuentro.
El santo padre reconoce que “los medios de comunicación pueden ayudar a que nos sintamos más cercanos los unos de los otros, a que percibamos un renovado sentido de unidad de la familia humana que nos impulse a la solidaridad y al compromiso serio por una vida más digna para todos”.
El Obispo de Roma destacó que la “internet puede ofrecer mayores posibilidades de encuentro y de solidaridad entre todos; y esto es algo bueno, es un don de Dios”.