Un nuevo capítulo en el desencuentro entre el exgobernador Sergio Fajardo, de Compromiso Ciudadano, y el senador Gustavo Petro, de Colombia Humana, se dio en las últimas horas a raíz de una declaración de aquel en una entrevista concedida el domingo.
Le dijo Fajardo a la revista Semana que “con Gustavo Petro no voy a participar en una consulta. Tiene una forma que no comparto de tratar al que es diferente. No podemos permitir que nos dividan en dos bandos”.
Este lunes, Petro respondió que “en cambio yo sí lo invito a usted, Fajardo, a que participe en un gran acuerdo histórico que lleve a Colombia hacia la paz, la producción y la democracia”.
Como se dijo, es un nuevo episodio de una historia que se remonta a la campaña presidencial que culminó en la segunda vuelta de junio de 2018 con el triunfo de Iván Duque sobre Petro.
En ese entonces, como ahora, se ha buscado sin éxito la convergencia de las diversas fuerzas de izquierda y centro-izquierda, representadas en grupos muy diversos, pero afines en varios aspectos.
Siempre es posible ver los vasos medio llenos o medio vacíos, por eso frente a la polarización nacional que se expresó con toda su crudeza en el plebiscito de octubre de 2016, cuando el no al acuerdo con las Farc atrajo al 50,2% del electorado y el sí al 49,7%, puede señalarse que en Colombia hay un relativo equilibrio entre izquierda y derecha, que bien manejado puede ser sano para la democracia.
Claro que en mayo de 2018, el margen entre ambas franjas se amplió a favor de las fuerzas del no, que subieron su votación al 53,98%, mientras que las del sí bajaron a 41,81%.
Como fue más lo que bajo la izquierda que lo que subió la derecha, el análisis del petrismo ha sido que les hizo falta el apoyo de Fajardo, tercero en la primera vuelta -23,73% de los sufragios, superado el 25,08% de Petro y el 39,14% de Duque-, quien optó por anunciar su voto en blanco.
Por supuesto que el cortocircuito entre ambos venía de mucho antes, pero a partir de allí se agudizó, a tal punto que los acercamientos de Petro con otros sectores afines que se emprendieron desde su llegada al Congreso se deterioraron rápidamente cuando Claudia López lanzó su candidatura a la Alcaldía de Bogotá con Fajardo como invitado central.
De cara a la próxima contienda presidencia, Fajardo consideró en la entrevista ya referida que “en 2022 se acaba el capítulo de la historia que ha girado en torno a Álvaro Uribe y sus seguidores y será el turno de una política alternativa”, agregando que “tenemos que dejar atrás a Uribe, Santos, Gaviria, Pastrana, Samper. Ya es suficiente. Cada quien hizo lo suyo. Que gocen sus nietos”.
Y aprovechó para responder una reciente alusión de Uribe y el uribismo: “Cuando dicen que soy el candidato de Santos es irónico. ¿A qué hora? Yo voté sí por la paz. ¿Eso significa que yo soy de Santos? Esa es una forma miope de entender la política. No soy de Petro, Uribe ni de Santos”.
Y volviendo a Petro, Fajardo sostuvo que él “propone un día desobediencia civil y el otro hacer un pacto histórico. Es difícil entenderlo. En lo personal, un día me propone cogobernar y el otro me insulta. Así no se construye un país en paz que sepa tramitar sus diferencias”.
- Antecedente: Vuelve 'guerra' de trinos entre Petro y Fajardo
A esta expresión, respondió Petro: “Mi querido amigo Fajardo. El pueblo debe manifestarse contra la masacre y la ignominia de un Gobierno incapaz y el pacto histórico es con el pueblo. No hay contradicción entre un pacto histórico y un pueblo digno. A menos que usted conciba el pacto sin el pueblo”.
No retorno
Estas declaraciones pueden ser la señal concreta de que el distanciamiento entre Petro y Fajardo no tiene vuelta atrás, lo que podría conllevar debilitamiento todavía mayor de la izquierda.
Lo que se desprende de análisis de los resultados de 2016 y 2018 es que ninguno de los dos sectores de la polarización es uniforme. También en la derecha, donde sin duda domina el uribismo, requieren gestionar alianzas y acuerdos para avanzar. A eso deben sus triunfos en ambas convocatorias a las urnas.
Por eso mismo, asumiendo que la confluencia era casi imposible, el país ha visto a Petro trazar permanentemente diferencias con Fajardo y oponerse sistemáticamente a la gestión de la alcaldesa López, buscando convertir al petrismo en un factor dominante en la izquierda, como lo es el uribismo en la derecha.
En este contexto -pero incluso en el de junio de 2018- cualquier táctica que trace la izquierda para llegar a la Casa de Nariño debe incluir a Petro y, en cambio, puede prescindir de cualquier otro. Pero el precio de no lograr meter a todos en la foto puede ser volver a perder las elecciones.
- Puede interesarle: El San Juan de Dios: una batalla entre López y Petro que no da tregua
En esa dirección la semana pasada, a través de un comunicado el Polo Democrático, tras considerar que “la coalición de gobierno ha perdido margen político y discursivo”, expuso que “este panorama le exige a los sectores alternativos y democráticos alcanzar un gran entendimiento histórico para reconstruir el país, que vaya más allá de las elecciones de 2022”.
En el comunicado, el Polo señaló que “hace suya esta propuesta y llama a las formaciones políticas de la izquierda democrática, los partidos alternativos y progresistas, al movimiento social y popular, a la intelectualidad y personalidades democráticas a hacer realidad este histórico pacto nacional”, planteando que “para ello nos comprometemos a realizar el V Congreso del partido conforme a nuestros estatutos, evento que escogerá el candidato presidencial para participar en la convergencia que se acuerde”.