La política exterior colombiana se ha definido de manera clara y se alinea a la de los Estados Unidos. En ese orden de ideas un posible relevo en la Casa Blanca, con una eventual llegada al poder del demócrata Joe Biden, constituye el principal reto internacional para la administración de Iván Duque.
En opinión de la internacionalista Laura Gil, una situación así obligaría al gobierno colombiano a dar un viraje en su posición en temas como el acuerdo de paz y las relaciones con el régimen de Nicolás Maduro.
Sin embargo, el exministro Fernando Araujo considera que políticas internacionales como la lucha contra el narcotráfico, la defensa de la democracia y el fortalecimiento económico seguirán siendo los derroteros de la política exterior colombiana y al ser objetivos que no cambiarán. De llegarse a presentar un cambio en la presidencia de los Estados Unidos, seguirán siendo el centro de la política internacional del país.
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A partir de esta tesis el gobierno Duque no tendría que variar su doctrina guiada por el “respice polum” que busca establecer un bloque hemisférico para luchar por intereses comunes, pues en principio seguirán siendo los mismos.
El exministro asegura que se deberá seguir luchando contra el coronavirus de manera conjunta, con la comunidad internacional, y la recuperación económica posterior, implicará que los países fortalezcan sus intercambios y se planteen soluciones de manera conjunta.
Y agrega que “la política exterior colombiana se desarrolla en consonancia con los intereses internos del país. Buscar que en países como Venezuela haya un gobierno que respete la voluntad popular es vital para tener relaciones provechosas para ambas partes”, dijo el excanciller Araújo.
El exministro agregó que el hecho de que el gobierno de Nicolás Maduro irrespete los principios democráticos, nos perjudica desde varios aspectos, ya que el comercio con ese país, después de haber sido uno de nuestros principales socios con quien se realizaban transacciones por más de $8.000 millones de dólares al año, casi ha desaparecido y se ha convertido en refugio de guerrilleros y narcotraficantes que quieren evadir a la justicia colombiana.
Añadió que la política exterior colombiana se alinea a la de países con intereses similares y “hemos establecido una política hemisférica conjunta con más de 50 países que respaldan el gobierno de Juan Guaidó y buscan la defensa de la democracia y los intereses nacionales de quienes comparten estos valores” y esta debe seguir siendo una prioridad.
En contraposición a esta declaración, Gil considera que la administración Duque sí deberá acercarse al gobierno de Nicolás Maduro y tendrá que hacerlo para consolidar la lucha contra la pandemia, que requiere de unas acciones conjuntas y tendrán que establecerse medidas en las fronteras para controlar la propagación del virus.
La analista expone que en una eventual presidencia de Biden, la solución de la problemática en Venezuela, tendría un enfoque distinto al que ha abordado el presidente Donald Trump. El demócrata de seguro privilegiaría el diálogo a las presiones económicas e incluso militares y en ese sentido los gobiernos de Colombia y Venezuela también tendrían hablar.
Por otro lado, ella asegura que la excesiva alineación de Colombia con los Estados Unidos, le ha hecho perder al país, el protagonismo que alguna vez tuvo, en distintos escenarios internacionales y sería deseable que en los años venideros se fortalecieran los lazos con Europa y la nación ocupe un lugar destacado en las discusiones y relaciones globales y que estás no respondan únicamente a intereses internos que pueden no interesar a la comunidad internacional en su conjunto.
Por otra parte Gil considera que un acercamiento a países de la Unión Europea implicará un cambio en la postura del gobierno sobre el proceso de paz y el desarrollo del postconflicto, tema que deberá ser fortalecido si se espera que el apoyo a estas medidas continúe.
Frente a las relaciones con el llamado Foro de Sao Pablo, grupo que agrupa a los principales partidos políticos y grupos de izquierda de Latinoamérica, incluso organizaciones declaradas cómo terroristas, Araujo agregó que, el presidente Duque deberá continuar con el postura con la que ha manejo las relaciones bilaterales con países como Cuba, Venezuela y Nicaragua.
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Estas no dejan duda de su talante democrático y envían un claro mensaje a la comunidad internacional de la posición de Colombia frente a regímenes antidemocráticos de la región y en defensa de la seguridad hemisférica y la protección de los Derechos Humanos.
Si bien el caso Venezuela ha sido la prioridad en la política exterior del mandato de Duque, hechos como las tensiones con los gobiernos de Cuba o Nicaragua, “marcan una clara actitud de Colombia frente a los Estados Unidos, país que se consolida como nuestro principal aliado en materia de lucha contra el narcotráfico, pero sobre todo en la defensa de la seguridad, que tiene como principal punta lanza (oponerse) al régimen venezolano que amenaza nuestra seguridad y la del mundo por las constantes violaciones a los derechos humanos que allí se producen”.
En conclusión si bien existen posiciones encontradas en lo que tiene que ver con la postura que debe adoptar Colombia frente a ciertos temas puntuales de su política exterior, no cabe duda de que ésta estará guiada, durante los próximos dos años, por tres aspectos fundamentales que son las relaciones con Venezuela y la estrategia para conseguir una transición democrática: el establecimiento de acuerdos que fortalezcan la economía nacional y la posible reacomodación de las relaciones con los Estados Unidos, para que el país continúen siendo su socio estratégico en la región y conseguir un posicionamiento internacional más amplio.