Dentro de los múltiples análisis realizados en torno a la victoria contundente de Donald Trump en las elecciones presidenciales de la semana pasada en Estados Unidos, uno de los elementos coincidentes es, precisamente, la capacidad que tiene el exmandatario y ahora jefe de Estado electo para conformar equipos con personas eficientes y con amplia experticia.
Susie Wiles es un ejemplo de ello. Fue su jefa de campaña tanto en 2016 como en 2020. Para Trump, en ambas ocasiones ganó, solo que en la última no le reconocieron el triunfo y el titular de la Casa Blanca terminó siendo el demócrata y hoy presidente saliente Joe Biden.
De hecho, en esta tercera campaña se le atribuye a Wiles una serie de ajustes para que la actividad proselitista y la plataforma programática fueran más eficaces. También se le reconoce como una de las mujeres más influyentes dentro del establecimiento del partido Republicano, sobre todo a la hora de definir estrategias.
Hija de una estrella de fútbol americano y pieza clave de otras campañas electorales, como las del hoy gobernador de Florida, Ron DeSantis (en su momento rival de Trump en las primarias partidistas), Wiles acaba de ser designada por el presidente electo como su jefa de gabinete, uno de los cargos más importantes dentro de la Casa Blanca.
Se convierte así en la primera mujer en ser nombrada como “superministra” en Estados Unidos, no solo porque está encargada de coordinar las labores de todos los titulares de departamentos y entidades del gobierno federal nacional, sino porque es una de las personas del círculo de confianza y decisión más inmediato del mandatario.
Así las cosas, Trump arranca la conformación de su gobierno poniendo un punto alto, designando a una mujer con todo el merecimiento. Y pensar que en campaña sus enemigos lo tacharon de misógino.