Si todo sale como está previsto mañana el senador por La Florida, Marco Rubio, será ratificado por el Senado como nuevo secretario de Estado designado por el presidente electo Donald Trump, que el próximo lunes se posesionará para un segundo periodo en la Casa Blanca.
Hijo de inmigrantes cubanos, uno de los congresistas más fuertes dentro del partido republicano e integrante del poderoso Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Rubio será la voz cantante de la nueva administración en un mundo mañana cruzado por coyunturas muy complicadas, que van desde las guerras en Ucrania y Gaza, los pulsos geopolíticos con las otras grandes potencias hasta la competencia comercial a nivel global.
Aunque es claro que Rubio asume con la tarea inmediata de buscar nuevos horizontes de soluciones a la guerra ruso-ucraniana, así como la urgencia de concretar un cese el fuego en la Franja de Gaza entre Israel y Hamás, el nuevo canciller estadounidense tendrá como una de sus prioridades el complejo escenario latinoamericano.
No hay que olvidar que Rubio es un amplio conocedor de la realidad continental y en su larga carrera parlamentaria se ha distinguido por sus posturas drásticas contra los regímenes autoritarios de Venezuela, Cuba y Nicaragua, especialmente.
De hecho, una de las grandes expectativas tiene que ver con cuál será la estrategia de la Casa Blanca ante la dictadura de Nicolás Maduro, que la semana pasada asumió un nuevo y espurio mandato tras el fraude electoral de julio del año pasado. También están prendidas las alertas en torno a las bases del duro plan contra la migración ilegal que prometió Trump desde campaña.
Rubio, según lo dijo Trump al momento de designarlo, “será un firme defensor de nuestra nación, un verdadero amigo de nuestros aliados y un intrépido guerrero que nunca retrocederá ante nuestros adversarios”.