Los pronósticos meteorológicos señalan que, si bien en las últimas dos semanas el volumen de lluvias en distintas partes del país empezó a disminuir, en lo que se considera la última fase de la segunda temporada invernal del año, en los próximos días podría presentarse un nuevo pico de precipitaciones.

La directora del Ideam, Ghisliane Echeverry, explicó que el primer trimestre del 2025 será una temporada seca y por eso el país debe prepararse para enfrentar esa contingencia. De hecho, como lo indicara a este Diario semanas atrás, ya en este 2024 no se declaró oficialmente la existencia del fenómeno climático de La Niña y habrá que esperar cómo avanza la curva porcentual de probabilidades en los próximos meses.

Frente a ello, hay tres circunstancias que las autoridades del nivel nacional, regional y local deben tener en cuenta. La primera se refiere a mantener en estado de alerta máxima a todo el sistema de atención de emergencias, no solo para atender a los damnificados por la ola invernal reciente y precaver nuevas tragedias por lluvias en lo que resta de este mes, sino también para que los alcaldes y gobernadores estén listos para una época de altas temperaturas y sequías en enero. No hay que olvidar que al comienzo de 2024 hubo una emergencia por incendios forestales en muchas zonas.

En segundo lugar, es creciente la preocupación en torno a la escasez presupuestal en la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres, no solo por el coletazo del escándalo de corrupción, sino por la aguda crisis fiscal del Gobierno Nacional Central.

Por otra parte, es evidente que, si 2025 arranca con temperaturas altas más allá de los promedios históricos, el nivel de embalses y ríos, columna vertebral del sistema de generación hidroeléctrica, así como fuente principal de acueductos municipales y regionales, podría bajar drásticamente, poniendo en peligro la confiabilidad del suministro.