La Fuerza Pública continúa siendo ejemplo de valor y sacrificio por todos los colombianos. El sábado se informó del asesinato del teniente de la Policía, Jorge Humberto Muñoz, muerto en medio de combates contra el Eln en zona rural de San Pablo (Bolívar).
En esos enfrentamientos fueron abatidos cuatro guerrilleros, capturados igual número, recuperados tres menores de edad e incautados nueve fusiles y otras armas.
Según el último reporte del Ministerio de Defensa, en lo corrido del año, con corte a septiembre, un total de 62 integrantes de las Fuerzas Militares y de Policía fueron asesinados por la delincuencia común y organizada, en tanto que 318 resultaron heridos en actos del servicio.
El director de la Policía, general William René Salamanca, envió un saludo de condolencia a la familia y compañero del uniformado asesinado. “¡Comando, descanse en paz! Con infinita tristeza acompañamos a la señora Gloria y a don Gerardo, al igual que a sus hijos, hermanos y demás familiares, a despedir a nuestro teniente Jorge Humberto Muñoz Gómez, quien murió, en San Pablo, enfrentando al crimen organizado”, precisó.
Incluso Salamanca recordó que el día de su grado el oficial asesinado escribió: “Estoy tan seguro de que el compromiso de honor que firmé ante Dios, mi familia y mi patria lo haré cumplir si es necesario con mi propia vida”.
Una vez más quedan en evidencia los vacíos e incongruencias de la llamada política de “paz total”. Esa misma guerrilla, con la que el Gobierno descongeló hace dos semanas la mesa de negociación, no solo asesinó al teniente, sino llevó a cabo un paro armado en Chocó que impactó a decenas de miles de personas, ya de por sí afectadas por la crisis invernal. En uno y otro caso, el Gobierno no pasó de los lamentos y las denuncias.