Hasta ayer al cierre de esta edición no se había confirmado si el presidente Juan Manuel Santos viajaría mañana o en los próximos días a presenciar cómo el mandatario estadounidense Barack Obama firma la ley aprobatoria del Tratado de Libre Comercio (TLC), que recibió la semana pasada visto bueno del Congreso de su país. Obviamente se trata de un evento de primer nivel, largamente esperado (por más de cinco años) y en los pasillos de la Casa de Nariño se afirmaba ayer que la ocasión ameritaba el viaje del mandatario colombiano, pues era un triunfo político para ambos gobiernos.
¿Y Uribe?
Un congresista muy cercano al ex presidente Álvaro Uribe comentó ayer que si Santos viajaba a Estados Unidos sería un detalle de elegancia y respeto el invitar a presenciar la firma del TLC al ex mandatario colombiano, toda vez que fue bajo su gobierno que se negoció el pacto comercial. Como se advirtió días atrás en esta sección, hay dirigentes uribistas que consideran que a Santos y sus ministros les faltó la semana pasada, al celebrar la aprobación en el Congreso de E.U. del tratado, hacer referencias más directas a la administración Uribe y a la persona del ex mandatario.
Muerte anunciada
Aunque oficial y públicamente la Casa de Nariño no dio una directriz concreta sobre la postura de la Unidad Nacional frente al proyecto de acto legislativo del Polo Democrático que pretendía derogar la posibilidad de la reelección presidencial inmediata, era claro ayer que ninguna de las colectividades estaba de acuerdo con esa iniciativa y el hundimiento era más que cantado en la Comisión I del Senado, que al no sesionar por falta de quórum prácticamente determinó el hundimiento de la iniciativa, pues por tiempo ya no alcanzaría a superar los cuatro debates antes del 16 de diciembre. Para varios senadores el pronunciamiento del ministro del Interior, Germán Vargas, días atrás en torno de que no había “razones para coartar la reelección del Presidente” fue más que directa respecto de que el proyecto del Polo no vería la luz.
¿Repetirá? (I)
En el interior de la bancada del Partido Conservador hay quienes ya consideran que al comienzo del próximo año debería hablarse directamente con el procurador general Alejandro Ordóñez acerca de si estaría interesado en buscar una reelección en el cargo, como se viene especulando en algunos corrillos políticos. Sin embargo, otros parlamentarios de la misma divisa azul consideran que es muy temprano para analizar este tema, toda vez que Ordóñez se posesionó en enero de 2009 y su periodo de cuatro años terminaría en igual mes de 2013, para lo que faltan más de 15 meses.
¿Repetirá? (II)
Para congresistas de otras bancadas el dilema de si Ordóñez tendría o no posibilidad de ser reelecto por el Congreso, depende de tres hechos clave. En primer lugar, que en la actual reforma judicial no se cambie el sistema de elección del Jefe del Ministerio Público. En según aspecto, que la coalición de Unidad Nacional logre un consenso sobre cuál candidato apoyarían, puesto que tienen las mayorías irrefutables en el Parlamento. Y tres, que se defina lo relativo a si el Procurador puede, a través de sanciones disciplinarias, sacar a un senador o un representante a la Cámara de su cargo. Esto depende de una decisión inminente de la Corte Constitucional.